febrero 28, 2011

Presunto Culpable


Con tanta parefernalia sobre la pasada entrega del Oscar, que por cierto ayer tuvo una de las más aburridas y desangeladas, se me vino a la cabeza Presunto Culpable. Cinta/documental mexicana que está causando mucho ruido en México y que nadie se puede perder.

Realizada y producida por un matrimonio —Layda Negrete y Roberto Hernández— de osados abogados que, en su afán por aportar su granito de arena para tratar de modificar el sistema judicial mexicano y sus corruptelas, lo exhiben tal cual dejándolo al desnudo.

La cinta relata el proceso judicial de José Antonio Zúñiga Rodríguez, a quien la justicia encarceló y condenó injustamente por el homicidio de una persona a que ni siquiera conocía. Estos juristas convertidos en improvisados cineastas introdujeron micrófonos y cámaras al muy sórdido recinto que son los juzgados penales de nuestro país.



Lejos de competir por un premio, Presunto Culpable es una película de denuncia que pretende abrir los ojos a quienes se encuentren en situaciones en las que la justicia brilla por su ausencia y, ante el temor que éstos vicios legales han generado en la población, no nos atrevemos a enfrentar por ignorar nuestros derechos básicos.

Tal vez lo amañado e impune del sistema jurídico mexicano no sea un secreto para nadie, lo cierto es que Presunto Culpable nos enfrenta a esa verdad in situ, algo de lo que nadie podemos salir indiferentes. Porque, como dice el tag de la película, "en México, ser inocente no basta para ser libre".

No se la pierdan.

febrero 24, 2011

Haciendo la paz


Hoy por la mañana Christof se encontró a su amigo Yanik, vecino con el que hace meses se dejó de hablar nuevamente porque éste no quería tener contacto con mi querubín en la escuela. La razón es sencilla: a pesar de tener la misma edad, por cuestiones de fechas de nacimiento, Yanik va un grado adelante de Chris. A esa edad, juntarse con "más pequeños", es motivo de vergüenza o burlas de los compañeros "más grandes".

El caso es que saliendo de casa, camino a la escuela, se toparon de frente. En seguida Yanik comentó: "Ahhh, hace mucho que no te veía..." le dijo golpeando un puño conta la palma de la otra mano en señal de querer golpearlo.

Por supuesto que Chris tuvo miedo de lo que pudiera hacerle, pero rápido reaccionó diciéndole "Un momento Yanik, no quiero pelear contigo, mejor hagamos las paces y volvamos a ser amigos no?" -le dijo extendiéndole su mano derecha en son de paz.

El chiquillo se quedó pensando unos segundos para luego estrechar la mano de mi angelito. Por primera vez en meses, caminaron juntos de nuevo a la escuela.

Cuando mi hijo me cuenta cosas así, vuelvo a creer en la humanidad, por lo menos su inocencia aporta su granito de arena en pro de un mundo que hoy vive en guerra perenne. ¿Por qué no hay más personas así? Qué diferente sería.

Pregunta para el infinito...

febrero 23, 2011

Crónica de una operación anunciada

Por fin se dignó la sanidad suiza a operarme mi menisco roto. Después de un mes de dimes y diretes entre el hospital y el especialista, que no se ponían de acuerdo para una darme una fecha en concreto, pudimos encontrar la de ayer para tal efecto.



Siempre supe que la artroscopía de menisco era una cirugía menor que no necesitaba pre y post hospitalización, por lo que pensé que era 'pan comido' y algo fácil de aguantar. Lo que no imaginé, ni en sueños, fué lo estresante que este detalle conlleva y lo doloroso que es.


Llegamos el maridis y yo ayer por la mañana, muy temprano al hospital. En menos de una hora ya estaba yo en la sala pre-operatoria llena de cables y artilugios por toda mi inmensa geografía corporal. Electrodos, catéteres, gorra, horquillas y un sinfín de etcéteras. Aquello llevó al menos una hora y quien se ocupó de todo fué un enfermero no mayor de 25 años; sufrí mucho con mi pudor hecho trizas al imaginar lo que estaría pensando el jovenzuelo al ver semejante espectáculo bajo las sábanas que me cubrían. My goodness! no recuerdo haber pasado tanta vergüenza como en ese largo rato.

Luego llegó el anestesista, un doctor joven y muy jocoso, que me inspiró confianza desde el primero momento. Me preguntó mi lengua materna y se disculpó por no dominarla, yo muy atenta le pregunté si prefería que habláramos en inglés a lo que aceptó de inmediato.

Otra media hora en lo que me ponía la anestesia espinal (local) que haría dormir el sur de mi hermoso cuerpo de uva. Me felicitó por la flexibilidad -o lo que queda de ella- con la seguía sus instrucciones y hasta me comentó asombrado que algunas personas delgadas no eran capaces de "doblarse" con la facilidad con la que yo lo hice para buscar "the right place" (sic) de mi espina dorsal.

