Nunca como en los últimos meses me había portado tan 'ama de casa'. Tal vez los mimos de mi familia por haber sido la más pequeña, me convirtieron en una especie de 'princesita' a la que todo se le daba hecho y que, aunque agradezco ese enorme cariño, después de casada pagué una factura algo cara.
Hasta hace once años me di cuenta que no sabía cocinar, lavar baños, separar ropa por colores y texturas, cuidar y regar una planta, soportar olores fétidos y un sinfín de etcéteras.
Los primeros años de casada fueron duros en ese sentido, el pobre de mi maridis -que a decir verdad él si que estaba bien preparado para llevar una casa- me enseñaba pacientemente y soportaba mis experimentos culinarios. Luego, el interminable ensayo-error y mis muchas ganas de salir adelante, me llevaron poco a poco por el camino correcto.
Ya he confesado aquí -muchas veces- que los quehaceres domésticos no son lo mío, pero también reconozco que sin quererlo, últimamente se me ha ido convirtiendo en una obsesión aquello de la limpieza y el orden. Lo que si no he podido superar, es el planchado de las camisas que a diario, mi marido tiene que usar.
En fin, tampoco es totalmente negro el panorama, he hechado mano de algunos artilugios que me hacen las tareas de la casa menos problemáticas y asi se sobrelleva la situación. Lo que si he notado, es que cada vez me clavo más en ello. Atrás quedaron los interminables recorridos por las zapaterías buscando novedades, o en las tiendas de ropa, ahora casi siempre termino en el departamento de blancos, electrodomésticos o decoración. Que si un nuevo tapete para la entrada, que si un machucador de ajos, que si una colcha con motivos de acuerdo a la temporada, etc. etc.
El sábado próximo salimos de vacaciones a una rica playita y desde la semana pasada me propuse dejar la choza impecable, para no regresar con trabajo a la vista. Entre ésto, ir al gym -ya volví- y las actividades de fin de curso de mis criaturas, se me va el tiempo como agua y nunca son suficientes las 24 horas del día, a pesar de robarle solo cinco para dormir. Me duele todo, hasta el cabello, pero no me quejo porque desde que volví al ejercicio siento como que tengo energía de más.
También me volví vouyerista en la red, porque me en lugar de venir a escribir acá, me entretengo con los chismes de los famosos -de viva voz o letra- en Twitter. En Facebook abandoné todos mis juegos de rol y el resto de internet casi solo lo uso para ver mis series de TV.
Así es como se me cambia la vida, será la edad? será la costumbre? será melón? será sandía? o será la vieja del otro día?
Hasta hace once años me di cuenta que no sabía cocinar, lavar baños, separar ropa por colores y texturas, cuidar y regar una planta, soportar olores fétidos y un sinfín de etcéteras.
Los primeros años de casada fueron duros en ese sentido, el pobre de mi maridis -que a decir verdad él si que estaba bien preparado para llevar una casa- me enseñaba pacientemente y soportaba mis experimentos culinarios. Luego, el interminable ensayo-error y mis muchas ganas de salir adelante, me llevaron poco a poco por el camino correcto.
Ya he confesado aquí -muchas veces- que los quehaceres domésticos no son lo mío, pero también reconozco que sin quererlo, últimamente se me ha ido convirtiendo en una obsesión aquello de la limpieza y el orden. Lo que si no he podido superar, es el planchado de las camisas que a diario, mi marido tiene que usar.
En fin, tampoco es totalmente negro el panorama, he hechado mano de algunos artilugios que me hacen las tareas de la casa menos problemáticas y asi se sobrelleva la situación. Lo que si he notado, es que cada vez me clavo más en ello. Atrás quedaron los interminables recorridos por las zapaterías buscando novedades, o en las tiendas de ropa, ahora casi siempre termino en el departamento de blancos, electrodomésticos o decoración. Que si un nuevo tapete para la entrada, que si un machucador de ajos, que si una colcha con motivos de acuerdo a la temporada, etc. etc.
El sábado próximo salimos de vacaciones a una rica playita y desde la semana pasada me propuse dejar la choza impecable, para no regresar con trabajo a la vista. Entre ésto, ir al gym -ya volví- y las actividades de fin de curso de mis criaturas, se me va el tiempo como agua y nunca son suficientes las 24 horas del día, a pesar de robarle solo cinco para dormir. Me duele todo, hasta el cabello, pero no me quejo porque desde que volví al ejercicio siento como que tengo energía de más.
También me volví vouyerista en la red, porque me en lugar de venir a escribir acá, me entretengo con los chismes de los famosos -de viva voz o letra- en Twitter. En Facebook abandoné todos mis juegos de rol y el resto de internet casi solo lo uso para ver mis series de TV.
Así es como se me cambia la vida, será la edad? será la costumbre? será melón? será sandía? o será la vieja del otro día?
2 comentarios:
Hola Keru!!!
Estaba leyendo y parece que la que escribio esto fui yo, parece que llevamos la misma vida cotidiana.
Te platico que a mi tambien me trauma planchar las camisas de mi esposo, usualmente se iban a la tintoreria, pero como en este tiempo ahorrar es lo mas importante pues tube que tomar ese trabajo yo, y mira que me a pesado., jamas habia planchado esas camisas y menos dejarlas como recien salidas de Dry clean.
Saludos desde L.A
Martha
hola Keru, pues yo también al igual que tú ya le estoy agarrando sabor a esto de ser ama de casa, me gusta tener todo lo más limpio y ordenado posible (y pensar que antes me resistía a ello y añoraba mi querida oficina de soltera), gracias a Dios ahora todo es diferente, porque la vdd no extraño para nada esa frustración que sentía de no trabajar jeje.
saludos desde Mty !
P.D. lo que no sé es porque me tardé 7 años en que me cayera el veinte !
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