septiembre 11, 2006

9/11: doble tragedia

Eran pasadas las tres de la tarde de aquel fatídico 11 de septiembre, mi hijo mayor sólo contaba con poco más de un año y se encontraba dormido en su recámara. Mi marido se acababa de ir al trabajo después de haber comido los tres juntos, cuando de pronto suena el teléfono y escucho del otro lado de la línea a mi hermana mayor un poco seria.

Yo me encontraba viendo las noticias por Televisión Española (TVE), y quité el sonido para poder hablar con ella. Me dijo que tenía algo muy grave que contarme, que lo hacía a escondidas del resto de la familia porque todos habían decido no preocuparme, pero que ella pensaba que yo también tenía derecho a saberlo aunque me encontrara lejos, tal vez yo podría hacer algo. Con ésas palabras no podía más que ponerme a temblar y nerviosa le pregunté: "Ya suéltala que pasa?"

Precisamente en ese momento, en el Telediario de la mencionada estación de televisión aparece una imágen de una de las torres del World Trade Center llena de humo en la parte media superior. Al pie del video estaba un comentario inicial en el que se pensaba que un avión se había estrellado accidentalmente.

En eso, mi hermana me dice que acababan de recibir los resultados clínicos de mi hermano mayor que desde hacía un mes estaba enfermo y los doctores no habían podido localizar el origen de su malestar. De pronto, en el televisor aparece claramente otro avión volando directo a la segunda torre gemela y se estrella al mismo tiempo que mi hermana pronunciaba las siguientes palabras: "Nuestro hermano tiene cáncer, uno de los más duros y además principios de Alzheimer".

Me quedé helada, no sabía cuál de las dos situaciones era más horrorosa, no supe que decir, sólo colgué el teléfono sin decir nada. Busqué como autómata, a ciegas, la almohada en mi cama y la pegué todo lo que pude a mi cara: en ella ahogué el grito más desgarrador de mi vida, pues no quería asustar a mi bebé con mi llanto.

Volví a activar el sonido del televisor, tratando de distraerme un poco y calmarme. Pero era imposible, las imágenes de gente saltando de los edificios y decenas de carros de bomberos llegando al lugar de la tragedia, más imágenes del pentágono en llamas debido al choque de otro avión; en fin, un sinfín de emociones en mi corazón ante aquellas escenas dantescas.

Un poco más tarde, ya más tranquila, hablé a la casa de mi madre para saber más detalles de la terrible noticia que recibí. Mis padres no sabían nada, entonces fuí prudente y me comuniqué con otro de mis hermanos, me confirmó lo que ya sabía y me dijo que él se iba a encargar de todo. Para entonces los noticieros ya informaban sobre un ataque terrorista y la cifra de víctimas cada vez era más difícil de calcular. Lo que pasó después con ese atentado ya todos lo sabemos. Mi hermano, sucumbió al cáncer casi exactamente tres años después.

Deseo de todo corazón que las familias de la víctimas de este atentado histórico tengan ya, un poco de consuelo a su pérdida. Yo me solidarizo con ellos, porque también aquel día, empecé a perder a mi hermano.

1 comentario:

Anónimo dijo...

ay amiga... ¿qué decirte ante esto?


Lo siento muchísimo.


Un abrazo, con el corazón