julio 31, 2008

Exitazo

Sin temor a equivocarme eso fué la reunión de bloggers de la semana pasada: todo un éxito, solo uno de los confirmados se disculpó a última hora pero todos los demás ahì estuvieron puntuales al pie del cañón. La tarde/noche estuvo llena de anécdotas, historias, risas, chistes ... de todo, menos de aburrimiento. Fué un placer haber conocido a gente de la que uno solo ha leído sus experiencias, puntos de vista, opiniones y sentimientos; ver aquellos rostros, hasta entonces anónimos, hace que se borre cualquier idea preconcebida de los autores de las letras que nos regalan tanto entretenimiento.

Durante la plática me pude dar cuenta que, a pesar de ser cada uno personas muy diferentes entre nosotros, no solo tenemos en común el gusto por escribir en nuestros propios espacios del blogvecindario. Me atrevería a asegurar que para cada uno de los que ahí estuvimos, el blog representa un complemento muy padre de nuestra vida cotidiana y que no nos esclavizan sus números ni se antepone a la vida no virtual; mucho menos de la mucha, poca o ninguna fama que adicionalmente se pudiera ganar. La prueba de ello es que durante la reunión hablamos relativamente poco (si no es que nada) de nuestros blogs, en su lugar compartimos muchas de nuestra vivencias del día a día de cada uno. Se podría decir que no necesitamos presentarnos porque de alguna manera ya nos conocíamos desde mucho antes, nos dedicamos a disfrutarnos unos a otros, a comer riquísimo y a reírnos bastante. Un gustazo haber conocido gente tan agradable y sencilla, sin poses ni falsas modestias (como algu@s que conozco) con la que es más que un placer compartir las horas.

Gracias a los que me escribieron al mail para comentar sus ganas de asistir y al mismo tiempo disculparse por no poder, a todos los que estuvieron ahí acompañándonos y a l@s cónyuges por su paciencia. Chicos, a los que me pidieron fotos del evento, con la pena pero se las voy a quedar a deber. Para los que no tienen blog, debo decirles que hay un código no escrito de lealtad y respeto en el que no podemos publicar fotos ni nombres de otro compañero sin su previa consentimiento, si se hacen presentes y están de acuerdo yo con mucho gusto se las publico. Que a decir verdad, nada me daría más gusto eh!.

Saluditos regios.

julio 25, 2008

Aviso oportuno

Chicos: gracias a todos los que han leído y comentado en los posts anteriores a pesar de la tardanza, desafortunadamente no he tenido nadita de tiempo para contestar individualmente como es mi costumbre, por un lado tenía una pésima conexión que ni siquiera me permitía abrir la ventana de los comentarios sin que me saltara el odioso mensade de Time Out (eso ya es cosa del pasado gracias a mi familia telmexelera) y por otro sigo dando más vueltas que un mayate de prendedor con mis trámites para obtener mi título profesional (si, después de dos décadas, por fin me hice el propósito). No quería dejar pasar la oportunidad para disculparme, mea culpa.

Bueno, en realidad les quería comentar que hoy viernes nos reuniremos algunas personas del blogvecindario regio (tanto autores como lectores, de tocho morocho como en botica), si alguien está interesado en acudir solo tiene que mandar un mail a la dirección del blog (de preferencia al Hotmail) para fijar lugar y hora de la reunión. Nada me daría más gusto que regresarme a mi rancho llevándome la imagen de las caras de la gente que pasa por aquí y de paso que se conozcan entre ustedes, que dicen alguien se apunta?

El tan temido huracán, como lo predijeron mis huesitos, no pasará por aquí como se temía así que no hay pretexto.

Saluditos regios.


