Dicen que la mejor forma de comenzar algo es, por el principio. Me siento en la necesidad de explicar el por qué del cierre del blog hace ya tres meses, debido a la cantidad enorme de comentarios en el post alusivo y a los e-mails que recibí con palabras de apoyo, comprensión y buenos deseos que los visitantes de éste humilde espacio me hicieron llegar al intuir que algo no andaba bien en mi vida personal.
Pues bien, la cosa empezó con aquella visita al pediatra de mi hijo a instancias de su maestra pues "el niño no es normal, se comporta raro", según sus propias palabras. La cita con el doctor la tuvimos sin el niño, solo mi marido y yo, en la que explicamos las razones que nos hacían solicitarle una valoración más profunda para mi hijo porque seguía con muchos problemas de socialización escolar. Cabe mencionar que en el área académica nunca ha existido ningún aspecto negativo, al contrario, es el segundo en su clase con mejores calificaciones; pero según su maestra, su comportamiento dejaba mucho qué desear. Después de una hora de plática con el pediatra, nos dió un pre-diagnóstico que en un principio no nos preocupó porque su nombre simplemente era totalmente desconocido para nosotros: Síndrome de Asperger (que a mí me sonó como a hiperactividad o algo parecido, pero un cosquilleo en mi nuca comenzó cuando leí que es considerado como dentro del "aspectro autista"). Solo nos aclaró que era algo relacionado con la incapacidad para las relaciones sociales, nos recomendó un medicamento y nos pidió que buscaramos bibliografía referente para darnos una idea e identificar si los síntomas correspondían al comportamiento de Chris.
Ese día, llegué a casa directo a la computadora, lo primero que encontré fué ésa página de Wikipedia y lo que leí me dejó sin respiración... algo mucho más complejo de lo que imaginaba. De inmediato busqué mas información, muchísima más: estudios, opiniones, formas de diagnóstico, tratamientos, efectos a futuro y muchos más etcéteras. Con cada nuevo artículo, mi ansiedad y nerviosismo crecían cada vez más, a veces ni terminaba de leerlos porque el nudo en la garganta y el corazón encojido no dejan a mi cerebro pensar con claridad. El colmo llegó con los videos de algunos niños con ése síndrome, a los que yo veía como aletargados o retardados porque claro, estaban medicados. En ese momento pensé lo que le esperaba a mi criatura, tal vez no podría ir la universidad o tener una familia como la nuestra. Peor aún, yo hacía como propios de él, los síntomas que veía en aquellos pequeñitos.
Inmediatamente tomé decisiones radicales: cerré el blog, dejé de ir al gimnasio, dejé la dieta (no había más tiempo para preparar dos comidas diferentes cada día) y hasta me olvidé de mi aspecto exterior. Me dedicaba día y noche a leer sobre el tema, a hacer cuestionarios de diagnóstico en la red y a buscar instituciones en éste país, que se dedicaran a tratar éste tipo de problemas. Todo sin un diagnóstico propiamente dicho, pues lo que nos había dicho el pediatra era que habría que hacerle valoraciones psiconeurológicas para confirmarlo. El hospital me dió cita para dos meses después, dos meses! y yo muriéndome de angustia viendo el futuro incierto y desvastador de mi hijo si el resultado daba la razón al pediatra, Dios! que agonía tan larga me esparaba.
Por supuesto que en una familia, si la madre no está bien, el resto de sus miembros no lo estará tampoco y la mía no fué la excepción. Mi angustia interna se tradujo en histeria y mal humor, que repercutieron en mi relación conyugal y en el ánimo de mis criaturas. Con mi marido, los pequeños problemas del pasado que habían ido quedando sin resolver, se magnificaron; con mis hijos las travesuras infantiles normales pasaron a ser motivo de castigos y enojos cada media hora.
