Pues bien, el sábado luego de llegar de nuestro corto viajecillo, los hijos nos recibieron a luz de dos velas navideñas en la mesa del comedor rodeadas de cacahuates y mandarinas -como obliga la costumbre en vísperas de la llegada de Samichlaus. Nos pidieron no encender las luces, para conservar el ambiente santaclosesco que mis suegros se habían encargado de preparar.
Durante toda la semana mi suegra se había asegurado, con infinidad de llamadas, que yo tuviera listos los costalitos con los regalos que el Samichlaus les daría a los querubines; momento en el que por supuesto ellos querían estar presentes. Pero una cadena de error tras otro, fui cometiendo desde mi llegada a casa.
Lo primero que hizo Christof fue darme la queja, por supuesto entre sollozos, que mis suegros no le dejaron jugar al Turista con su amigo de al lado. Le respondí que ellos tenían el derecho de hacerlo mientras estuviera bajo su cuidado, aún estando en nuestra casa, sus abuelos eran responsables de permisos/castigos y que él debería acatar sus órdenes sin chistar. Primer error: lo dije en Español y mis suegros no entendieron.
Luego se me ocurrió contarles sobre lo del mercado navideño que habíamos visitado y que ahí les habíamos comprados unas cositas pequeñas, señal de que los tenemos siempre en el pensamiento. Segundo error: encendi la luz para darles los detallitos que les trajimos.
Más tarde Zara me preguntó a qué hora llegaría Santa Claus y, como faltaban aún tres horas, me recordó mi promesa de poner el arbolito navideño en ese tiempo. Antes tengo que aclarar que la costumbre suiza dicta que el pinito debe de ponerse el 24 de diciembre, a los niños se les explica que es el Niño Jesús el que lo trae junto con los regalos, pero nuestra costumbre en casa ha sido siempre tenerlo listo al menos la primera semana de diciembre. Por lo que para mis hijos, lo más normal es que el Samichlaus lo vea ya instalado durante su visita. Tercer error: pedirle a maridis que trajera todo lo necesario para el arbolito.
En un momento dado mi suegro preguntó si me pasaba algo porque me veía muy seria, a lo que le respondí que no, luego me insistió preguntándome si me había molestado el incidente de negarle a Chris el permiso de jugar afuera con su vecino... también le respondí que no. Pero parece que no fuí lo suficientemente convincente.
Para evitar la conversación que se iba tornando necia e incisiva sobre el mismo tema, le dije al maridis que me iba al sótano a fumar un cigarro y él se quedó en la mesa del comedor acompañando a sus padres. Christof me siguió y se puso a jugar en la computadora, hasta que de pronto escuchamos la voz del maridis hablándole al niño para que fuera a despedirse de sus abuelos porque se iban en ese momento. Cuarto error: haber salido del comedor.
Me sorprendí mucho porque se suponía que estarían a la hora de la visita del Santa Claus y subí corriendo las escaleras, a la mitad de ellas me topé con Zara llorando porque su papá le había dicho que no pondríamos el arbolito. Una vez en la sala con todos ellos, le pedí una vez más de favor a mi marido que trajera las cosas de arbolito y enseguida se paró para ir a buscarlas. Pero cuando me quedé sola con mis suegros tratando de consolar a Zara, mi suegra soltó un llanto inconsolable a todo pulmón y mi suegro comenzó a regañarme cual niña de kinder.
Me reprocho haber encendido las luces, enojarme porque la queja de Christof, hablar en Español, haberlos dejado con mi marido en la sala y QUERER PONER EL ARBOLITO DE NAVIDAD!!! Me volteé para preguntar a mi suegra por qué lloraba -a esas alturas Zara seguía berreando y Christof también había comenzado a llorar al ver a su abuela con las de cocodrilo de fuera- e incosolable me respondió que lloraba porque ella no quería que pusiera el arbolito navideño "eso no queda con Samichlaus, ese se hace el 24 de diciembre y si tu pones el arbilito nosotros nos vamos a casa, porque eso no lo voy a tolerar". WTF?
Mi marido bajaba las escaleras con las cajas de las esferas en la mano, cuando se dió cuenta del concierto antológico de llantos que imperaba en la sala, al saber el motivo de boca de su madre se enojó tanto que se fué al sótano y me dejó de nuevo a merced de los caprichosos ancianos. Yo mientras tanto, permanecía en shock, no sabía como reaccionar. Aquello me parecía un mal sueño, o estar protagonizando una película de Quentin Tarantino y/o de Pedro Almodóvar.
