Desde su nacimiento hasta agosto de este año, mi hijo siempre me había tenido preocupada en su desarrollo físico y mental. Por la característica perfeccionista de éste país, mi pobre criatura desde el año y medio de edad se la había pasado entre psicólogos, teraputas y neurológos pues no cumplía con las "normas" establecidas según los expertos. Que si tendría Síndrome de Déficit de Atención, que si su motricidad no era "suficiente" para su edad, que si su lenguaje era deficiente (a parte de aprender a hablar dos idiomas al mismo tiempo), que patatín que si patatán; inclusive a los cuatro años me lo sacaron del kinder porque según las maestras no estaba preparado para convivir con otros niños en grupo, hágame usted el refabrón cabor (como diría Catón).
Las veces que estuvimos en Monterrey por más de un mes, lo inscribía en un kinder cercano a la casa de mis padres y las maestras nunca se quejaron de nada, lo que me hacía suponer que no estaba tan mal. Para ser honesta, debo reconocer que es un tanto hiperactivo, un mucho mimado y muy, muy inteligente; pero para su desgracia su madre no fué educada en éste país y lo único que supe transmitirle fueron valores y enseñanzas "mexicanas" que distan mucho de las costumbres europeas. Algo que nunca consideró toda esta gente al hacer sus evaluaciones con parámetros totalmente locales.
Pues bien, en agosto de éste año sufrió un accidente, se rompió los huesos de la mano derecha y tuvo que ser operado de emergencia, algo que marcó un parteaguas en nuestras vidas. De un día para otro cambió radicalmente, más bien diría que maduró de un porrazo (nunca mejor dicho). Sigue conservando el carácter vivaz de cualquier niño de seis años, pero ahora comprende perfectamente lo que se explica y trata de seguir normas y reglas establecidas, algo que antes le costaba demasiado trabajo.
La semana pasada nos mandó llamar su maestra porque hubo una pelea entre mi querubín y el hijo de mi vecina coreana, de la que ya he hablado en algún post anterior, que es su compañero de clase. Lo raro es que ella y yo llevábamos una muy buena relación, como para aclarar las cosas entre nosotros sin tener que recurrir a terceros, algo que es muy perjudicial para los niños con reportes en el kinder considerando que el próximo año entran a la escuela primaria.
Aclaré las cosas con mi vecina, con la maestra y por supuesto con mi hijo en una plática previa a la de las dos primeras. Mi niño me contó lo sucedido, reconoció que le pegó en respuesta a la provocación del otro y le creí, aún así recibió un castigo por pegar al vecino quien tiene la desventaja de ser más pequeño en el aspecto físico. Me deprimí mucho al escuchar las quejas de la maestra y de la vecina, pensando en que tal vez yo estaría fallando como madre, durante algunos días y noches esa idea me dió vueltas en mi cabeza llena de tristeza y confusión. Tratando de enmendar "mi error" de la mejor manera posible, le hice ver a mi bebé cuándo defenderse de esa forma y cuándo no, tampoco quiero que sea el chivo expiatorio de sus compañeros, faltaba más! Me pasé horas platicando con él, poniéndole mil ejemplos, señalándole qué hacer en determinados casos, etc., todo con el fin de hacerlo entrar en razón. En mi opinión creo que algo logré, pues su comportamiento en casa también sufrió un cambio algo positivo.
El viernes pasado, volví a hablar con su maestra y me comentó lo mucho que Chris había avanzado en "competencia social" (como ellos llaman a este tipo de conductas) y me dijo que iba por buen camino. Pero sus palabras no surtieron efecto alguno en mí, desgraciadamente ya no confío en esta gente, hasta hace unas horas en que al terminar de cenar mi angelito se levantó de la mesa y empezó por recoger su plato. Luego siguió con el plato de los huesos de pollo, los tiró a la basura, volvió por el mío "ya terminaste mami?", recogió el de su hermana y así sucesivamente hasta dejar la mesa completamente limpia con un "ya solo tienes que lavarlos mami, te ahorré ese trabajo a tí". Fué directamente a su cuarto, se puso su pijama, recogió sus juguetes, me trajo un vaso de agua para tomar mis medicamentos, se lavó sus dientes y vino a despedirse y desearme "buenas noches". Y todo sin necesidad de pedírselo mil veces como cada noche. Me quedé de piedra, no salía de mi asombro, pero muy en el fondo recuperé mi seguridad maternal al pensar que no he de estar haciéndolo tan mal. Qué en cuestión de niños no hay reglas establecidas, sólo es cuestión de poner alma, vida y corazón; lo demás viene por añadidura!
Por eso y porque lo amo con locura, hoy le dedico una de mis canciones favoritas: Candyman, con imágenes de su serie favorita Lazy Town:
Te adoro mi príncipe!
Las veces que estuvimos en Monterrey por más de un mes, lo inscribía en un kinder cercano a la casa de mis padres y las maestras nunca se quejaron de nada, lo que me hacía suponer que no estaba tan mal. Para ser honesta, debo reconocer que es un tanto hiperactivo, un mucho mimado y muy, muy inteligente; pero para su desgracia su madre no fué educada en éste país y lo único que supe transmitirle fueron valores y enseñanzas "mexicanas" que distan mucho de las costumbres europeas. Algo que nunca consideró toda esta gente al hacer sus evaluaciones con parámetros totalmente locales.
