mayo 24, 2010

A un paso de la conversión?

Cuando me casé, la idea de venir a vivir a Suiza me era muy atractiva, pensaba en lo que sería ser parte del primer mundo y quería comerme el ídem de un solo bocado. Los primeros años fueron una vacación eterna, llena de sorpresas diarias como el aprender un nuevo idioma y mi embarazo casi al mismo tiempo.

Pero una cosa si que tuve muy clara: jamás adoptaría la nacionalidad helvética. En aquel tiempo ya era posible para los mexicanos tener dos nacionalidades, pero aún así, me llenaba de orgullo gritar a los cuatro vientos que por siempre sería 100% mexicana.

Pasaron los años, justo los necesarios para hacer uso de ese derecho como esposa de un ciudadano suizo, y la fecha pasó sin pena ni gloria para mí. Seguí tramitando año con año mi permiso de residencia a pesar de que mucha gente me habría ya tratado de convencer para hacer mi solicitud a Migración; yo seguía terca con mi negativa. En vano fueron sus argumentos de gozar de mi pensión por retiro a los 65 años, la protección del gobierno suizo en caso de un divorcio (safos!) o las mieles de tener voz y voto en la política de éste país.

Fue hasta hace tres años, cuando mi hijo mayor empezó con sus problemas de bullying en la escuela, en que la idea de pedir mi naturalización apareció con fuerza rondando en mi cabeza. Varias veces comencé a reunir los documentos requeridos y llenar formularios, pero nunca me atreví a mandarlos. El año pasado, allá por el mes de octubre, por fin lo hice.

El viernes pasado tuve la entrevista (única) en el Departamento de Migración del estado (kanton) donde vivimos, donde tendría que explicarle al gobierno suizo, por qué quiero ser ciudadana de éste país.

No había estado nerviosa durante el día, más bien un poco acelerada, ultimando los detalles de la fiesta del día siguiente para mi princesita. La cita era a las cinco de la tarde, el maridis me esperaría en la estación de trenes de la ciudad donde se encuentra la dependencia, Chris me haría el favor de cuidar a su hermana y asegurarse de que los dos se portarían bien.

Me arranqué de la casa con el tiempo justo, pero dos desviaciones en el camino me apretaron tanto el tiempo, al punto de encontrar furibundo a mi media naranja, no dijo nada pero el color rojo-tomate de sus orejas lo delataban. Conteniendo su ira, me preguntó con un tono hipócritamente amable "por qué te tardaste?", no contesté pero el siguió "sabes lo importante que es llegar a tiempo precisamente hoy!". Tampoco contesté.

El edificio quedaba a unos metros de la estación de trenes, asi que solo fue cuestión de dos minutos llegar y estacionarnos. Dando pasos agigantados llegamos al lobby y para variar... nos equivocamos de pasillo. Eran las 4:59 PM, pero los siguientes 60 segundos nos permitieron encontrar la oficina en aquel laberinto de puertas enumeradas.

Llegamos haciendo 'safe', cuales beisbolistas de las ligas mayores. Ahí, salió a nuestro encuentro una mujer altísima de piel muy blanca y cabello negro, su cara era un poema a la alegría. Sonriente, amable, comedida y muy educada. Muy.

- continuará -

5 comentarios:

NN dijo...

:( ne quede picadisimaaa

Nancy dijo...

yo tambien!!! espero que todo haya salido bien Keru!! pero también quiero conocer los detalles!!

Un abrazo en este lunes super dormilón :S

Nancy :)

Lizbeth dijo...

Espero con mucha emocion el final de la historia. Felicitaciones por ese paso tan importante!

un abrazo!

martha dijo...

Igualmente quede picada, y pense que tubiste algo que hacer por eso no dejaste a medias. jajajj
Curiosa verdad!!!
Saludos desde Los Angeles Ca.

kerubin@ dijo...

Gracias chicas, ahí viene el resto de la historia.