En años pasados ya había comentado que en Suiza no existe el Día del Niño, pero yo siempre se los celebro llevándolos a comer a su lugar favorito y dándoles un regalito. Mi mamá les mandó los suyos desde Monterrey por adelantado. Hoy no pude festejárselos en el restaurant porque mi querubín mayor tenía cita con el ortodoncista justo a la hora de comida, así que les compré comida china, les di sus regalitos con su respectivo abrazote y su dotación enooorme de besos. Chris no lo disfrutó mucho porque desde que amaneció estaba muy nervioso por esa cita con el doctor pues hoy era el día cero en la que por fin le colocarían los frenos (correctores dentales), yo como siempre, tirándole mil choros para tranquilizarlo aunque no servían de mucho.
Zara se quedó en el kinder a la una de la tarde y nosotros dos nos dirigimos al consultorio. Mi niño iba muy calladito, pensativo, ni siquiera quiso tocar el Nintendo durante el trayecto (que eso es ya mucho decir). Yo trataba de tranquilizarme a mi misma, no quería parecer también nerviosa; y es que me imaginaba que la colocación tal vez sería dolorosa y con lo miedosillo que es no quería ni pensar en el escándalo que nos esperaba a los doctores y a mi. Cuando bajamos del coche y caminos hacia la puerta, me tomó de la mano y me la apretó fuertísimo, sentí como temblaba su manita sudada tratando de dejar su miedo en la mía. Me encomendé a Dios para que lo calmara y me olvidé del asunto, cada que volteaba a verme le sonreía y le decía que yo nunca le había tenido miedo a los doctores, que ellos nunca nos harán nada que nos dañe y que al contrario, los frenos le serviría para poner sus dientes en el lugar correcto. Le dije que al final tendría una sonrisota tan hermosa que le permitiría ganar el Mister Suiza cuando fuera grande, él se sonrió aunque no se si fué por el chistorete o de los nervios.
En el sillón dental, bombardeó al doctor con mil y una preguntas, volteaba a todos lados buscando las 'armas' del doc con la que torturarían, pero no las encontró por ninguna parte. Apareció la enfermera con una cajita azul con su nombre y sacó una pieza que el doctor colocó con mucha suiavidad en su paladar. Eso fué todo, la sacó y la metió las veces necesarias para los ajustes y la cosa no tardó más de veinte minutos. No hubo lágrimas ni gritos, al salir lo vi super contentísimo, me preguntó unas cinco veces si se veía guapo con la fina linea de metal entre sus dientes a lo que yo contesté en todas que si. Me dijo que le gustaban mucho, la verdad a mi también, hasta yo me sentía emocionada como si la que los tuviera puestos fuera yo.
La felicidad fué colectiva, Zara le soltó un GUAU!!! cuando lo vió, los vecinos también. Todos lo veían con envidia y yo no me explico por qué. Recuerdo que en la primaria yo tenía una compañera que usaba unos de aquellos que se cerraban atrás de la nuca, tipo freno de caballo de molienda, la mayoría se burlaban y ella perdió su chispa desde que se los colocaron. Se volvió retraída y no quería convivir con nadie, era como un estigma para la pobre. No cabe duda que los tiempos han cambiado y ahora es muy 'nice' traer esas cosas en la boca. Dice Zara que espera con ansias locas el día que ella también los use, quesque porque hace ver a las niñas mucho más bonitas, WTF! y a cada rato le pide a Christof que se los enseñe. El otro, muy orgulloso, abre la bocota cada que la chiquitina se lo pide... lo que hay que ver.
Hoy el día del niño fué grande para mí, al ver la felicidad de los míos.
Felicidades a todos los niños del mundo y bendiciones para los que no se dan cuenta que lo son o que lo fueron.
See you later aligators!
P.D. En la foto: cara y dientes llenos de salsa de lasagne, no se fijen mucho ja!
Zara se quedó en el kinder a la una de la tarde y nosotros dos nos dirigimos al consultorio. Mi niño iba muy calladito, pensativo, ni siquiera quiso tocar el Nintendo durante el trayecto (que eso es ya mucho decir). Yo trataba de tranquilizarme a mi misma, no quería parecer también nerviosa; y es que me imaginaba que la colocación tal vez sería dolorosa y con lo miedosillo que es no quería ni pensar en el escándalo que nos esperaba a los doctores y a mi. Cuando bajamos del coche y caminos hacia la puerta, me tomó de la mano y me la apretó fuertísimo, sentí como temblaba su manita sudada tratando de dejar su miedo en la mía. Me encomendé a Dios para que lo calmara y me olvidé del asunto, cada que volteaba a verme le sonreía y le decía que yo nunca le había tenido miedo a los doctores, que ellos nunca nos harán nada que nos dañe y que al contrario, los frenos le serviría para poner sus dientes en el lugar correcto. Le dije que al final tendría una sonrisota tan hermosa que le permitiría ganar el Mister Suiza cuando fuera grande, él se sonrió aunque no se si fué por el chistorete o de los nervios.
En el sillón dental, bombardeó al doctor con mil y una preguntas, volteaba a todos lados buscando las 'armas' del doc con la que torturarían, pero no las encontró por ninguna parte. Apareció la enfermera con una cajita azul con su nombre y sacó una pieza que el doctor colocó con mucha suiavidad en su paladar. Eso fué todo, la sacó y la metió las veces necesarias para los ajustes y la cosa no tardó más de veinte minutos. No hubo lágrimas ni gritos, al salir lo vi super contentísimo, me preguntó unas cinco veces si se veía guapo con la fina linea de metal entre sus dientes a lo que yo contesté en todas que si. Me dijo que le gustaban mucho, la verdad a mi también, hasta yo me sentía emocionada como si la que los tuviera puestos fuera yo.
La felicidad fué colectiva, Zara le soltó un GUAU!!! cuando lo vió, los vecinos también. Todos lo veían con envidia y yo no me explico por qué. Recuerdo que en la primaria yo tenía una compañera que usaba unos de aquellos que se cerraban atrás de la nuca, tipo freno de caballo de molienda, la mayoría se burlaban y ella perdió su chispa desde que se los colocaron. Se volvió retraída y no quería convivir con nadie, era como un estigma para la pobre. No cabe duda que los tiempos han cambiado y ahora es muy 'nice' traer esas cosas en la boca. Dice Zara que espera con ansias locas el día que ella también los use, quesque porque hace ver a las niñas mucho más bonitas, WTF! y a cada rato le pide a Christof que se los enseñe. El otro, muy orgulloso, abre la bocota cada que la chiquitina se lo pide... lo que hay que ver.
Hoy el día del niño fué grande para mí, al ver la felicidad de los míos.
Felicidades a todos los niños del mundo y bendiciones para los que no se dan cuenta que lo son o que lo fueron.
See you later aligators!
P.D. En la foto: cara y dientes llenos de salsa de lasagne, no se fijen mucho ja!
2 comentarios:
Felicidades a tus niños y a la niña que encierras en tu alma, se ve hermoso tu hijo.
Saludos desde este Monterrey con bocas tapadas.
Keru!! que buena onda que la visita al dentista no resulto para nada traumática!! lo bueno de los dentistas hoy en día es que han ido desarrollando técnicas para hacer las visitas mucho menos dolorosas y molestas y bueno, todo en beneficio de la salud bucal y estética de los niños, que como tu dices ahora mueren por traer esas cosas en la boca... traer eso los hace sentir "cool"
Que gusto por Chris!!
Te mando un abrazo de lejitos con mi cubrebocas bien puesto ;)
Nancy
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