Solo bastaron dos semanas para que este ritmo que inconscientemente impuse a mi familia, colapsara totalmente. Un viejo problema con mi marido, que yo creía resuelto, resurgió con mayor fuerza y solté la toalla. Pedí a mis suegros venir a mi casa para platicar y anunciarles mi deseo de divorciarme, se presentó mi suegro solo (el más ecuánime de esa pareja, como siempre el hombre) y le planteé la situación con mi marido. Por supuesto la culpa recaía en mi media naranja solamente y yo, ciega con tanto problema encima, me crecía en la razón ilusoria que me empujaba a separar a mis hijos de su padre. Mi suegro vino a traer un poco de calma y claridad proponiéndonos esperar un poco mediante una terapia psicológica. Yo para entonces ya había buscado ayuda profesional, pero fué un fiasco ante la poca profesionalidad de la persona que supuestamente me brindaría su ayuda y sus conocimientos, eso me hizo caer todavía más.
Recuerdo que una noche, desesperada después de muchas de no dormir como es debido, bajé al cuarto de la computadora y busqué ayuda "online". Me topé con un número de Locatel en la Ciudad de México en el que prestan ayuda psicológica por teléfono, no lo pensé dos veces y marqué de inmediato. La bendita mujer del otro lado de la línea, y del océanos a la vez, me puso los pies en la tierra; por su voz intuí que era muy joven y muy sabia al mismo tiempo, aclaró mis pensamientos y me dio opciones en las que yo hasta entonces no había pensado. Dos horas al teléfono fueron suficientes para darme cuenta que necesitaba calmarme o no tendría la fuerza necesaria para enfrentar los dos grandes problemas que me estaban acabando la vida.
El centro de toda mi depresión era, por supuesto, el problema con mi hijo. El mismo que me hizo magnificar el otro (el conyugal), la terapeuta en México después de dos horas de plática, me propuso buscar otro profesional en mi lugar de residencia y me tranquilizó aún más al explicarme más detalladamente lo que es el Síndrome de Asperger. Un poco más tranquila y viendo todo el tiempo que faltaba para que le hicieran los exámenes a mi hijo, hablé de nuevo con el pediatra y le explique la situación tan crítica que vivíamos en casa por la incertidumbre del diagnóstico. El hombre se puso también las pilas y nos consiguió otra cita más cercada en un centro de tratamiento Autista. De ahí las cosas fueron llegando más rápido, en ese centro lo valoraron e inmediatamente las dos psicólogas me dijeron de viva voz que mi querubín NO padecía ese síndrome, pero que si necesitaba la valoración psiconeurológica porque presentaba otros problemas menores que habría que ver más de cerca.
Hace dos semanas se le hicieron esas últimas pruebas y los resultados arrojaron un Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad, nos reunimos todos: mi marido y yo, las psicólogas del centro autista y la neuropsicóloga. Desde ese día duermo tranquila, tampoco me alegra ese diagnóstico pero no me preocupa pues es algo que conozco y que sé, se puede corregir con unos años de medicamento y entramiento. Mi marido y yo seguimos en terapia de pareja con un psicólogo de origen chileno que, por ser latino y por ser un poco allegados en cultura, nos ha ayudado muchísimo. Los problemas que enfrenté en estos tres meses siguen ahí, pero no estáticos, sino en vías de solución y los resultados ya son muy evidentes. Me siento tranquila y muy optimista en que todo va tomando su cauce poco a poco.
Tres meses se dicen fácil, pero vivirlos en tensión y angustia constante, los hace sentirse como una eternidad. Salir de una depresión, o ir saliendo como es mi caso, es muy difícil... pero no imposible; se los comparto más que como justificación por mi inactividad bloggera, como un testimonio personal que puede servir a alguien que pase por algo parecido. Mi abuela decía "al que no habla, Dios no lo oye" y yo lo puse en práctica al pedir ayuda a cuanta persona se me cruzó por el camino. Gritos desesperados por no destruír lo que con tanta ilusión mi marido y yo habíamos ido formando, y que "cuando la noche es más oscura, es que ya va a amanecer". Yo no creo que Dios nos mande estas pruebas de resistencia, creo firmemente que todos tenemos un plan de vida y solo hay que poner todo nuestro esfuerzo y energía para ir saltando esas pequeñas piedritas en el camino. Si, a estas alturas pienso que solo fueron eso: granitos de arena que pican en la planta de los pies y que con una pequeña sacudida nos dejan seguir nuestro camino.
