Muy pocas veces en éste blog he hablado de la mujer que me dió la vida. Razones hay de sobra para escribir hasta un libro acerca de ella, una mujer valerosa, trabajadora, cariñosa hasta la médula y, sobre todo, muy inteligente. Desde que tuve uso de razón (si es que la tengo) la esuché referirse siempre a mí como su "querubina", de ahí la razón de mi pseudónimo. Por supuesto que también tiene chorrocientas mil cualidades más que no alcanzaría a enumerarlas, pero hoy hizo gala de una se sus más apreciadas virtudes: su comprensión. Platicando con ella en el teléfono y escuchando las novedades, que casi siempre tienen que ver con mis demás hermanos, me preguntó si algo me pasaba. El amor de madre nos hace hasta adiviniar el pensamiento de los hijos y ella no es la excepción.
Nunca fué el tipo de madre que se hace amiga de sus hijas, al menos con mis hermanas mayores siempre fué todo lo estricta que no fué conmigo, eso me cuentan ellas cada que tienen la oportunidad y me llaman "chiflada" por ello. En mi adolescencia lo fué también conmigo porque fuí un mucho rebelde, pero de eso ellas no se acuerdan. Cuando me hice un poco mayor, y ante mi acostumbrada forma tan "abierta" y "comunicativa" de ser, las cosas cambiaron. Aprendió a escucharme, a aconsejarme y a guiarme sin exigirme seguir esos consejos dejando que fuera yo quien libremente decidiera, algo que le agradeceré hasta el último de mis días.
Hoy, ante su pregunta adivinadora le comenté sobre una tristeza mía, que a los ojos de los demás podría parecer irrelevante, y que por su institivo conocimiento de mi persona intuyó la importancia que a ese tipo de cosas le doy. Me escuchó atentamente, me entendió y me roció con su bálsamo de amor hecho palabra haciéndome sentir como nueva. Me ayudó a tomar una decisión, mi tristeza dejó de serlo y me sentí más cerca que nunca de ella, a pesar del oceáno que nos separa.
No es hoy su cumpleaños, tampoco el día de la madre; ésas fechas aunque significativas, casi siempre se me olvidan porque la tengo siempre presente en mi alma y en cada parte de mi ser. Gracias "amá" te amo!
Nunca fué el tipo de madre que se hace amiga de sus hijas, al menos con mis hermanas mayores siempre fué todo lo estricta que no fué conmigo, eso me cuentan ellas cada que tienen la oportunidad y me llaman "chiflada" por ello. En mi adolescencia lo fué también conmigo porque fuí un mucho rebelde, pero de eso ellas no se acuerdan. Cuando me hice un poco mayor, y ante mi acostumbrada forma tan "abierta" y "comunicativa" de ser, las cosas cambiaron. Aprendió a escucharme, a aconsejarme y a guiarme sin exigirme seguir esos consejos dejando que fuera yo quien libremente decidiera, algo que le agradeceré hasta el último de mis días.
Hoy, ante su pregunta adivinadora le comenté sobre una tristeza mía, que a los ojos de los demás podría parecer irrelevante, y que por su institivo conocimiento de mi persona intuyó la importancia que a ese tipo de cosas le doy. Me escuchó atentamente, me entendió y me roció con su bálsamo de amor hecho palabra haciéndome sentir como nueva. Me ayudó a tomar una decisión, mi tristeza dejó de serlo y me sentí más cerca que nunca de ella, a pesar del oceáno que nos separa.
No es hoy su cumpleaños, tampoco el día de la madre; ésas fechas aunque significativas, casi siempre se me olvidan porque la tengo siempre presente en mi alma y en cada parte de mi ser. Gracias "amá" te amo!
Pórtense bien y cuídense mucho!
2 comentarios:
Hola Kerubin@ me encnto como te refieres a tu mamá saludos desde monterrey
Gracias por tu visita Vic!
Saludos!
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