Cuando se visita o se vive en un país extranjero se adquiere el compromiso de respetar las leyes del lugar en cuestión. La ignorancia, la rebeldía o la inconciencia, hacen que se nos olvide éste particular principio y luego clamemos una justicia injusta (valga de redundancia) cuando quebrantamos las normas de nuestros anfitriones. Todo ésto viene a colación por el caso de la francesita acusada y condenada por el secuestro de al menos tres personas, el caso tomó magnitud internacional y ahora el presidente Sarkozy planea en su visita a México tomar cartas en el asunto y negociar su repatriación (y tal vez hasta su libertad).
¿Pero qué se creen éstos primermundistas? La señora cometió no solo uno, sino varios delitos en México, ¿por qué habría de purgar su condena en otro país?. Y no fué cualquier crimen, secuestros y vejaciones a sus víctimas, a quienes el miedo ó el horror vivido los han llevado a destrozar sus familias y a autoexiliarse en otras tierras!. Florence Cassez, la acusada, se ha vuelto toda una celebridad en su país y recibe todo el apoyo de sus coterráneos en el gobierno y la opinión pública para dejar impune los actos criminales que cometió.
Cualquier país, desarrollado o no, tiene derecho a condenar y castigar a cualquier ciudadano extranjero que atente contra sus normas y leyes. México no puede ser la excepción, ojalá que el presidente Calderón no se deje llevar por politiquerías o amenazas diplomáticas y cumpla con la promesa de mano dura contra el crimen organizado en nuestro país, sin importar la nacionalidad. El caso completo aquí.
Feliz fin de semana!
¿Pero qué se creen éstos primermundistas? La señora cometió no solo uno, sino varios delitos en México, ¿por qué habría de purgar su condena en otro país?. Y no fué cualquier crimen, secuestros y vejaciones a sus víctimas, a quienes el miedo ó el horror vivido los han llevado a destrozar sus familias y a autoexiliarse en otras tierras!. Florence Cassez, la acusada, se ha vuelto toda una celebridad en su país y recibe todo el apoyo de sus coterráneos en el gobierno y la opinión pública para dejar impune los actos criminales que cometió.
Cualquier país, desarrollado o no, tiene derecho a condenar y castigar a cualquier ciudadano extranjero que atente contra sus normas y leyes. México no puede ser la excepción, ojalá que el presidente Calderón no se deje llevar por politiquerías o amenazas diplomáticas y cumpla con la promesa de mano dura contra el crimen organizado en nuestro país, sin importar la nacionalidad. El caso completo aquí.
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