P.D. Si alguien sabe dónde puedo conseguir una Acer Aspire One, les agradecería mucho la info.

julio 19, 2008

Sentido común, educación, cortesía

No es fácil regresar al terruño y adaptarse inmediatamente a las viejas costumbres, porque aunque uno haya crecido y vivido la mayor parte de nuestra vida con ellas, diez años de practicar otras muy diferentes lo hacen un poco difícil. El otro día salí a cenar con un amigo al que no veía desde antes de casarme, la plática fué amena pero el tiempo corto, lo que lo hizo invitarme de nuevo para otro día y poder seguir la plática. Aprovechando los trámites que sigo realizando y que mis hijos eran cuidados por mi sacrosanta madre, acepté su invitación, le llamé a la hora indicada y me pidió un momento para terminar con su trabajo y encontrarnos luego: "en un rato te llamo" me dijo. Yo mientras buscaba algo en qué entretenerme, una hora después desistí de esperar y regresé a mi casa, su llamada llegó tres horas mas tarde con una disculpa que insultó mi inteligencia. De nada sirve reclamar y discutir con una persona asi de informal, pensé, así que solo escuché y me negué muy cortesmente a su petición de vernos al día siguiente. Capítulo cerrado y su número borrado de la memoria de mi teléfono.

Ayer me paso exactamente lo mismo con otra persona pero esta vez lo peor fué que quedamos a cierta hora, mis hijos estaban en casa de mi Inge del alma así que decidí esperar la llamada en su casa, pero la dichosa llamada jamás llegó. Cuatro horas después, pasadas la una de la mañana, llegó un mensaje a mi celular con un simple "disculpa".

En ambos casos me sentí frustrada, no respetada, casi casi insultada. Es tan difícil llamar para disculparse sin tener que esperar horas para hacerlo? Ok, yo convengo en que las llamadas cuestan, si ese es el problema, pero un mensaje de texto haría la misma función y evitaría la pérdida de tiempo o el disgusto que causa quedar "plantada" como hongo venenoso además de que su costo es mínimo. Lo que no tiene precio es la estima de una persona, su educación y hasta el cariño que se puede perder con este tipo de actos. En nombre de la amistad y la confianza, cometemos abusos como éstos, pero queda en nosotros darnos nuestro lugar y hacernos respetar para que no vuelva a pasar.

Me pregunto si seremos así la mayoría de las personas que, ante la falta de valor para decir las cosas derecho y de frente, preferimos quedar mal y esperar a que "se le pase" el malestar a la otra parte sin tener que hacer el esfuerzo para pedir una disculpa a tiempo y no quedar mal. Que yo recuerde, jamás hice algo parecido a nadie, prefería aguantarme la pena y decir no, que quedar como una grosera. Qué fea costumbre esa de "dar el avión" y luego hacerse "los que la virgen nos habla" como si no pasara nada. Como decía mi abuela: "lo cortés no quita lo valiente".

Saluditos regios.

julio 15, 2008

Impresiones

Aprovechando mi viaje, esta semana comencé a hacer algunos trámites legales que dejé pendientes desde hace mucho tiempo, me sorprendió mucho ver cómo la odiosa burocracia de antaño ha ido cediendo el paso a la practicidad y rapidez en las dependencias oficiales y escolares. Muy padre todo, el único pelo en la sopa fué el calorón, pero aún así regresé muy contenta.

El primero de los trámites lo hice en la facultad de la que egresé y tengo que reconocer la cordialidad y buena disposición con la que me trataron, el poco tiempo que pasaré en la ciudad y la época de vacacional hacían casi imposible realizar nada. Pero el solo hecho de comentar mi situación de "foránea", hizo que se me abrieran todas las puertas para poder obtener lo que necesito, ni siquiera tuve que hablar con el director ni con nadie de rango "considerable"; la chica encargada del departamento en cuestión me resolvió dentro de sus posibilidades casi todo. Gracias Katia!

