diciembre 17, 2010

Aventuritas de señoras


Ayer por la mañana me reuní con otras tres paisanas en casa de una de ellas, porque de ahí partiríamos todas juntas a Zurich, específicamente a la tienda de productos mexicanos para surtirnos de lo necesario para cocinar en nuestras respectivas celebraciones navideñas.

Yo estuve un poco bajo estrés porque tuve que ir casi de madrugada a dejar el coche al taller -un taller nuevo para ver si ahí le dan al clavo con el eterno problema de la descarga de la batería- ya que la hora de reunión era a las 8:30 AM. Santas desmañadas Batman!

Llegué haciendo 'safe' casi en punto de la hora pactada, las otras tres ya estaban con un pie dentro del coche de mi comadre Carolina que, como es casi nuevo, sería el que utilizaríamos para nuestras compras mañaneras.

Todo estaba fríamente calculado para volver a tiempo de preparar los sacrosantos alimentos de nuestros respectivos querubines y maridis, mas o menos alrededor de las doce del día.

Una vez en el coche, el cuarteto de viejas locas, ya íbamos haciendo de las nuestras atacadas de la risa cual adolescentes que se van de pinta. Apenas unas cuadras adelante mi comanche nos adivirtió que pararía en la próxima gasolinera porque, aunque el tanque no estaba por vaciarse, "más vale ir seguras y sin sorpresas" nos dijo igual de sonriente.

Se bajó a cargar el combustible (aclaración: en Suiza no existen los despachadores, solo self-service), mientras las otras tres seguíamos en el mismo tono cual guacamayas arrebatándonos la palabra unas a otras.

Risas y más risas, cuando de pronto mi comanche abre la puerta con la cara desencajada casi a punto de llorar y nos suleta un "muchachas, hice una pendejada: le puse gasolina sin plomo". Todas nos volteamos a ver extrañadas, con cara de 'y luego?'. La sonrisa se nos borró por completo cuando terminó la frase.. "es que el coche funciona con diesel!!!".

"Jesús del huerto!" ahora si que ni el Chapulín Colorado podría defendernos!

Muy a su pesar le habló al marido a su trabajo para informarle, como era de esperarse, se escuchó hasta donde yo estaba en el asiento de atrás un "Gottfried Stutz nochmal!", frase muy suiza que quiere decir algo así como "me lleva la que me trajo!". Le dijo de todo y con sobrada razón. Aunque no es por defender a mi comadre, que de tonta no tiene un pelo, pero es natural que si siempre había usado coches de gasolina, algún día tendría que pasar algo así al cambiar de tipo de combustible.

Hacía un frío de -6°C, yo la más porque afectada porque con la confianza de vijar en coche no me había arropado adecuadamente para este gélida bajón de temperatura, aún dentro y con el abrigo puesto sentía como el interior del auto se iba enfriando poco a poco y mi cuerpecito de uva... mucho más. Las demás tampoco lo estaban pasando lindo con tanto frío.



Mi comadre, digna representate del género femenino con raíz azteca, le dijo al dueño de sus quincenas que no se preocupara, que ella lo iba a arreglar. Por supuesto su primer pensamiento fué no encender ni mover el coche, se lanzó a pié a un taller cercano acompañada de otra del grupo y regresó con un mécanico y un ayudante.

Al final remolcaron el coche con todas nosotras dentro, auch! pobre carrito remolcador!, y nos llevaron al taller. Ahí, a una rayita de convertirnos en paletas vivientes, nos llevaron a la salita de espera donde luego de media hora, pudimos recobrar nuestros respectivos 36°C corporales.



Por supuesto que desde el principio nos habiamos olvidado de nuestra compras mexicanas, ahora ya más relajadas/resignadas, seguimos las chorcha en el taller. Donde por cierto, ni un cafecito nos ofrecieron, aunque el servicio técnico si estuvo de primera: en menos de dos horas quitaron el tanque del combustible, lo lavaron y ahí mismo lo llenaron -ahora si- con diesel.

Mi comadre había hecho, momentos antes, bromas sobre el gastazo que aquella tontería le iba a generar "ya me puedo olvidar de comprar regalos de navidad para mi familia" nos decía atacada de la risa. Pero se llevó una sorpresota cuando el cajero solo le cobró el equivalente a 500.00 pesos mexicanos. Wow! un pelo de gato considerando lo cara que es la mano de obra en este pais.

Terminamos la mañana en casa de ella, tomando cafecito y comiendo tamales que sobraron del festejo de la Virgen de Guadalupe del domingo pasado, aprovechamos para ultimar detalles de 25 y 31 de diciembre en los que nos reuniremos en tremenda pachangona de rigor para festejar todo junto.

Seguimos con las risas y la carrilla a mi comanche. En punto de las 11:30 AM salimos todas destapadas a hacer comidita para los nuestros.

Lo que pudo haber sido una tragedia, en otras circunstancias, no pasó de ser una anécdota divertida -y barata- que nos dió para toda la mañana... y más. Eso sí, hoy nos fuimos a Zürich muy temprano por la mañana, aunque nos encontramos con ésto:



Esta vez solo fuimos mi comadre preciosa y yo, pero igual nos divertimos de lo lindo, con todo y tormenta... Ah! cómo ingaos no!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Como me cagan las historias de pendejas mexicanas en el extranjero, pinche bola de interesadas casandose con extranjeros, bola de bigotonas!!!

Anónimo dijo...

Que bueno que sean tan buenas amigas, felicidades linda.
cep1967@msn.com.mx