Baje a tratar de conciliar las cosas con mi marido, le pedí que subiera y que no me dejara sola con sus papás, pero el estaba lleno de coraje e impotencia ante los berrinches de ellos y se negó so pena de ir para correrlos una vez más de la casa porque -según sus propias palabras- le dolía que hicieran llorar y sufrir a nuestros hijos con tanto desplante infantilezco.
Como pude lo calmé y nos fuimos los dos con ellos, les preguntamos qué querían de nosotros y nos pidieron sacar unos juegos de mesa para pasar el rato todo juntos antes de la llegada del mentado Santa Claus. Ah! pero eso si, no iban a permitir que pusiéramos el arbolito! Como pude, calmé a Zara y a Chris para que entendieran que lo pondríamos al día siguiente, y les prometí hablar con Santa Claus para explicarle por qué éste año no íbamos a tener el arbol puesto.
A los diez minutos, ya estábamos jugando todos al Memorama, yo me comía mis lágrimas discretamente mientras volteaba tarjetas y mis suegros sonreían satisfechos. Mi marido tenía cara de 'sin embargo' y mis hijos parecían contentos. Todavía no podía creer que en mi propia casa alguien más tenia la osadía de decirme lo que tenia que hacer y, lo peor, que yo obedecía con absoluta sumisión. En pro de la paz familiar, pensaba para mis adentros.
Cuando terminamos de jugar, mi suegra me autorizó a ir a recostarme media hora mientras llegaba la hora cero, pero mi rebeldía natural me lo impidió... ya era demasiado.
El Samichlaus llegó, hizo su show y mis hijos estaban desbordantes de alegría al recibir sus costalitos llenos de chocolates y cacahuates, por supuesto que pusieron mucha atención a los consejos y regaños del viejo de la barba blanca prometiéndole no volver a portarse mal. También se le hinchó el pecho de orgullo cuando los felicitó por sus buenas acciones durante el año que va llegando a su fin.
Luego de despedir a la comitiva real del Polo Norte, los príncipes del capricho también dijeron adiós, mi marido y yo seguíamos más que desconcertados... un poco decepcionados. Lo que debió haber sido un día lleno de alegría y festejo, se había convertido en un suplicio del que rogábamos por escapar.
El lunes, mi marido muy serio llamó por teléfono a sus padres, le contestó mi suegro. Con toda la seriedad y calma posibles, el maridis le explicó de muy buena forma a su papá, que la situación del día anterior lo había puesto a pensar mucho. Que había reflexionado y llegado a la conclusión que las diferencias de opinión había tocado fondo en la relación y que lo más sano sería hacer una pausa. Yo, que estaba a su lado durante la llamada, me quedé de nuevo shockeada. Cómo era posible decirle a un padre que había que cortar el contacto, en lugar de discutir esas diferencias y llegar a un punto medio? No salía de mi asombro, sobre todo cuando escuché a mi suegro decir por altavoz de aparato, que en verdad era mejor guardarnos las distancias. Pero también había que marcar ciertos límites y parece que esta era la única opción, aunque a todos nos duela el alma.
Así que, estas navidades, seguramente las pasaremos solo con nuestros hijos en casa. Nada de villancicos y cantidades enormes de regalos por abrir. Nada de estrés porque la cena esté caliente y en su punto, ni de abrazos y agradecimientos. Pero no me quiero amargar la vida desde ahora, que suficientes motivos extra tengo para no estar en mi mejor momento, por eso le ruego a Dios que ilumine a alguna de las dos partes y la reconciliación nos llene de nuevo de amor los corazones.
Qué cosas! lo que yo daría por tener a mi madre cerca de mi y sentir sus brazos alrededor mío. Por sentir un beso suyo en mi mejilla y verla rodear de amor a mis hijos con sus caricias. Y sus abuelos que tienen más cerca, estarán mucho más lejos que la familia mexicana, todo debido a la soberbia y al egoísmo de no aceptar que vivimos una era diferente. Que la nuestra es una familia bicultural en la que forzosamente hay cabida para un punto de equilibrio si la cerrazón se dejara a un lado.
Ojalá la tempestad pase pronto, porque siempre nos necesitaremos unos a otros.
Tschüss!
Durante toda la semana mi suegra se había asegurado, con infinidad de llamadas, que yo tuviera listos los costalitos con los regalos que el Samichlaus les daría a los querubines; momento en el que por supuesto ellos querían estar presentes. Pero una cadena de error tras otro, fui cometiendo desde mi llegada a casa.