Ya cuando iba de salida me topé con uno de mis ex-maestros, se me quedó viendo algo extrañado con cara de 'dondehevistoaestavieja?' y cuando le saludé hablándole por su nombre, inmediatamente él mencionó primero mi apellido y después mi nombre ... exactamente igual como cuando me daba clases. Nos caracajeamos y nos dimos un abrazo con su respecticvo beso bien tronado, a los dos nos dió muchísimo gusto vernos después de mas de veinte años, hijuesú! Nos pusimos los dos al corriente de las novedades de la escuela y nos dimos nuestros respectivos mails, ojalá podamos seguir en contacto.

Luego tuve que ir por unas actas al registro civil, me quedé shockeada con los cinco minutos que tardé en obtenerlas (junto con mi CURP, que jamás había necesitado y ni siquiera sabía qué carajos era). Lo que no me gustó es la calidad del papel de las actas, eran mas bonitas aquellas amarillas de papel grueso que le daban el sentido de importancia a ese documento que certifica nuestra estancia en éste mundo. Las nuevas parecen casi casi papel revolución, pero bueno, con la rapidez con que se obtienen seguro a nadie le importan esas tonterías. En fin, que me da mucho gusto ver como las cosas van avanzando en mi Monterrey del alma aunque me faltan algunas cosas más que tramitar, veremos si la cosa va asi en lo demás.

También quedé impresionada con lo bien que luce mi ciudad, los camellones llenos de césped y flores bien cuidados, lo limpio de las calles y lo organizado del tráfico. Ahi voy yo hecha la mocha a 100 kms/hr en pleno Constitución, en los viejos tiempos esa era la velocidad máxima, de pronto me doy cuenta que cuando voy rebasando a todos, voltean y me ven asustados; mas adelante leí que el límite era 60 kms/hr y se me hizo raro porque es una avenida de (se supone) vía rápida, pero más raro se me hizo que todo mundo lo respetara. Ya ven como hemos cambiado? Que bonita mi ciudad, y yo que venía con algo de miedo, bueno hasta ahora no ha pasado nadaa ... todavía.

Saluditos regios!

julio 13, 2008

Ajúa!


Por fin llegamos, desde hace una semana me encuentro junto con mis hijos en Monterrey y fué una alegría enorme volver a ver a mi familia y amigos después de más de año y medio de ausencia. Durante la semana no he parado de ver caras tan extrañadas por nosotros, de repartir chocolates a diestra/siniestra y sobre todo de actualizarme en los últimos chismes de me gente querida. El viaje no fué precisamente un dulce pero valieron la pena todas esas horas entumida en un asientito de avión, con dolores musculares terribles y penurias alimenticias ... todo por volver al terruño.

Monterrey me recibió con mucha lluvia y algo de fresco, la gente en las calles nos veía con caras raras por vestir ropa veraniega ante los 20°C que para mis paisanos regios son dignos de chamarra o suéter. Para nosotros era algo así como la gloria, en sandalias y shorts, después del interminable invierno que todavía se deja sentir en tierras chocolateras con temperaturas de hasta 10° (eso si es fresco señores, ja ja ja).

El motivo de mi ausencia en el blog no ha sido falta de tiempo ni mucho menos de ganas, nadie de mis benditos vecinos tiene conexión de internet pirateable, por lo que la única opción posible fué comprar una tarjeta Todito Internet (hasta ahora no sabía que existía) y como es de esperarse, el oxidado módem de mi Lap tuvo algunos problemas para recordar para qué servía. Durante éstos días tuve que hacer uso de mi poquísima paciencia para re-configurarlo y terminé haciéndole manita de puerco hasta que 'jalara' como Dios manda; me saca de mis casillas la lentitud de la conexión telefónica y hasta me hizo recordar lo feliz que era hace más de diez años con los grandiosos 56K de aquella primitiva conexión de modem. Heme aqui de vuelta a las andadas blogueras.

