Casinos: mucho más que un paraíso para ludópatas

Este tema lo conozco demasiado bien, mi abuelo materno era un tahúr consumado y algunos miembros de mi familia heredaron ésta maldita "virtud". Entre ellos mi madre, que empezó a los 45 años jugando Continental con un grupo de amigas una vez por semana y hoy haría palidecer al mismísimo Birjan. Hace algunos años el dolor de cabeza de padres y/ó cónyuges eran las loterías masivas que se expendieron como peste por Monterrey y su área metropolitana. Por algún tiempo todo fué color de rosa, hasta que se dieron cuenta las autoridades del gran negocio que ésto representaba. Comenzaron por cerrales los garitos, y luego por pedirles una "cooperación voluntaria" a los dueños de éstos centros. En vano fueron las protestas de miles de ciudadanos a través de los medios locales solicitando el cierre de las "jugadas" (el mayor ícono anti-loterías fué Mario Gámez en sus tiempos de gloria), los corajes de los maridos y/o esposas, los regaños de los padres y hasta ver el salario completo totalmente malgastado en las arcas de éstos centro de entretenimiento. Los jacalones seguían llenos hasta el tope de gente ingenua y ambiciosa de ganar dinero "fácil".

Con el tiempo se fué sofisticando la pobre infraestructura y reglamentación de juego de las loterías de marras, hasta llegar a utilizar micrófonos, monitores de alta tecnología y un dispositivo automático muy parecido, si no es que mejor, de las tradicionales jugadas de Bingo norteamericanas. Pero la cosa no quedó ahí, a raíz de éste éxito un empresario visionario estableció el elitista "Centro de Apuestas Caliente" (no estoy muy segura, pero parece ser el mismo dueño de algunos bares de Table Dance regiomontanos) que contaba con todos los permisos de SEGOB debido una ley aprobada en 2002 sobre el uso de "máquinas de destreza mental" con fines de lucro y en el que los precios no eran tan accesibles para todo el público. La brecha ya estaba abierta, y ante el camino de algodón dejado por Caliente, se abrió el primer casino estilo Las Vegas en el Hotel Granada Inn de nombre "Buena Vista" en el cerro del Topo Chico. De ahí cundió éste mal social y ahora en Nuevo León tenemos más casinos que centros asistenciales y bibliotecas.

Los hay de todos los sabores y colores, en mis últimas visitas a Monterrey estuve en uno o dos por la insistente invitación de mi sacrosanta madre, y ha decir verdad no le piden nada a los de Las Vegas. Según me cuenta ella, sobra decir que es una experta, entre los mejores en cuanto a instalación y "servicio" están el Revolución ubicado en la calle del mismo nombre y el Jack de Plaza Valle Oriente. Los término medio son el 777 en Revolución y José Alvarado, Las Palmas en San Jerónimo, el Golden en Plaza La Silla y otro en Plaza Fiesta San Agustín del que no recordó el nombre. Hay uno que opera en dólares en la colonia Vista Hermosa llamado La Habana, por si fuera poco el dineral que la gente va a regalarles, ésta gente lo hace de forma muy "nice" en moneda extranjera.

Estos son solo los que ella conoce, pero según algunas investigaciones periodísticas, se estima que operan 25 casinos, la mayoría de los cuales no tiene autorización y trabajan con amparos federales; la "mordida" será aparte? por lo menos así lo dejó claro el dueño de Las Palmas al asegurar "... extraoficialmente, el alcalde me ha pedido $1 millón de pesos de ‘mordida’ para permitirnos abrir”.

Esto no termina aquí, la cosa va todavía más allá pues " ... el 18 de agosto de 2006, el gobierno estatal firmó un convenio con el entonces secretario Carlos Abascal, que pretendía revisar la operación de los casinos de manera conjunta; sin embargo, la revisión de casinos no se llevó a cabo. En 2004, el entonces diputado también impulsó una controversia ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) contra el reglamento de la Ley de Juegos y Sorteos expedido por Creel Miranda. El pasado 22 de enero, la SCJN validó la legalidad del reglamento y con ello los permisos autorizados que incluyen apuestas remotas a distancia (books), los juegos numéricos (bingo) y cruces de apuestas"(Crain Monterrey, edición 212).

Lo dicho, los casinos y loterías que pululan por todo el estado, no son sólo paraísos terrenales para enfermos del juego, sino blanco perfecto para engorsar las cuentas bancarias de sus dueños, pugnas politiqueras y a veces hasta para el blanqueo de dinero, siendo éstas personas las únicas beneficiadas por ésta clase de negocio; amén de la fuente de trabajo que generan.

Este tipo de "diversiones" afectan enormemente el entorno social familiar, sobre todo la gente necesitada que piensa ingenuamente que el juego les sacará algún día de sus problemas, sin pensar que con esa actitud ignorante lo único que se hace es el crecimiento de un negocio sucio y aprovechador. Mi padre solía decirme que éstos antros, así como los prostíbulos y las cantinas, crecen en base a lágrimas y las ganancias nunca rinden; viendo la situación actual, creo que el pobre estaba equivocado. Los que no tienen éste tipo de problemas económicos también se afectan a sí mismos y su entorno, restándole tiempo a la convivencia familiar, al deporte, al descanso ... al simple hecho de vivir la vida con tranquilidad.

Y no es que esté en contra de la diversión sana, yo misma los he visitado y lo he pasado bien, pero siempre he sido muy cuidadosa del dinero porque sé el trabajo que cuesta ganarlo como para regalárselo a quien le sobra. Como decía aquel viejo slogan de una compañía de bebidas alcohólicas: "Nada con exceso, todo con medida" y en éste caso más porque ... los casinos no son cosa de juego!

Ya estamos a mitad de semana, arriba corazones!