Lo primero que hizo Christof fue darme la queja, por supuesto entre sollozos, que mis suegros no le dejaron jugar al Turista con su amigo de al lado. Le respondí que ellos tenían el derecho de hacerlo mientras estuviera bajo su cuidado, aún estando en nuestra casa, sus abuelos eran responsables de permisos/castigos y que él debería acatar sus órdenes sin chistar. Primer error: lo dije en Español y mis suegros no entendieron.
Luego se me ocurrió contarles sobre lo del mercado navideño que habíamos visitado y que ahí les habíamos comprados unas cositas pequeñas, señal de que los tenemos siempre en el pensamiento. Segundo error: encendi la luz para darles los detallitos que les trajimos.
Más tarde Zara me preguntó a qué hora llegaría Santa Claus y, como faltaban aún tres horas, me recordó mi promesa de poner el arbolito navideño en ese tiempo. Antes tengo que aclarar que la costumbre suiza dicta que el pinito debe de ponerse el 24 de diciembre, a los niños se les explica que es el Niño Jesús el que lo trae junto con los regalos, pero nuestra costumbre en casa ha sido siempre tenerlo listo al menos la primera semana de diciembre. Por lo que para mis hijos, lo más normal es que el Samichlaus lo vea ya instalado durante su visita. Tercer error: pedirle a maridis que trajera todo lo necesario para el arbolito.
En un momento dado mi suegro preguntó si me pasaba algo porque me veía muy seria, a lo que le respondí que no, luego me insistió preguntándome si me había molestado el incidente de negarle a Chris el permiso de jugar afuera con su vecino... también le respondí que no. Pero parece que no fuí lo suficientemente convincente.
Para evitar la conversación que se iba tornando necia e incisiva sobre el mismo tema, le dije al maridis que me iba al sótano a fumar un cigarro y él se quedó en la mesa del comedor acompañando a sus padres. Christof me siguió y se puso a jugar en la computadora, hasta que de pronto escuchamos la voz del maridis hablándole al niño para que fuera a despedirse de sus abuelos porque se iban en ese momento. Cuarto error: haber salido del comedor.
Me sorprendí mucho porque se suponía que estarían a la hora de la visita del Santa Claus y subí corriendo las escaleras, a la mitad de ellas me topé con Zara llorando porque su papá le había dicho que no pondríamos el arbolito. Una vez en la sala con todos ellos, le pedí una vez más de favor a mi marido que trajera las cosas de arbolito y enseguida se paró para ir a buscarlas. Pero cuando me quedé sola con mis suegros tratando de consolar a Zara, mi suegra soltó un llanto inconsolable a todo pulmón y mi suegro comenzó a regañarme cual niña de kinder.
Me reprocho haber encendido las luces, enojarme porque la queja de Christof, hablar en Español, haberlos dejado con mi marido en la sala y QUERER PONER EL ARBOLITO DE NAVIDAD!!! Me volteé para preguntar a mi suegra por qué lloraba -a esas alturas Zara seguía berreando y Christof también había comenzado a llorar al ver a su abuela con las de cocodrilo de fuera- e incosolable me respondió que lloraba porque ella no quería que pusiera el arbolito navideño "eso no queda con Samichlaus, ese se hace el 24 de diciembre y si tu pones el arbilito nosotros nos vamos a casa, porque eso no lo voy a tolerar". WTF?
Mi marido bajaba las escaleras con las cajas de las esferas en la mano, cuando se dió cuenta del concierto antológico de llantos que imperaba en la sala, al saber el motivo de boca de su madre se enojó tanto que se fué al sótano y me dejó de nuevo a merced de los caprichosos ancianos. Yo mientras tanto, permanecía en shock, no sabía como reaccionar. Aquello me parecía un mal sueño, o estar protagonizando una película de Quentin Tarantino y/o de Pedro Almodóvar.
Baje a tratar de conciliar las cosas con mi marido, le pedí que subiera y que no me dejara sola con sus papás, pero el estaba lleno de coraje e impotencia ante los berrinches de ellos y se negó so pena de ir para correrlos una vez más de la casa porque -según sus propias palabras- le dolía que hicieran llorar y sufrir a nuestros hijos con tanto desplante infantilezco.
Como pude lo calmé y nos fuimos los dos con ellos, les preguntamos qué querían de nosotros y nos pidieron sacar unos juegos de mesa para pasar el rato todo juntos antes de la llegada del mentado Santa Claus. Ah! pero eso si, no iban a permitir que pusiéramos el arbolito! Como pude, calmé a Zara y a Chris para que entendieran que lo pondríamos al día siguiente, y les prometí hablar con Santa Claus para explicarle por qué éste año no íbamos a tener el arbol puesto.