Casi no hemos salido, pero tengo ganas de llevar a mis hijos al Bioparque Estrella (que algunos dicen que está renovado), al Paseo Santa Lucía, a Plaza Sésamo, a Kidzania, a Bosque Mágico y, por qué no, de shopping a McAllen. Nos queda un buen rato por acá, esperemos poder recorrer eso y mucho más. Quién dice que Monterrey no tiene lugares donde divertir a los peques?

Yo no pierdo la esperanza de ir a bailar a algún evento de Rolando los Años, o ya de perdido (ouch Miguel!) a un antro para rucos como yo ja! en el que no falte la música ochentera y noventera que nos haga desempolvar el esqueleto. Alguien se apunta? Bueno, ya estaré por aqui contándoles mis peripecias regias, gracias a todos por sus mails y su preocupación por la ausencia de letras. Saludos!

julio 04, 2008

Mujer solidaria

Hoy leí una nota en El Norte que me hizo recordar a una mujer que conocí en mi infancia. Cuando nací en la mitad de los años sesenta, mis padres ya tenían algunos años viviendo en la parte trasera de lo que era el negocio familiar ubicado en la calle Padre Mier esquina con Garibaldi en pleno centro de Monterrey. Por aquel entonces ya no había muchas casas habitacionales por el sector, la ampliación de la calle P. Mier había hecho que muchas familias vendieran sus propiedades a precio de oro ante la ola de modernización que vivía la ciudad. Enfrente se encontraba el Hotel Jolet, a un lado el Hotel Rio (ahora Double Tree) y al tráfico se había hecho casi insoportable como para poder vivir con tranquilidad.

El caso es que solo quedaron mi familia y otra compuesta por un matrimonio maduro con una hija pequeña, pero algunos años mayor que yo. A nuestras casas las separaban dos negocios (una cantina y un puesto de revistas); la de nuestros vecinos era una casa hermosa, de aquellas antiguas con un patio central y ventanas enormes de hierro forjado en color negro a la que yo iba gustosa a jugar cuando la hija iba por mi para invitarme a jugar con ella. Sus padres fueron dos actores de teatro local muy famosos, más la madre que era la competencia directa de la Nena Delgado en el arte del teatro de revista, en especial del bodevil. Recuerdo que por las tardes me escapaba del cuidado de mi madre, para asomarme por la ventana que daba a la calle para presenciar los ensayos de las obras. Me quedaba extasiada por largos ratos viendo como el director daba instrucciones a los actores, las carcajadas de ellos cuando cometían un error o las pruebas de vestuario.

Mi vecinita era una niña delgadita, muy blanca, de cabello oscuro y precioso, muy vivaracha e inteligente, algo precoz para su edad y era mayor que yo por lo menos unos ocho o diez años. Algunas veces cuando ella regresaba de la escuela, me encontraba parada con mi carita entre los barrotes de la ventana espiando a sus padres y me invitaba a pasar para presenciar los ensayos en vivo y en directo. Para mi eso era la gloria. Sus padres eran buenos amigos de los míos, además de clientes asiduos pues mi padre hizo algunas remodelaciones de sus muebles finísimos y aniquísimos del siglo antepasado, amén de algunos trabajos extra relacionados con las escenografías de sus representaciones. La mayoría de las veces mi familia era invitada con pases especiales a los estrenos de las obras que normalmente se representaban en el Teatro Calderón, el Teatro Cinco de Mayo (que creo que ya no existe y en su local están ahora unas oficinas de la Sección de Maestros) ó el Teatro del IMSS. Por supuesto que yo también estaba en primera fila, a mis cino o seis años tal vez no entendía mucho del tema o de los chistes de la trama, pero era una delicia ver como aquello que durante meses habían ensayado en un cuarto de cuatro por cuatro metros, se convertía en una sala llena de risas y aplausos ... se me enchinaba la piel.