Pues bien, en agosto de éste año sufrió un accidente, se rompió los huesos de la mano derecha y tuvo que ser operado de emergencia, algo que marcó un parteaguas en nuestras vidas. De un día para otro cambió radicalmente, más bien diría que maduró de un porrazo (nunca mejor dicho). Sigue conservando el carácter vivaz de cualquier niño de seis años, pero ahora comprende perfectamente lo que se explica y trata de seguir normas y reglas establecidas, algo que antes le costaba demasiado trabajo.
La semana pasada nos mandó llamar su maestra porque hubo una pelea entre mi querubín y el hijo de mi vecina coreana, de la que ya he hablado en algún post anterior, que es su compañero de clase. Lo raro es que ella y yo llevábamos una muy buena relación, como para aclarar las cosas entre nosotros sin tener que recurrir a terceros, algo que es muy perjudicial para los niños con reportes en el kinder considerando que el próximo año entran a la escuela primaria.
Aclaré las cosas con mi vecina, con la maestra y por supuesto con mi hijo en una plática previa a la de las dos primeras. Mi niño me contó lo sucedido, reconoció que le pegó en respuesta a la provocación del otro y le creí, aún así recibió un castigo por pegar al vecino quien tiene la desventaja de ser más pequeño en el aspecto físico. Me deprimí mucho al escuchar las quejas de la maestra y de la vecina, pensando en que tal vez yo estaría fallando como madre, durante algunos días y noches esa idea me dió vueltas en mi cabeza llena de tristeza y confusión. Tratando de enmendar "mi error" de la mejor manera posible, le hice ver a mi bebé cuándo defenderse de esa forma y cuándo no, tampoco quiero que sea el chivo expiatorio de sus compañeros, faltaba más! Me pasé horas platicando con él, poniéndole mil ejemplos, señalándole qué hacer en determinados casos, etc., todo con el fin de hacerlo entrar en razón. En mi opinión creo que algo logré, pues su comportamiento en casa también sufrió un cambio algo positivo.
El viernes pasado, volví a hablar con su maestra y me comentó lo mucho que Chris había avanzado en "competencia social" (como ellos llaman a este tipo de conductas) y me dijo que iba por buen camino. Pero sus palabras no surtieron efecto alguno en mí, desgraciadamente ya no confío en esta gente, hasta hace unas horas en que al terminar de cenar mi angelito se levantó de la mesa y empezó por recoger su plato. Luego siguió con el plato de los huesos de pollo, los tiró a la basura, volvió por el mío "ya terminaste mami?", recogió el de su hermana y así sucesivamente hasta dejar la mesa completamente limpia con un "ya solo tienes que lavarlos mami, te ahorré ese trabajo a tí". Fué directamente a su cuarto, se puso su pijama, recogió sus juguetes, me trajo un vaso de agua para tomar mis medicamentos, se lavó sus dientes y vino a despedirse y desearme "buenas noches". Y todo sin necesidad de pedírselo mil veces como cada noche. Me quedé de piedra, no salía de mi asombro, pero muy en el fondo recuperé mi seguridad maternal al pensar que no he de estar haciéndolo tan mal. Qué en cuestión de niños no hay reglas establecidas, sólo es cuestión de poner alma, vida y corazón; lo demás viene por añadidura!
Por eso y porque lo amo con locura, hoy le dedico una de mis canciones favoritas: Candyman, con imágenes de su serie favorita Lazy Town:
Te adoro mi príncipe!
4 comentarios:
Con los hijos no hay psicólogos, terapeutas, maestros, doctores ni suizos expertos que valgan
lo que vale es los principios y el amor que reciben en casa y ahora estás empezando a cosechar lo que sembraste
y tu hijo estoy segura que ha recibido una EXCELENTE educación
porque tiene una EXCELENTE madre
Completamente de acuerdo con Lula...
Decía Freud.."educa a tu niño como quieras, anyway te vas a equivocar"..O sea, al final lo que importa son los valores y principios, y lo que se le enseña en casa. Y por cierto, ni aún así los padres seremos responsables de las actitudes que en su momento puedan tomar nuestros hijos..precisamente por el libre albedrío que todos tenemos como personas. Tu haz tu mejor esfuerzo y quédate con la satisfacción del deber cumplido. Es cierto, que no me convence mucho el "uso" de psicólogos, terapeutas y demás...pero se que lo están haciendo, bajo la perspectiva de darle lo mejor para ellos..sus hijos..
Felicidades por tus querubines, y gracias por compartirlo...
Educar a un hijo es lo mas dificil del mundo. Y una a veces se siente tan impotente. Yo lo unico que le digo a mi niñote es que quiero que sea un niño feliz... lo demas solo vendra...
Saludos
Asi es esto de los hijos... y aun estas iniciando. Aqui podria entrar esto que reza en "Los limites de los padres" -puedo instruirte en lo malo y lo bueno, pero no puedo decidir por ti-. Y aparte solo te quiero recordar aquello que dice que de tal palo.. tal astilla. Digo, por aquello de que sea super inteligente e hiperactivo. ehh!
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