Mamá Gallina

Heme aquí, después de dos días intensos de ... hospital, tratando de concentrarme en algo diferente. A mi querubín lo operaron ayer de las amígdalas y, como es de esperar, el stress comienza desde un día antes. Gracias a Dios todo salió bien, mi maridis tomó dos semanas de vacaciones y mi querido vástago me mandó a casita porque "hoy le toca a mi papi quedarse a dormir conmigo". En vano me pasé toda la tarde tratando de convencerlo de que YO soy la más indicada para cuidarlo también durante la segunda noche (sin muchos argumentos porque el padre lo hace igual o mejor que yo) pero nada, el condenado huerco me despidió desde las siete de la tarde diciéndome que ahora era el turno de su papi. Y para rematar, la hermana se fué de jacalera a quedarse a dormir en casa de los tíos.

A veces me pregunto si hago bien en educarlos para que sean independientes y seguros de sí mismos. Las pobres enfermeras andan todas asoleadas con éste niño tan demandante, pero en cierto modo ellas mismas tienen la culpa, cada que cambian de turno van y se presentan con él y todas le dicen lo mismo: "si necesitas algo, sólo pícale a éste botoncito". Y luego ahí lo tienen todo el turno fregándoles que ya se acabó el suero y que vengan a cambiar la bolsa, que necesita más té, que las baterías del control remoto de la TV ya no funcionan, que cierren las persianas porque entra mucho el sol, que cierren la ventan porque ya le dió frío, etc., etc. Y todo teniéndonos a nosotros al lado, pero el se toma muy a pecho el ofrecimiento de las chicas de blanco trayéndolas para arriba y para abajo, señal de que está bien pienso yo.

La que no está tan bien es la mamá, no dejo de sentirme un poco culpable por dejarlo en el hospital, me parece que no es lo normal aunque contradictoriamente es la forma en la que él nos ve a su papá y a mí en igualdad de condiciones. Mañana regresa a casita a comer helado a mañana, tarde y noche; y claro, sabedor de su condición convalesciente, a hacer de nosotros cuales marionetas a merced de sus caprichos. Yo por lo pronto ya le arreglé su cuarto de pies a cabeza para que tenga todo a la mano, pero no me pareció suficiente y le fuí a comprar un regalito por haberse portado tan valiente a la hora de entrar con una gran sonrisa en quirófano. Desde semanas antes le estuve explicando qué era lo que le iban a hacer y, aunque ésta es su tercera operación en sus cortos seis años de vida, no dejaba de preocuparse por las "bolitas" que la doctora le iba a quitar. En fin, ya pasó todo y no pudo haber sido mejor. Esta fué otra historia de Mamá Gallina.

Mamá Gallina siempre estaba en la cocina
cuando no había ensalada, era una sardina.
Papá Gallo no faltaba un día
siempre cantaba de madrugada, al amanecer y al mediodía.

Mamá Gallina no usaba lejía
pero limpia iba todos los días.
Mamá Gallina y Papá Gallo eran felices todos los días
siempre hacían lo que su conciencia les decía.

Papá Gallo y Mamá Gallina
dos polluelos tenían
y los dos con distinta simpatía
felices y alegres todo el día.

Con nadie se metían
y siempre las leyes cumplían
Mamá Gallina y Papá Gallo solo pedían que Dios
los dejara vivir en armonía
para ser felices y vivir siempre con alegría.

Saludos!