A los diez minutos, ya estábamos jugando todos al Memorama, yo me comía mis lágrimas discretamente mientras volteaba tarjetas y mis suegros sonreían satisfechos. Mi marido tenía cara de 'sin embargo' y mis hijos parecían contentos. Todavía no podía creer que en mi propia casa alguien más tenia la osadía de decirme lo que tenia que hacer y, lo peor, que yo obedecía con absoluta sumisión. En pro de la paz familiar, pensaba para mis adentros.
Cuando terminamos de jugar, mi suegra me autorizó a ir a recostarme media hora mientras llegaba la hora cero, pero mi rebeldía natural me lo impidió... ya era demasiado.
El Samichlaus llegó, hizo su show y mis hijos estaban desbordantes de alegría al recibir sus costalitos llenos de chocolates y cacahuates, por supuesto que pusieron mucha atención a los consejos y regaños del viejo de la barba blanca prometiéndole no volver a portarse mal. También se le hinchó el pecho de orgullo cuando los felicitó por sus buenas acciones durante el año que va llegando a su fin.
Luego de despedir a la comitiva real del Polo Norte, los príncipes del capricho también dijeron adiós, mi marido y yo seguíamos más que desconcertados... un poco decepcionados. Lo que debió haber sido un día lleno de alegría y festejo, se había convertido en un suplicio del que rogábamos por escapar.
El lunes, mi marido muy serio llamó por teléfono a sus padres, le contestó mi suegro. Con toda la seriedad y calma posibles, el maridis le explicó de muy buena forma a su papá, que la situación del día anterior lo había puesto a pensar mucho. Que había reflexionado y llegado a la conclusión que las diferencias de opinión había tocado fondo en la relación y que lo más sano sería hacer una pausa. Yo, que estaba a su lado durante la llamada, me quedé de nuevo shockeada. Cómo era posible decirle a un padre que había que cortar el contacto, en lugar de discutir esas diferencias y llegar a un punto medio? No salía de mi asombro, sobre todo cuando escuché a mi suegro decir por altavoz de aparato, que en verdad era mejor guardarnos las distancias. Pero también había que marcar ciertos límites y parece que esta era la única opción, aunque a todos nos duela el alma.
Así que, estas navidades, seguramente las pasaremos solo con nuestros hijos en casa. Nada de villancicos y cantidades enormes de regalos por abrir. Nada de estrés porque la cena esté caliente y en su punto, ni de abrazos y agradecimientos. Pero no me quiero amargar la vida desde ahora, que suficientes motivos extra tengo para no estar en mi mejor momento, por eso le ruego a Dios que ilumine a alguna de las dos partes y la reconciliación nos llene de nuevo de amor los corazones.
Qué cosas! lo que yo daría por tener a mi madre cerca de mi y sentir sus brazos alrededor mío. Por sentir un beso suyo en mi mejilla y verla rodear de amor a mis hijos con sus caricias. Y sus abuelos que tienen más cerca, estarán mucho más lejos que la familia mexicana, todo debido a la soberbia y al egoísmo de no aceptar que vivimos una era diferente. Que la nuestra es una familia bicultural en la que forzosamente hay cabida para un punto de equilibrio si la cerrazón se dejara a un lado.
Ojalá la tempestad pase pronto, porque siempre nos necesitaremos unos a otros.
Tschüss!
10 comentarios:
Keru al igual que tu lo leo y no lo creo, que triste que pequeños detalles hagan una tormenta tan grande con personas adultas, y todo debido a como bien dices, tal vez el capricho y las diferencias culturales, te admiro mucho por el control que tienes sobre tus acciones en pos de la tranquilidad de tu familia política y sobre todo por el amor que le tienes a tu maridis, pero visto esta que hasta ante sus ojos, las cosas estuvieron mal, y bueno, creo que es dolorosa una separación como esa en estas fechas, ojalá la razón y la calma llegue a la cabeza y los corazones de todos y se de rápido una reconciliación pues, muchas veces cuanto más tiempo dejamos pasar, mucho más dificil se vuelve la situación.
Te mando un abrazo con mis mejores deseos de que todo se tranquilice y las aguas vuelvan a su cauce normal.
Besos a los niños y abrazo fuerte al maridis tambien.
Te quiero mucho Keru!
