diciembre 30, 2008

Getting nuts!

No cabe duda que cuando uno más prisa tiene, más cosas se confabulan para hacernos retardar y el estrés nos hace actuar "raro". Hoy fuimos a comer a McDonald's poco antes de una cita con el pediatra de mi querubín, solo teníamos 45 minutos para ordenar, comer y llegar hasta el consultorio. En los más de nueve años que tengo de vivir acá, normalmente se ordena la comida y cuando la dependienta termina de preparar todo, se paga. Hoy la cosa, que en un principio parecía no tener dificultad alguna, se volvió caótica.

Estando en la fila saqué mi cartera y me di cuenta que no tenía dinero suficiente, le di al maridis mi tarjeta de débito pidiéndole fuera corriendo al cajero automático que está en la parte de afuera del establecimiento (no más de diez pasos de la puerta de entrada). Tocó mi turno y muy tranquilamente ordené la comida para mi pequeño batallón, cuando terminé "para comer aquí, por favor" la cajera me extendió la manó en señal de cobrarme. Le dije que le pagaba después, pero al parecer utilicé o pronuncié mal una palabra en alemán que no era la correcta y la muy boba no se dió por entendida de lo que yo le quería decir.

Me dijo que no me entendía y yo le repetí varias veces la misma oración hasta que con cara de fastidio me recalcó que no podía preparar la orden hasta que no le pagara por adelantado, le expliqué entonces (con otras palabras) que mi marido se encontraba en el cajero de afuera y que no tardaría ni cinco minutos en traerme el dinero, que por favor prepara la orden mientras él llegaba. La mujercita se enfureció y comenzó a regañarme por haberme atrevido a hacer fila y ordenar, sabiendo que no tenía el dinero listo; en un tono más alto me dijo que si no me daba vergüenza hacer esparar a las personas que estaban detrás mío puesto que ella tendría que esperar a tener el dinero en la caja para comenzar a servir la comida.

Yo me fijé en mi reloj y ella seguía con su perorata educativa, muy propia de los suizos que quieren siempre educar a la gente en público a base de ridiculizar al prójimo. Entonces en un tono molesto le pedí que si tanto problema había por hacer esperar a la gente de la fila, que pensara en ellos y preparara mi orden en beneficio de los demás clientes. Ella, más enojada aún, se fué del lugar pero sin hacer su trabajo. En ese momento llegó mi marido y me dió el dinero, pero a estas alturas ya estaba yo como fiera por la regañiza que me había puesto la inche vieja. En dos patadas le comenté a mi marido lo sucedido y cuando regresó del limbo la susodicha, le aventé el dinero tan enojada que cayó del otro lado del mostrador, híjole hasta yo misma sentí pena de mí por haber hecho semejante grosería (aunque haya sido involuntaria, fué producto del coraje, shame on me).

Ahí comenzó la batalla campal, todavía más enojada me reclamó el hecho y aclaró que era una nueva política de la empresa el no preparar órdenes sin recibir el pago por adelantado "usted viene seguido por aquí y lo debe de saber", me dijo. Yo, también montada en mi macho, le dije que era la primera vez que tenía que pagar primero y que hacía mucho tiempo que no iba a McDonald's por lo que no estaba enterada de su "nueva política", que de haberlo sabido ni siquiera me formo en la fila. Todo a gritó pelón, de parte mía, de la suya y de la de mi maridis; el cajero de al lado también entró en la discusión y hasta "pinche vieja problemática" me llamó. Por supuesto que mi marido no se iba a dejar y le gritoneó otras tantas cosas, yo no me quedé atrás y me salió lo arrabalera "tu cállate mocoso, no es tu problema" le dije. Que vergüenza, todavía lo recuerdo y siento pena propia, todo por una estupidez mía.

Mi marido seguía gritando, en un momento de lucidez le pedí que ya no discutiera y a ella le pedí que hiciera su trabajo y dejáramos de perder todos el tiempo. Al final, charola en mano, le ofrecí una disculpa tratando de suavizar las cosas, pero ella me con un "no, no la disculpo" rotundo; merecido me lo tengo.

El incidente me causó muchísimo malestar, tanto que durante las siguientes tres horas no se borró de mi memoria, pero en el fondo comprendí que lo que había hecho detonar mi primitivismo es esa costumbre suiza de querer corregir y educar a la gente en público que ya comenté renglones arriba. Todavía no sé de parte de quien estuvo la razón, pero no puedo negar que me siento culpable en gran parte, algo más que agregar a la lista de cosas en las que debo trabajar en el año que está por comenzar: la paciencia y la tolerancia.

Ya mero se acaba el año!!!

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