Gracias a todos por su apoyo con sus comentarios y sus mails, lo escribo como siempre, con el corazón en la mano.
Au revoir!
Pues bien, la cosa empezó con aquella visita al pediatra de mi hijo a instancias de su maestra pues "el niño no es normal, se comporta raro", según sus propias palabras. La cita con el doctor la tuvimos sin el niño, solo mi marido y yo, en la que explicamos las razones que nos hacían solicitarle una valoración más profunda para mi hijo porque seguía con muchos problemas de socialización escolar. Cabe mencionar que en el área académica nunca ha existido ningún aspecto negativo, al contrario, es el segundo en su clase con mejores calificaciones; pero según su maestra, su comportamiento dejaba mucho qué desear. Después de una hora de plática con el pediatra, nos dió un pre-diagnóstico que en un principio no nos preocupó porque su nombre simplemente era totalmente desconocido para nosotros: Síndrome de Asperger (que a mí me sonó como a hiperactividad o algo parecido, pero un cosquilleo en mi nuca comenzó cuando leí que es considerado como dentro del "aspectro autista"). Solo nos aclaró que era algo relacionado con la incapacidad para las relaciones sociales, nos recomendó un medicamento y nos pidió que buscaramos bibliografía referente para darnos una idea e identificar si los síntomas correspondían al comportamiento de Chris.
Ese día, llegué a casa directo a la computadora, lo primero que encontré fué ésa página de Wikipedia y lo que leí me dejó sin respiración... algo mucho más complejo de lo que imaginaba. De inmediato busqué mas información, muchísima más: estudios, opiniones, formas de diagnóstico, tratamientos, efectos a futuro y muchos más etcéteras. Con cada nuevo artículo, mi ansiedad y nerviosismo crecían cada vez más, a veces ni terminaba de leerlos porque el nudo en la garganta y el corazón encojido no dejan a mi cerebro pensar con claridad. El colmo llegó con los videos de algunos niños con ése síndrome, a los que yo veía como aletargados o retardados porque claro, estaban medicados. En ese momento pensé lo que le esperaba a mi criatura, tal vez no podría ir la universidad o tener una familia como la nuestra. Peor aún, yo hacía como propios de él, los síntomas que veía en aquellos pequeñitos.
Inmediatamente tomé decisiones radicales: cerré el blog, dejé de ir al gimnasio, dejé la dieta (no había más tiempo para preparar dos comidas diferentes cada día) y hasta me olvidé de mi aspecto exterior. Me dedicaba día y noche a leer sobre el tema, a hacer cuestionarios de diagnóstico en la red y a buscar instituciones en éste país, que se dedicaran a tratar éste tipo de problemas. Todo sin un diagnóstico propiamente dicho, pues lo que nos había dicho el pediatra era que habría que hacerle valoraciones psiconeurológicas para confirmarlo. El hospital me dió cita para dos meses después, dos meses! y yo muriéndome de angustia viendo el futuro incierto y desvastador de mi hijo si el resultado daba la razón al pediatra, Dios! que agonía tan larga me esparaba.
Por supuesto que en una familia, si la madre no está bien, el resto de sus miembros no lo estará tampoco y la mía no fué la excepción. Mi angustia interna se tradujo en histeria y mal humor, que repercutieron en mi relación conyugal y en el ánimo de mis criaturas. Con mi marido, los pequeños problemas del pasado que habían ido quedando sin resolver, se magnificaron; con mis hijos las travesuras infantiles normales pasaron a ser motivo de castigos y enojos cada media hora.