Después de aquellos case 90 minutos en la sala pre-operatoria, mi impaciencia comenzó a hacer estragos y sentí unas ganas terribles de llorar. No sentía mis piernas, el hormigueo inicial había cesado y de plano no sentía nada salvo un calor indescriptible en la parte baja de mis caderas. De pronto una lágrima se me cayó, pues me sentí indefensa a merced de aquel ejército de enfermeros y doctores que entraban/salían del diminuto espacio en que se encontraba mi camilla.



Y es que aparte del efecto contundente de la anestesia, tenía los brazos como crucifijo atados a los lados con las máquinas que leerían mis signos vitales, amén de la sonda que me proveeía de oxígeno y lo incómoda que es. Ahora si que mi integridad física estaba bajo el control de terceros y eso, el no se independiente en lo vital, me pone muy mal.

Al fin llegó el momento de entrar en quirófano, pero la angustia no terminó ahí. Otra media hora más mientras la gente preparaba la "tienda de campaña" que me salvaría de ver como aquellos trabajadores del cuerpo humano, repararían mi rodilla. El enfermero joven me preguntó si me gustaría escuchar música y de qué tipo, yo muy 'nice' le dije 'pop-rock' y pareció no entender porque me dijo "algo así como Robbie Williams?".

Me puso lo peor de la discografía del polémico inglesito -nada de Rock DJ por aquello de que me evocara la carnicería del videoclip- sino algo muy estridente que nunca le había escuchado y que me puso más nerviosa de lo que estaba. Solo escuché algunos segundos y enseguida le pedí que me retirara los audífonos. Las conversaciones de los asistentes de cirugía fueron más entretenedoras.



Me trasladaron al cuarto de recuperación enseguida de vendarme la pierna, a la que por cierto habían escrito con rotulador Esterbrook las iniciales OP (operar) no fuera a ser que me operaran la buena, ja ja ja. Ahí solo estuve aproximadamente media hora.



La doctora que me operó, contrario al resto del equipo, ni siquiera se acercó a presentarse o saludar. Como un dios que baja del Olimpo, se presentó cuando todo estaba a punto: llegó, operó y salió como... un dios que sube de nuevo al Olimpo. Quince minutos y listo! salió entre penumbras así como entró y yo, yo sin verle ni la sombra.

Ya en mi cuarto, -media hora después de terminada la intervención- una enfermera me llevó la comida y me comentó de los tres puntos que debería de cumplir antes de darme el alta (WTF?!): haber comido, no tener dolor y haber orinado. Creo que fueron suficientes el primero y último punto porque, 45 minutos después de los sacrosantos alimentos, ya estaba yo caminando -agarrada de las paredes- hacia el estacionamiento para irme a casa. Claro que no sin antes haber recibido la visita de la doctora para darme instrucciones post-operatorias, algunos analgésicos y las imágenes de mi operación impresas en papel "glosy" a petición mía.



Y yo que me imaginaba que, como en un capítulo de House MD o Grey's Anatomy, saldría en silla de ruedas con el equipo médico detrás mío hasta le entrada del nocosomio. Nehh! Esto si que es el Viejo Mundo señores.

Por supuesto que sentí mucho dolor al caminar, pero lo bueno estaba por comenzar al llegar a casa, ahí si que sentí lo que es "amar a Dios en tierra de indios". El dolor fué in cresendo y el efecto de los analgésicos nomás brilló por su ausencia. Ya no quiero ni relatar lo que sentí al subir las escaleras hacia mi cuarto, toda una odisea que pareció una eternidad. ♬♬ Pasito tun tun, ♬♬ pasito tun tun ♬♬

Hoy han pasado más de 24 horas y, lo que en un principio fué desesperación y dolor indescriptible, ya parece que va cediendo camino a la sanación. Me muevo con un poco más de agilidad y puedo apoyar mejor mi rodilla aunque no del todo pues sigo asiéndome de barandales, muebles y paredes porque todavía me tiembla balanceándose a los lados cual maraca rumbera.

Sé que todo irá mejorando con el paso de los días, confio en mi actitud de salir pronto del pasito tun tun y el próximo martes volveré al gimnasio a comenzar de nuevo. Decreto y me convenzo a mi misma que éste no es mas que otra de las tantas piedritas en el camino que haré a un lado. No volveré a ser la misma de antes, sino mejor, porque esto me dará más fuerza para cuidar mi cuerpo si quiero seguir siendo la mujer activa que hasta ahora fuí.

Agradezco sus mensajes de aliento en Facebook, Twitter y E-mail; porque sé que todos estan llenos de la buena vibra que me permitió vencer mis miedos y mis propias limitaciones. Gracias a todos!

Au revoir!