El tiempo, la mudanza de mi familia y mis obligaciones escolares, fueron espaciando cada vez más aquella bellísima costumbre teatral y mi amistad con la vecinita. De vez en cuando yo visitaba el negocio de mis papás y me la encontraba pero, ya hecha toda una mujer, se limitaba a saludarme siempre muy efusivamente. Se había convertido también en actriz de teatro junto a sus padres y yo la admiraba mucho porque siempre vestía muy elegante, a la moda, con unas enormes plataformas y un maquillaje que la hacía verse un poco más mayor de lo que era, como toda una estrella. Tiempo después supe que los padres de mi ex-amiga, llamada Blanquita al igual que se madre, se divorciaron: el padre se fué a vivir a Chicago y ella junto con la madre cambiaron su residencia al Distrito Federal.

Hace algunos seis o siete años años la vi en televisión, al principio no estaba muy segura que fuera ella porque había cambiado mucho aunque su voz y sus ademanes eran los mismos que yo conocí, la nombraron con un apodo raro haciendo hincapié en que es la mayor promotora del mundo grupero: LA CHICUELA, Blanca Martínez. Cuando escuché su nombre me dió cierta emoción al saber que era ella, la niña que una vez me dió muchos momentos divertidos y felices en mi infancia. Como olvidarla? La nota periodística de hoy menciona que Blanquita está organizando un espectáculo grupero para recaudar fondos en favor de Cepillín (otra famoso orgullosamente regiomonano), quien ahora se encuentra en desgracia por culpa de algunos constructores sin escrúpulos que casi destruyen el único patrimonio que le queda: su casa del obispado. No me extraña de ella porque siempre fué una persona linda, agradable, sencilla y muy humana. Ojalá se concrete el proyecto y Cepillín pueda recuperar lo que muchos años de esfuerzo le permitieron lograr.

Ah que tiempos aquellos señor Don Simón!

Empieza el finde!

julio 03, 2008

Catarsis II

Un semestre antes de ingresar en la universidad, mis telarañas mentales acerca de mi aspecto físico habrían desaparecido gracias a la experiencia de mi primer noviazgo. Por un buen rato mi vida pareció estar de pronto ocupada entre asimilar el hecho de perder el amor recién correspondido y olvidarlo tras la ruptura, dos o tres años pasaron en esos intentos. Mi inseguridad volvió cuando me di cuenta que el tiempo pasaba y yo seguía sola, en la facultad no encontraba a nadie interesante y yo tampoco parecía ser el blanco amoroso de ninguno de los chicos disponibles, mis amigas mientras tanto cambiaban de novios o aventurillas como de blusas. Hubo un período considerable en aquellos años de estudio, en el que adquirí el hábito de vomitar, yo lo atribuía siempre a los nervios de los exámenes "solo pasa cuando tengo un examen" me decía a mi misma para convencerme de que no existía ningún desorden de otro tipo (todavía los medios no hablaban de anorexia o bulimia) cuando en realidad lo que quería era adelagazar de la forma mas práctica posible. El problema era que el sistema de estudio de mis últimos años era SIP (Sistema de Instrucción Personalizada) o "abierto" y los exámenes eran diarios. Calculen ustedes las veces que vomitaba a la semana, por obra divina no pasó a mayores.

Aunque perdí mucho peso sin darme cuenta, otro problema vino a sumarse para llevar mi autoestima a una pendiente en la que fuí cayendo poco a poco, la presión social. Mi madre se empeñaba en comprarme ella misma la ropa (vestidos aseñorados en colores chillantes) y en mi condición de estudiante sin un empleo ni siquiera de medio tiempo que pudiera costear aunque fuera mis garritas "tu única obligación es estudiar y sacar buenas notas, no debes trabajar", aquello fué otro motivo más para convencerme de que nunca sería una muchacha normal. Lo peor del caso es que yo no estaba tan gorda, solo tenía algo de sobrepeso, pero me sentía como luchador de sumo ante comentarios de la boca de mi madre como "Ayyy, como quisiera tener una hija flaquita que pudiera lucir ropa tan bonita como esta", con la revista Vanidades entre las manos señalando vestidos de diseñadores famosos modelados por Christine Brinkley o Jerry Hall.

