Me rindo

Cuando esuché desde mi cuarto el timbre de mi casa y luego la vocecita de Zara gritándome que era mi vecina la corena a las tres de la tarde, no sé por qué diablos me pasó por la cabeza en fracción de segundos la idea de que venía a platicar, a poner punto final a su infantil actitud de todos éstos meses y conciliar las cosas de una buena vez por todas.

Busqué corriendo mi pantalón, que me había quitado para descansar un rato antes de la corredera para llevar a mis hijos a sus clasecitas extra-escolares, bajé las escaleras lo más rápido que pude y ahí estaba ella parada al salir mi puerta mojándose con la lluvia que no ha parado desde que amaneció. Tenía una sonrisa extraña, no parecían importarle las gotas continuas que la empapaban poco a poco y entre sus manos parecía proteger algo de la lluvia. Yo también le sonreí al preguntarle muy amablemente qué se le ofrecía y me sobresalté al instante cuando ví que de sus manos salía una cámara de video con el foquito rojo encendido y de su boca una bola de amenazas porque las llantas izquierdas de mi coche invadían la primera hilera de adoquines de 'su propiedad'.

Casi suplicándole le dije "Por favor, deja ya esas cosas, vive y déjanos vivir tranquilos, qué quieres de mí?". Se dió media vuelta al mismo tiempo que me decía que daría parte a la policía y se fué a su casa. Mi corazón latía demasiado aprisa, una mezcla de coraje, impotencia y lástima por ella hicieron que mi día se volviera negro. Estoy cansada, harta ... y al mismo tiempo me gustaria hacer algo por ella, pero ¿cómo?. Pregunta para el infinito.