Nancy
Cada que te leo de una u otra forma me quedo con mis ojos bien abiertos simplemente no me cabe, solo era un pino de navidad... entiendo que en parte por la cultura tan "cerrada" de hacer las cosas de cierta manera, pero francamente es un abuso puesto que ni es su casa , ni son sus hijos, mi mama cuida de mi hija, pero no por eso me dice que puedo o que no puedo hacer, o de que forma educarla, pero lo pisitivo ,creo que manejas, muy bien las cosas, no creo tener la paciencia para eso. Saludos ¡
Ls verdad es que me esperaba todo menos lo que cuentas... Imagino cómo te sientes y espero que saber que aunque a la distancia y casi sin conocernos te deseo que todo esto pase pronto, y que no te sientas sola... y sobre todo incomprendida... habemos muchos que alguna vez hemos pasado por una sensación como esa... de no comprender porqué la gente no te acepta como eres, y respeta a la vez que exige respeto... eres una gran persona porque no cualquiera resiste tanto y calla para evitar una situación más borde... lo más importante es que tu esposo está a tu lado... y juntos seguramente encontrarán la forma de hacer este año inolvidable para tus pequeños... no dejes que esto empañe un solo minuto más de tu vida ni de la de tu familia... recibe un fuerte abrazo...
amiga
que impotente situación.
que dificil escenario,
pero sabes... me da mucho gusto que a pesar de todo, mantuviste la calma haciendo gala de tu entereza.
también me da harto gusto que tú marido estuviese de tú lado.
Y no cayera en el juego de las lagrimas de tu suegra, que sólo denotan que ella quiere que todo sea a su manera, que webos de ñosca.
en fin, tú tienes a los tuyos juntos, Cris, Zara Don keru y tú.
Y eso es lo importante, si hay espacio entre tus suegros y ustedes, lamentable, pero ellos se perderán de estar con su hijo y con sus nietos.
aguanta Kerú, que tu estas haciendo las cosas bien.
abrazos!!
Keru que lastima que tus suegros hayan llegado hasta ese punto por imponer su voluntad!!!
Te comprendo perfectamente porque de cierta manera yo también vivo una situacion similar con mis suegros franceses. Al estarte leyendo me acordé de diversas ocasiones en las que tuve que hacer "de tripas corazon" para que la situacion no se volviera una tercera guerra mundial!
Por otro lado poco a poco mi marido y yo hemos , al igual que ustedes, tenido que poner algunos limites, sobre todo cuando nacio nuestra hija decidimos que nuestra familia y la felicidad de nuestra hija primaba sobre los caprichos de mis suegros. Ellos han ido aceptando las cosas poco a poco pero no ha sido facil. Sin groserias, ni malos tratos hemos tratado de hacerles ver que nuestra familia es, como bien dices tu,una familia bicultural, y que se tienen que respetar en la medida de lo posible las dos culturas! ( mi suegra llego al punto de insinuar que era mejor que mi hija no aprendiera espaniol solo francés!!!)
En fin, todo este rollo para decirte que yo creo que a veces el meter distancia de por medio ayuda, a nosotros nos funciono, bueno hasta ahora no hemos faltado a ninguna cena de navidad, pero si a algunas reuniones familiares, y creo que se han ido dado cuenta de que a veces es mejor dejarlas chiflazones de lado...
En verdad, espero en Dios que tus suegros habran los ojos, que se den cuenta de lo que estan perdiendo, que entren en razon; y que a pesar de todo puedan pasar una muy feliz navidad entre ustedes.
Desde Francia un gran abrazo y mis mejores deseos para todos los tuyos!
Silvia
Sin palabras! Que todo se mejore pronto! Un abrazote desde USA.
Uy, le apreté al botoncito de divertido sin querer... qué tonta soy!! mil disculpas...
Hola Keru
Qué pena que se hayan dado estos problemas pero en todos lados se cuecen habas. En casa sufrimos algo parecido debido a un problema por una tontería, lo cual hizo que mis suegros y cuñados nos dejaran de hablar, un año!! y aunque no fue culpa de nosostros, mi esposo tuvo que hacer de tripas corazón y ceder... todo en pos de la paz familiar, y de que él ya los extrañaba.
Hoy trato, como tú, de ser tolerante y no caer en provocaciones y creo que eso ha hecho que se calmen las aguas.
Te mando un gran abrazo y te digo que sigas paciente como lo has demostrado por el bien de tu pequeña familia.
Bebita
Wow, y yo que pensaba que era de la cultura latina estar poniendo pensamientos locos en la cabeza de los demás, también lso suizos lo hacen!
que fuerte eso de la "distancia", ánimo, espero que todo se resuelva pronto, saludos muy cálidos desde Morelia!
Que gueva con los ruquillos...
Publicar un comentario