A mis 25 años ya tenía un empleo que costeaba todos mis gastos personales, incluyendo consultas con dietistas que me hacían temblar las manos durante meses debido las altas dosis de anfetaminas para quitar el hambre (uno de ellos fué Alejandro Hernández, del edificio Delta). Aunque nunca llegué a ser una Barbie, en muchas ocasiones adelagacé lo suficiente como para lucir modelitos que nunca hubiera imaginado, también tuve algunos novios interesantes (todos ellos delgados por cierto) y aprendí a sacarle partido a mis pocos atributos con el maquillaje y con mi sentido del humor. Pero nada de aquello fué suficiente para sentirme segura y bien plantada, por fuera lucía una máscara de seguridad y aplomo, pero evitaba a toda costa verme en los espejos (costumbre que no me he podido quitar) y lloraba a solas en la soledad de mi cuarto convencida de lo poca cosa que era.

Seguramente mi actitud perdedora fué la razón de tantas desilusiones amorosas y de mis constantes efectos yoyo en mi peso y en mi autoestima, lo que empezó convertirse en una obsesión maniaco-depresiva que me llevó a mucho tiempo en soledad. Mis amigas comenzaron a casarse, mis amigos comenzaron a emigrar hacia otras metas y cada vez sentía más pena por mí misma. Me comía el coco pensando qué había hecho yo para estar tan sola y la respuesta siempre apuntaba a mi físico: soy tan fea ... no valgo nada. En realidad no era una relación en pareja lo que me atormentaba, sino el disgusto que me causaba yo misma.

Cuando conocí a mi marido, ya me encontraba en una etapa de tranquilidad, más bien diría que era resignación. Nuestra amistad comenzó a ciegas, en un chat, ahí no era necesario sumir la panza ni maquillar mis eternas ojeras, no había dilemas sobre el tacón de mi zapatos por el temor a ser más alta que mi pareja; en el cyberespacio simplemente el físico no existe o al menos a él no le interesaba como yo lucía en lo más mínimo. Ahí, enfrente de un monitor de pantalla azul con millones de bytes convertidos en letras, fuí yo ... simplemente yo misma. La imagen escrita que me devolvía la pantalla era muy diferente de la que yo veía cuando por casualidad volteaba a verme en algún espejo, de pronto me encontré escribiendo la cantidad de amigos que tenía, el inmenso amor que había en mi familia, la salud de la que siempre había gozado, mi buen desempeño en el trabajo y la cantidad de familias que de él dependían, mis habilidades en ciertas areas y muchísimas cosas más de las que yo me había olvidado cuando la vida desvió mi mirada hacia lo externo, hacia lo no poseído.

Sin proponérselo y sin darse cuenta, mi marido me devolvió la confianza en mi misma, me hizo enamorarme por primera vez de mi persona y aceptarme como soy. Pero ojo, solo éramos amigos, el enamoramiento mutuo (de pareja) vino un año después. Curiosamente en ese año, conocí a otras personas que también se interesaron en mí, personas de carne y hueso ... de la vida diaria, hasta tuve oportunidad de elegir. Me elegí a mi misma, empecé a quererme, me perdoné por no haberme querido antes, me conocí a fondo y eso me liberó de mis complejos. Hasta el día de hoy sigo luchando contra el sobrepeso, voy a paso lento, a mi ritmo; porque mis prioridades son otras muy distintas ... aquellas que los ojos no miran. Aprendí que para poder dar amor a alguien más, hay que empezar por querernos a nosotros mismos para luego poder transmitir ese sentimiento hacia afuera.

No es vanidad ni arrogancia lo que me lleva hoy a escribir sobre ésta parte de mí, sino un testimonio honesto de esperanza que tal vez pueda servir a alguien más en una situación parecida. Ojalá así sea. Gracias por haber llegado hasta aquí.

