abril 16, 2009

McCaos y McGastazo

Hoy llevé a Zara a McDonald's a la fiesta de cumpleaños de un ex-compañerito del kinder anterior, nos acompañaron Christof y el hijo de mi comadre Caro a quien me tocó cuidar esta tarde porque ella trabajó hasta tarde. Por supuesto que la invitación solo era para Zara, eso es muy normal acá en estas tierras y la mayoría lo entendemos así, por lo que planee las cosas de tal forma para comer nostros tres ahí mientras Zara estaba en el festejo. Así sucedió, desde el cristal podíamos ver a la chiquitina jugando y comiendo con sus amiguitos, mientras nosotros comíamos en un salón al lado.

Después de terminar nuestra comida, dejé a los chicos jugando con sus Nintendos y me fuí a convivir un rato con las demás mamás. Mi amiga Carmen es peruana (la mamá del festejado y presunto consorte de Zara, o sea casi mi consuegra ja!), una mujer super agradable y sencilla que cae bien a todo mundo. La mayoría eran paisanas de ella a excepción de mi amiga argentina, una brasileña y yo, por lo que pasé un rato muy agradable platicando de las mil y una cosas de nuestros diferentes países. A mitad de la fiesta ya habían llegado alrededor de doce niños, pero aquello parecía gotero, seguían llegando invitados con sus respectivas mamás y las edecanes del local no se daban abasto trayendo sillas del otro lado del local.

La fiesta no fluyó como normalmente sucede en esos lugares, los niños eran simplemente incontrolables y las animadoras no pudieron ni siquiera terminar un solo juego con ellos, mucho menos apagar las velitas en orden y cantar el Happy Birhtday... nadie hacía caso!. Las mamás brillaban por su ausencia y la jefa de las animadoras terminó dándose por vencida dejando de lado el protocolo infantil. Ocuparon su tiempo en llevar y traer trapeadores, servilletas a granel, separando niños agarrados del chongo y sudando la gota gorda. La mujer se olvidó de las buenas maneras y con cara de sargento mal pagado, daba órdenes a gritos a los chiquillos pero ni así lograba algo de control. Hasta Ronald McDonald brilló por su ausencia, seguro alguien le advirtió los latinitos haciendo de las suyas, sin embargo, los niños seguían llegando, aagghh.

De pronto Carmen se sentó a mi lado para descansar un poco, me dijo muy sorprendida y con algo de nerviosismo "oye, creo que vamos a terminar en cuarenta niños!!". Luego me di cuenta de su cara de preocupación, por cortesía ella ofrecía a los adultos algo de tomar o comer, a lo que casi nadie se negó. El pobre marido iba y venía al mostrador cargado de bebidas y algo de comida para los invitados, fué ahí cuando me cayó el veinte del gastazo que se iban a aventar con todos los 'extras' de los acompañantes de los invitados y del semblante de mi amiga. Me comentó que aunque en las invitaciones agregó el numero de teléfono para confirmar la asistencia de los niños, nadie lo hizo, que a pesar de eso ella nunca se imaginó que tooodos fueran a ir. Tremenda y costos sorpresa.

En dos ocasiones yo también he festejado a mis hijos ahí y sé lo que cuesta, que por los niños sale más barato que hacerlo en casa, siempre y cuando la cortesía para con los adultos se tome con moderación. También se supone de antemano que si se hace en McDonald's (el único lugar donde se pueden festejar ese tipo de fiestas para niños) los adultos deberíamos entender que cualquier gasto personal mientras dure la pachanga debe correr por nuestra cuenta. Pero son suposiciones, hoy me di cuenta que no siempre existe el sentido común y que muy a mi pesar (como dicen los suizos) el temperamento latino es de cuidado.

Lo cierto es que los niños se divirtieron como pocas veces se les permite en estos lares, sobre todo el cumpleañero, seguramente eso valdrá la pena para los padres y los hará olvidar el bajón en la chequera, oh si!.

Auf Wiedersehen!

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