Lolo era un niño como cualquier otro, las fechas navideñas solía pasarlas en casa de su abuela materna en la que se reunía toda su familia junto a primos y tíos que hacían de aquel enjambre de parentela, una fiesta a la era difícil rehusarse a ir. Pero aquel año el festejo fué muy diferente para Lolo, solo seis meses antes habia cumplido los ocho años y no podía imaginar lo que esa noche cambiaría su vida.
A la hora de rezar el rosario al Niño Jesús, de reojo vió como dos sus primos mayores le hacía señas invitándolo a salir de la sala donde se encontraba su abuela recitando las letanías de noche buena. Su infantil inocencia le impidió ver el extraño brillo en los ojos de sus primos, junto a una sonrisa malévola. Una vez afuera, le dijeron que participaría en un juego nuevo del que él sería el protagonista, pero para el que tendría que despojarse de su pantalón. Instintivamente Lolo respondió que no, que los juegos que él le gustaban no los jugaba sin ropa, pero antes de terminar su frase ya uno de los chamacos estaba sujetándolo por la espalda al momento en que el otro le sacaba el pantalón con una fuerza desmedida de la que la criatura no pudo defenderse.
Abusaron de él los dos infelices aquellos, en cada turno uno le tapaba la boca con su propio pantalón mientras el otro hacía lo suyo, el llanto de Lolo ahogado en aquel pedazo de tela no fué escuchado por nadie... "ruega por nosotros...". Aquel acto salvaje terminó con la amenaza de sus primos de matar a su madre si él contaba algo de lo sucedido, otra vez la inocencia hizo al niño creer en las palabras de esos pequeños demonios que lo marcaron para el resto de sus días.
Las violaciones se repitieron por muchos años más, por lo que en la edad adulta, Lolo se reprochaba a sí mismo el no haberlas evitado cuando ya tenía uso de razón. Calló su verdad durante todo ese tiempo, llegó a tener varias novias con las no duraba más que algunos meses y la gente siempre preguntaba por qué hacía sufrir a aquellas mujeres que tanto lo habían amado. Nunca dejó de ser la persona bonachona que desde sus días de infancia, siempre fué a pesar de lo sucedido: buen hijo, buen amigo, buen hermano y muy inteligente. Pero la procesión y el infierno los llevaba por dentro; Lolo seguía callando su verdad, dejando que lo juzgaran de mil y una formas. En sus treintas, todavía no sabía qué hacer con su sexualidad, sentía que las mujeres no le atraían y que los hombres le daban asco después de haber estado de los dos lados de la barrera.
Después de un período caótico en el que hasta pensó en suicidarse, optó por la homosexualidad y se sintió mejor, asumiendo lo que él pensó que era su destino. Pasó otro tiempo de desenfreno sexual, para el que puso distancia de por medio yéndose a vivir a otro país "más tolerante" y vivió experiencias que le confirmaron la preferencia sexual que había escogido. Hoy, ha vuelto a ser el hombre bueno y sereno de siempre, después de muchas parejas "casuales" encontró a un hombre igual de bueno y maduro que él con quien lleva más de cinco años de relación. Recuperó la inocencia que había perdido en las manos de aquellos adolescentes sin escrúpulos.
Hoy festejamos el día de los Santos Inocentes, en memoria de aquellos niños menores de dos años nacidos en Judea que Herodes mandó asesinar, trantando de evitar que el Mesías viniera a salvar al mundo. En la actualidad hay muchos Herodes que matan niños inocentes como Lolo aunque sin privarlos de la vida, haciéndolos víctimas de vejaciones, maltrato y transacciones sexuales. Recordamos también a éstos inocentes vivientes y elevemos una oración por todos ellos a lo largo y ancho del mundo.
Feliz Domingo!
A la hora de rezar el rosario al Niño Jesús, de reojo vió como dos sus primos mayores le hacía señas invitándolo a salir de la sala donde se encontraba su abuela recitando las letanías de noche buena. Su infantil inocencia le impidió ver el extraño brillo en los ojos de sus primos, junto a una sonrisa malévola. Una vez afuera, le dijeron que participaría en un juego nuevo del que él sería el protagonista, pero para el que tendría que despojarse de su pantalón. Instintivamente Lolo respondió que no, que los juegos que él le gustaban no los jugaba sin ropa, pero antes de terminar su frase ya uno de los chamacos estaba sujetándolo por la espalda al momento en que el otro le sacaba el pantalón con una fuerza desmedida de la que la criatura no pudo defenderse.
Abusaron de él los dos infelices aquellos, en cada turno uno le tapaba la boca con su propio pantalón mientras el otro hacía lo suyo, el llanto de Lolo ahogado en aquel pedazo de tela no fué escuchado por nadie... "ruega por nosotros...". Aquel acto salvaje terminó con la amenaza de sus primos de matar a su madre si él contaba algo de lo sucedido, otra vez la inocencia hizo al niño creer en las palabras de esos pequeños demonios que lo marcaron para el resto de sus días.
Las violaciones se repitieron por muchos años más, por lo que en la edad adulta, Lolo se reprochaba a sí mismo el no haberlas evitado cuando ya tenía uso de razón. Calló su verdad durante todo ese tiempo, llegó a tener varias novias con las no duraba más que algunos meses y la gente siempre preguntaba por qué hacía sufrir a aquellas mujeres que tanto lo habían amado. Nunca dejó de ser la persona bonachona que desde sus días de infancia, siempre fué a pesar de lo sucedido: buen hijo, buen amigo, buen hermano y muy inteligente. Pero la procesión y el infierno los llevaba por dentro; Lolo seguía callando su verdad, dejando que lo juzgaran de mil y una formas. En sus treintas, todavía no sabía qué hacer con su sexualidad, sentía que las mujeres no le atraían y que los hombres le daban asco después de haber estado de los dos lados de la barrera.
Después de un período caótico en el que hasta pensó en suicidarse, optó por la homosexualidad y se sintió mejor, asumiendo lo que él pensó que era su destino. Pasó otro tiempo de desenfreno sexual, para el que puso distancia de por medio yéndose a vivir a otro país "más tolerante" y vivió experiencias que le confirmaron la preferencia sexual que había escogido. Hoy, ha vuelto a ser el hombre bueno y sereno de siempre, después de muchas parejas "casuales" encontró a un hombre igual de bueno y maduro que él con quien lleva más de cinco años de relación. Recuperó la inocencia que había perdido en las manos de aquellos adolescentes sin escrúpulos.
Hoy festejamos el día de los Santos Inocentes, en memoria de aquellos niños menores de dos años nacidos en Judea que Herodes mandó asesinar, trantando de evitar que el Mesías viniera a salvar al mundo. En la actualidad hay muchos Herodes que matan niños inocentes como Lolo aunque sin privarlos de la vida, haciéndolos víctimas de vejaciones, maltrato y transacciones sexuales. Recordamos también a éstos inocentes vivientes y elevemos una oración por todos ellos a lo largo y ancho del mundo.
Feliz Domingo!
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