Besitos, la Keru.

julio 02, 2008

Actualidad

Las cosas por éstos rumbos andan medio patas arriba, la Eurocopa demás de un campeón hispano, dejó a la población un poco descontrolada después de tanto estrés futbolero que repercutió por los cuatro costados en la vida tan cuadrara y senshillita de los chocolateros. El verano se ha dejado sentir con todo, a pesar de algunos oasis lluviosos en forma de pausa refrescante a los calorones de 30° (ja!). Coincidiendo además con el término del ciclo escolar que en éste país marca no solo a los estudiosos, es el parteaguas del año en el que la mayoría prepara sus maletas para irse aunque sea de camping a uno de los tantos lagos o ríos que por acá abundan, para no quedar fuera de tono con el resto al regreso en Agosto y poder contar peripecias propias.

La economía suiza sufre su punto más alto pues los pocos que no se van de vacaciones, se quedan para aprovechar las jugosas rebajas que a cualquier nivel, están a la orden del día. Las festividades locales de cada región encuentran también en el mes de julio, el escenario perfecto para borracheras colectivas con cierre de calles principales, muchísima comida (generalmente todo tipo de salchichas), juegos mecánicos y mucha más diversión para chicos y grandes.

En casa las cosas no son tan diferentes, el estrés se siente por todas partes. Por un lado Christof tiene su semana del deporte, hay que llevarlo y traerlo a diferentes puntos de reunión con su grupo dos veces diarias. Lo han llevado a nadar, a patinar inline, a hacer senderismo y todavia faltan dos días más de actividades. Zara es un caso aparte, termina el kinder no oficial y toda la semana ha sido en horario irregular entre idas al bosque, campamentos de indios y emotivas despedidas de sus compañeros y maestra. Gracias a Dios hoy fué el último día.

Mi maridis tiene un proyecto de trabajo muy importante que lo tiene desvelándose desde el domingo, amén de tener que soportar las altas temperaturas tanto dentro como fuera de la oficina (por cuestiones de ecología los grandes edificios tienen prohibido utilizar aire acondicionado en sus instalaciones cuando se encuentran en ciudades grandes como Zürich y Bern), situaciones que son una combinación letal para la convivencia en familia, luego de una jornada de trabajo en éstas condiciones.

Yo he sido la única normalita de familia, en calidad de ama casa no hay muchos compromisos que atender (WTF!), así que me la he pasado entre mis cosas habituales y los preparativos para el viaje a México: maletas, regalos, boletos de avión, confirmaciones, dejar limpio todo lo que se pueda, preparar lo necesario para las actividades de mis hijos, de mi marido y ... no me acuerdo de más cosas, pero seguro las hay. A pesar de todo, me he dado un tiempecito para llevar a mis hijos a pasear, a nadar y el viernes tenemos planeado ir al cine.

No me quejo, mi cuerpo es el que a veces protesta, pero tampoco dudo entre preferir ésta vida y otra más cómoda sin hijos y menos obligaciones. Soy de las que se aburren con las rutinas, no sé estar quieta, aunque a veces dos horas de televisión parecen ser suficientes para recargar pilas y seguirle machacando al trabajo. Invariablemente las noches son muy amenas, cuando los peques se acuestan mi maridis y yo tenemos luz verde para platicar un ratito mientras limpiamos juntos la cocina. Bajamos a la oficina y compartimos otro rato comentando novedades sobre noticias o internet, hasta que el tiene que trabajar un rato más y yo puedo escribir algo aquí.

Por ahora la ilusión del viaje no me permite agüitarme por nada y echarle todas las ganas hasta a las cosas que no me gustan. Mi familia nos espera también con ansias locas y la cuenta regresiva ha empezado a acelerarse, parece que fué ayer cuando decía que solo faltaban unos meses para estar allá ... hoy solo faltan unos días.

Sabia virtud de conocer el tiempo ....