
En todas partes se cuecen habas, decía mi abuela, y las altas esferas económicas de los más prestigiados bancos europeos no han sido la excepción en los últimos tiempos. Gracias a soplones y mucho dinero de por medio, se destapó una cloaca multimillonaria que puso al descubierto los nombres de muchos evasores de impuestos que anónima e impunemente transferían sus fortunas a los maravillosos paraísos bancarios en Lichtenstein y las Islas Cayman en los el pago de impuestos para los cuentahabientes es casi nulo amparándose en el tan llevado y traído "secreto bancario".
El primero de los escándalos saltó a la luz pública a finales del pasado año cuando un empeado ardido del
Bank Julius Bär en las Islas Cayman de nombre
Rudolf Elmer y haciendo uso de la información confidencial a la que tenía acceso, publicó en la página de internet
Wikileaks la forma en que dicha institución bancaria lavaba el dinero de sus clientes e incluyó una lista muy completa de éstos, luego de ser despedido de su puesto debido a una enfermedad que lo tuvo postrado el tiempo suficiente como para que le dieran su carta de retiro sin contemplaciones. Ante la imposibilidad del banco para demandar a su ex-empleado, los abogados de la institución abrieron una juicio en los Estdos Unidos en contra de la empresa que hosteaba la página en la que fueron publicados los tan comprometedores datos. En un principio el juez asignado al caso, mediante un mandato judicial, ordenó el cierre del sitio de internet. Medida de la que luego se retractó cuando los abogados de Elmer citaron uno de los artículos de la Constitución Estadounidense que la consideraba ilegal. La polémica sigue servida, aunque el banco no tiene mucho más por hacer, siguen en pie de guerra. Sea cual fuere el veredicto final, la credibilidad y confianza de los bancos suizos ha quedado por los suelos.
El segundo y más reciente caso, lo protagonizó el Servicio de Inteligencia Alemán (algo así como el equivalente al FBI norteamericano) al comprar por una cantidad entre 6 y 7.5 millones de dólares, la lista de clientes alemanes del Banco de Lichtenstein (propiedad del príncipe que rige el pequeño país y a quien se a tratado de desligar del escándalo) y otras entidades bancarias suizas. Según el gobierno alemán, ésta sería una forma de rescatar una buena parte del dinero producto de la evasión fiscal de sus ciudadanos. Al final, y después de recuperar por lo menos
doscientos millones de euros blanqueados por los lichtensteineses, hicieron pública la lista a los medios junto con el nombre del funcionario que vendió los datos: Heinrich Kieber. Una forma de los alemanes en el poder, de lavarse las manos ante la compra millonaria que en gran medida también corresponde a una no muy transparente práctica de la justicia.
"Money makes the world go around" cantaba Liza Minelli allá en 1972 en la película Cabaret situada en el Berlín de los años treinta, ahora parece que las cosas no han cambiado mucho y hasta puede resultar profética. En México estamos hartos de la corrupción del gobierno, de la pasividad de una gran parte de los ciudadanos y de que las cosas no se hagan como deber ser; pero no somos los únicos ya que cualquier sociedad por muy primermundista que se precie tampoco estâ excenta de malos manejos por intereses personales o gubernamentales. Una cosa si es segura, en estos tiempos modernos de tanta tecnologia y conocimiento en cualquier campo de la vida, las viejas prácticas de traiciones y deslealtades que a través de la historia han costado reinos, gobiernos y millones de vidas, siguen vigentes a pesar de los pesare manejando el mundo a su antojo para el que no hay modernidad que valga. He dicho!