Hoy es el ultimo día que tocaré el tema del hospital. Yo misma estoy un poco harta, desde estar aquí, hasta de pensar en el día de mi alta médica. Hoy estuve reflexionando un poco sobre la situación de las personas a las que su salud las mantiene en estos centros. Gracias a Dios mi cirugía, aunque mayor, podría decirse que fué algo de “rutina” y además mi buena salud ha hecho que la recuperación sea un tanto rápida. Pero pensando en quien no tiene otra opción de vida que estar al cuidado siempre de doctores, medicamentos y operaciones para poder prolongar sus vidas, es muy triste. Una oración por ellos, no está de más.
Hablando de mi estancia en éste “centro vacacional” como me dijo Don Márgaro, pues no he estado tan solilla como pudiera pensarse. Al día siguiente de la anestesia, casi todo un regimiento de amigos y familiares llenaron mi cuarto de chocolates, flores, revistas, plantitas, pan de dulce y hasta una lata de “Marrowfat Processed Peas” llamados “Mushy” la verdad no se qué ingaos será éso pero no me dá buena espina, y como es un regalo de uno de los ingleses que trabajan con mi marido y traído expresamente desde esa tierra de Lores, pues seguirá como decoración de la mesita de noche. El segundo día de visitas estuvo más tranquilo, pero no menos importante. Por la mañana vino otra de mis amigas mexicanas, que a sabiendas de mi delirio por lo celestial, me regaló una enorme vela aromática con motivos angelicales y un buen rato de “chal” de 3 horas! casi estuvo toda la mañana conmigo. Por si fuera poco, después de la hora de comida mi querida Engel Dafne, tambien conocedora de los vicios de ésta pobre convalesciente, trajo camufleados dos botellones de Coca-Cola Light porque aquí me tienen a pura agua! Y vaya que yo si tomo agua, pero los alimentos son sagrados y por nada del mundo puedo probar un filete mignon sin su correspondiente dosis de bebida negra. Ya por la tarde, llegaron otras dos amigas, que por cierto vienen de muy lejos, y estuvimos hasta que llegó la hora de la cena. Eso sin contar, con las llamadas desde mi Monterrey querido de mi mamá, y las llamadas locales de los maridos de algunas de mis amigas, deseándome pronta recuperación. Punto y aparte es mi querido Luis Miguel (el sacerdote asturiano del que ya hablé en otros posts) que cuando no viene, me llama muy tarde de noche para estar al tanto. Quien por cierto, después de 7 años de ser amigos y a pesar de yo saberlo desde siempre, me dijo muy a su modo “te quiero”. No tiene nada de extraordinario pues para mis hijos y para mi marido es como si fuera mi hermano, pero siendo como son de herméticos y mesurados los españoles, arrancarles una frase así es ORO PURO!!!
No es fácil estar enfermo en un cuarto de hospital, mucho menos en tierra ajena sin la cercanía de la familia que nos apapache y nos apoye, pero sentir el calor de gente que nos aprecia y nos acompaña en éstos difíciles momentos, hace más llevadero el trago amargo. Hoy de mañana sentí la inmensa necesidad de hablar con mis hijos, pero sólo encontré a la pequeña y cuando se puso al teléfono lo primero que le pregunté es si quería venir a visitarme, a lo que contestó: “Discúlpame mami, hoy no puedo, pero otro día si?” primero me reí por tanta formalidad, y luego la curiosidad me hizo preguntar que cosa sería tan importante como para no querer venir a verme. Y le insistí: “pero Zara, sólo es un ratito, por qué no quieres verme?” la respuesta fue contundente: “Pues porque mi abuelita me va a llevar al Salón de Belleza para que me peinen como princesa, y asi cuando vaya a tu hospital me vas a ver bien bonita sin el pelo de bruja, pero es una sorpresa eh!”. No hice otra cosa que llorar como loca, asi de cursi soy!!!
Bueno éste tema no dá para más, y aunque me faltan todavía algunos días aquí trataré de escribir sobre cosas mas interesantes. Cuídense y pórtense bien!