Solo bastaron dos semanas para que este ritmo que inconscientemente impuse a mi familia, colapsara totalmente. Un viejo problema con mi marido, que yo creía resuelto, resurgió con mayor fuerza y solté la toalla. Pedí a mis suegros venir a mi casa para platicar y anunciarles mi deseo de divorciarme, se presentó mi suegro solo (el más ecuánime de esa pareja, como siempre el hombre) y le planteé la situación con mi marido. Por supuesto la culpa recaía en mi media naranja solamente y yo, ciega con tanto problema encima, me crecía en la razón ilusoria que me empujaba a separar a mis hijos de su padre. Mi suegro vino a traer un poco de calma y claridad proponiéndonos esperar un poco mediante una terapia psicológica. Yo para entonces ya había buscado ayuda profesional, pero fué un fiasco ante la poca profesionalidad de la persona que supuestamente me brindaría su ayuda y sus conocimientos, eso me hizo caer todavía más.
Recuerdo que una noche, desesperada después de muchas de no dormir como es debido, bajé al cuarto de la computadora y busqué ayuda "online". Me topé con un número de Locatel en la Ciudad de México en el que prestan ayuda psicológica por teléfono, no lo pensé dos veces y marqué de inmediato. La bendita mujer del otro lado de la línea, y del océanos a la vez, me puso los pies en la tierra; por su voz intuí que era muy joven y muy sabia al mismo tiempo, aclaró mis pensamientos y me dio opciones en las que yo hasta entonces no había pensado. Dos horas al teléfono fueron suficientes para darme cuenta que necesitaba calmarme o no tendría la fuerza necesaria para enfrentar los dos grandes problemas que me estaban acabando la vida.
El centro de toda mi depresión era, por supuesto, el problema con mi hijo. El mismo que me hizo magnificar el otro (el conyugal), la terapeuta en México después de dos horas de plática, me propuso buscar otro profesional en mi lugar de residencia y me tranquilizó aún más al explicarme más detalladamente lo que es el Síndrome de Asperger. Un poco más tranquila y viendo todo el tiempo que faltaba para que le hicieran los exámenes a mi hijo, hablé de nuevo con el pediatra y le explique la situación tan crítica que vivíamos en casa por la incertidumbre del diagnóstico. El hombre se puso también las pilas y nos consiguió otra cita más cercada en un centro de tratamiento Autista. De ahí las cosas fueron llegando más rápido, en ese centro lo valoraron e inmediatamente las dos psicólogas me dijeron de viva voz que mi querubín NO padecía ese síndrome, pero que si necesitaba la valoración psiconeurológica porque presentaba otros problemas menores que habría que ver más de cerca.
Hace dos semanas se le hicieron esas últimas pruebas y los resultados arrojaron un Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad, nos reunimos todos: mi marido y yo, las psicólogas del centro autista y la neuropsicóloga. Desde ese día duermo tranquila, tampoco me alegra ese diagnóstico pero no me preocupa pues es algo que conozco y que sé, se puede corregir con unos años de medicamento y entramiento. Mi marido y yo seguimos en terapia de pareja con un psicólogo de origen chileno que, por ser latino y por ser un poco allegados en cultura, nos ha ayudado muchísimo. Los problemas que enfrenté en estos tres meses siguen ahí, pero no estáticos, sino en vías de solución y los resultados ya son muy evidentes. Me siento tranquila y muy optimista en que todo va tomando su cauce poco a poco.
Tres meses se dicen fácil, pero vivirlos en tensión y angustia constante, los hace sentirse como una eternidad. Salir de una depresión, o ir saliendo como es mi caso, es muy difícil... pero no imposible; se los comparto más que como justificación por mi inactividad bloggera, como un testimonio personal que puede servir a alguien que pase por algo parecido. Mi abuela decía "al que no habla, Dios no lo oye" y yo lo puse en práctica al pedir ayuda a cuanta persona se me cruzó por el camino. Gritos desesperados por no destruír lo que con tanta ilusión mi marido y yo habíamos ido formando, y que "cuando la noche es más oscura, es que ya va a amanecer". Yo no creo que Dios nos mande estas pruebas de resistencia, creo firmemente que todos tenemos un plan de vida y solo hay que poner todo nuestro esfuerzo y energía para ir saltando esas pequeñas piedritas en el camino. Si, a estas alturas pienso que solo fueron eso: granitos de arena que pican en la planta de los pies y que con una pequeña sacudida nos dejan seguir nuestro camino.
