Qué oso!

Ayer en la mañana íbamos en el auto rumbo a un centro comercial, mi maridis en el lado del copiloto y los peques en el asiento de atrás, todos muy elegantes porque después de hacer unos 'pendientes' iríamos a comer. En una de las calles de mi pueblo, me detuve a hacer un alto obligatorio cuando de pronto veo en el carril contrario al conductor del auto que hacía lo mismo. Un hombre como de unos 30-35 años, de saco y corbata, el cabello castaño oscuro con mechas rubias perfectamente arreglado muy a la moda metrosexual, en fin, todo un bombón que me recordó al Beckham. Imposible pasarle desapercibido a cualquiera, aún a mí, que me tomó solo unos segundos viborearlo en todo su esplendor.

En ese cortísimo instante claramente ví como, a manera de saludo, inclinó un poco la cabeza sonriéndome cortesmente. Yo, que no estoy acostumbrada a esos menesteres, en lugar de corresponder el saludo bajé la mirada un poco nerviosa y luego voltée a ver a mi marido que como siempre estaba en la luna. Pensaba para mis adentros, en la poca vergüenza de aquel insolente que se atrevía a coquetearme delante de mi marido, aunque en el fondo me sentía halagada. Mi hijo me sacó de aquel atolondramiento cuando gritó "Mami, te está saludando el papá de Nico!, dile hola!". Inmediatamente levanté la mano para corresponder y me puse todavía más nerviosa, la cara del hombre también se descompuso cuando volteó a ver al asiento trasero y se encontró con la de mi hijo, compañero del equipo de futbol del suyo. "Mira el papá de Nico", le dije a mi maridis y luego ellos también se saludaron.

Ya con el auto en marcha, le platiqué riéndome como loca a mi media naranja de lo sucedido y de los ridículos pensamientos que pasaron por mi cabeza. Él, que me ve con ojos de amor, me contestó que es normal voltear a ver a una mujer guapa. Bien dicen que el amor es ciego.

Saludos!