Gracias a todos por su apoyo con sus comentarios y sus mails, lo escribo como siempre, con el corazón en la mano.
Au revoir!
8 comentarios:
Animo Keru...Saludos,
:'( caray, pusiste jugosito un ojito mio Gracias por compartir la experiencia..
Animo, y suerte!
Pues amiga, a echarle ganas que no nos queda de otra.
Gracias a Dios no fue lo que tanto temías,
pero de verdad que dificil situación, y ahi te diste cuenta que tan vunerable y a la ves que fuerte eres.
desde el otro lado del charco, estan en mis oraciones
un beso
Querida Keru
Que alegría me da volverte a leer, se te extrañaba mucho. Del otro lado, yo sé que las cosas volverán a la armonía. Es cuestión de tiempo. Están en mis oraciones y pensamientos. Dios los llene de cosas buenas hoy y siempre.
un beso, con mucho cariño
Hola, Keru, me senti de pronto identificada contigo, se lo que es gritar por ayuda, también eh visto tantas veces ese teléfono de locatel en México y yo estando a distancia, tal vez un día llame, y respecto a la terapia la necesito tambén. espero salir de la depre, se que es una lucha diaria.
Keru!! me da mucho gusto volver a leerte ya te extrañaba :), respecto a lo de tu Kerubin como bien tu lo dices con tratamiento se puede corregir, tengo dos sobrinos que lo tienen y han mejorado mucho, lo mas importante es el amor y la comprension de su familia.
Un abrazo y que bueno que estas de regreso.
Clau F
Saint: Gracias colega, aqui andamos de nuevo.
@ Alejandro: Ya pasó todo, por eso me animé a contarlo aqui, ahora voy cuesta arriba pero con mucho ánimo. Gracias Alex.
@ Lupita: Ay amiguis, que decirte a ti que siempre estuviste ahí conmigo? Solo Gracias!
@ Ivi: Gracias por tus buenos deseos, se que me entiendes porque tenemos muchas cosas en común y por ello te agradezco. Saludos!
@ Anónimo: Lo más difícil es empezar, buscando se encuentra y no faltará alguien que te ayude. No lo dejes a un lado, verás que luego te lamentarás de haber esperado. Lo demás viene solo. Animo.
@ Clau F.: Gracias por compartir tu experiencia familiar, eso también me ayuda a seguir adelante Clau. Gracias por regresar!
Keru, recuerdo bien esos primeros días en que cerraste el blog, es así precisamente como lo describes que es como te escuchaba y desde este lado del oceano me sentí impotente ante las tribulaciones en que te encontrabas para poder ayudarte en algo... Gracias a Dios primero que nada tus peores temores no fueron ciertos y Chris no padece ése trastorno, cuando leí aquella página, al igual que tu, los mismos nervios o la ignorancia del tema hacen a uno ver las cosas de color negro, que bueno que esta en manos profesionales y con la ayuda de Dios, él va a salir adelante y a cumplir muchos muchos sueños propios y tuyos también y darte además muchas satisfacciones.
De lo de la crisis matrimonial, me da un gusto enorme saber que las cosas estan mejor, sólo el que los ve puede darse cuenta de que se complementan, así con lo difícil que a veces pueda resultar, lo importante es que defendieron lo que con tanto cariño y esfuerzo han construido a través de los años y salieron airosos.
Keru estoy feliz con tu regreso, ya sabes que los quiero mucho, y desde aca, en mi por momentos atribulada vida, siempre tengo un espacio amable y lleno de cariño cuando platico contigo o cuando los recuerdo... muchos abrazos y estamos en contacto.
Nancy
P.D. En la noche me voy a USA voy a pasar alla la navidad y año nuevo. :)
Besos
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