Aquella tarde de lunes regresé del colegio un poco tarde, el camión de la escuela se había descompuesto y llegué una hora después de lo normal. Contaba solo doce años y mis únicas amigas eran dos hermanas que vivían enfrente de mi casa; eran algo mayores, una de 15 años (Chabela) y la otra 17 (Paty), ésta última con fama de ser medio casquivana. Pues bien, decía que llegaba a mi casa y desde la puerta del transporte vi a mi madre en el porche de la casa esperándome con cara de pocos amigos, muy pocos. Supuse que estaría preocupada por la tardanza pero nomás abrir la reja despejé mis dudas: 'ven para acá!' me dijo en ese tono que yo bien conocía y que auguraba una tormenta. Enseguida se levantó y me dió dos cachetadas así, sin decir agua va, para luego 'preguntarme' de qué carro me había bajado el sábado por la tarde a la vuelta de la esquina 'a escondidas' dijo ella.
El sábado al que se refería, dos días antes, mis amigas Chabela y Paty habían ido a la casa para pedirle permiso de dejarme ir con ellas 'al centro' porque iban a comprarse ropa. De regreso, los camiones que nos dejaban enfrente de nuestras respectivas casas, no pasaron en mucho tiempo y ellas decidieron irnos en otro que nos dejaba en una avenida algo lejos (por lo menos una diez cuadras), pero no había otra opción so pena de llegar tarde y entonces si hacernos acreedoras a una regañiza o un castigo. En el trayecto a pié, nos encontramos en su coche al novio de mi hermana, que vivía a dos casas de la mía, y se ofreció a darnos el aventón. Por supuesto que se estacionó en su casa porque no había motivo para recorrer 10 metros más hasta la mía y luego dar reversa, nos bajamos del coche y fué todo lo que ocurrió ese sábado.
La versión que mi madre recibió de parte de una 'buena' vecina fué otra: según ella, 'nos vió' bajarnos a las tres del coche de un hombre mayor a la vuelta de mi casa y corriendo para no ser vistas. También 'vió' como yo me despedía muy cariñosamente del sujeto en cuestión (era mi cuñado!! claro que le dí un beso en la mejilla de despedida!). Esta señora, muy inteligentemente, esperó al lunes en que yo estaría en la escuela para 'visitarla' y darle las malas nuevas: tu hija es una golfa!. Las palabras de aquella mujer fueron ley para mi madre y también lo que la hicieron recibirme con tremendos bofetones, en vano me cansé de repetirle llorando que no había hecho nada malo y contarle una y otra vez cómo sucedieron las cosas en realidad. Me prohibió volver a juntarme con mis únicas amigas y ni siquiera confirmó con el novio de mi hermana si lo que yo decía era verdad.
Aquel episodio me marcó para siempre, a mi corta edad me di cuenta que sin motivo alguno y gracias a la intervención de un ser sin escrúpulos y mentiroso, mi madre me había perdido la confianza. Se olvidó de sus enseñanzas, de aquellas fábulas que me contaba de más pequeña, de las clases de moral interminables del colegio católico en el que estudiaba y en en donde poco a poco yo había ido aprendiendo a ser una persona de bien.
Desde entonces me enerva la injusticia y las personas prejuiciosas, que antes de conocer por boca de los protagonistas tal o cual situación, condenan y juzgan desprestigiando a otras incapaces de defenderse. Por eso a mis hijos les enseño cada que puedo, el valor de la verdad y las consecuencias de la mentira. Les demuestro mi apoyo en cualquier situación (buena o mala) para fomentar en ellos la confianza y la seguridad de que nadie en éste mundo estará a su lado siempre, pase lo que pase.
Decía mi abuela que tiene más filo la lengua viperina de una mala persona, que el sable de un samurai. Hay personas que van por la vida destruyendo la de los demás, y lo peor es que, ni siquiera se dan cuenta!.
See you later aligator!.
El sábado al que se refería, dos días antes, mis amigas Chabela y Paty habían ido a la casa para pedirle permiso de dejarme ir con ellas 'al centro' porque iban a comprarse ropa. De regreso, los camiones que nos dejaban enfrente de nuestras respectivas casas, no pasaron en mucho tiempo y ellas decidieron irnos en otro que nos dejaba en una avenida algo lejos (por lo menos una diez cuadras), pero no había otra opción so pena de llegar tarde y entonces si hacernos acreedoras a una regañiza o un castigo. En el trayecto a pié, nos encontramos en su coche al novio de mi hermana, que vivía a dos casas de la mía, y se ofreció a darnos el aventón. Por supuesto que se estacionó en su casa porque no había motivo para recorrer 10 metros más hasta la mía y luego dar reversa, nos bajamos del coche y fué todo lo que ocurrió ese sábado.
La versión que mi madre recibió de parte de una 'buena' vecina fué otra: según ella, 'nos vió' bajarnos a las tres del coche de un hombre mayor a la vuelta de mi casa y corriendo para no ser vistas. También 'vió' como yo me despedía muy cariñosamente del sujeto en cuestión (era mi cuñado!! claro que le dí un beso en la mejilla de despedida!). Esta señora, muy inteligentemente, esperó al lunes en que yo estaría en la escuela para 'visitarla' y darle las malas nuevas: tu hija es una golfa!. Las palabras de aquella mujer fueron ley para mi madre y también lo que la hicieron recibirme con tremendos bofetones, en vano me cansé de repetirle llorando que no había hecho nada malo y contarle una y otra vez cómo sucedieron las cosas en realidad. Me prohibió volver a juntarme con mis únicas amigas y ni siquiera confirmó con el novio de mi hermana si lo que yo decía era verdad.
Aquel episodio me marcó para siempre, a mi corta edad me di cuenta que sin motivo alguno y gracias a la intervención de un ser sin escrúpulos y mentiroso, mi madre me había perdido la confianza. Se olvidó de sus enseñanzas, de aquellas fábulas que me contaba de más pequeña, de las clases de moral interminables del colegio católico en el que estudiaba y en en donde poco a poco yo había ido aprendiendo a ser una persona de bien.
Desde entonces me enerva la injusticia y las personas prejuiciosas, que antes de conocer por boca de los protagonistas tal o cual situación, condenan y juzgan desprestigiando a otras incapaces de defenderse. Por eso a mis hijos les enseño cada que puedo, el valor de la verdad y las consecuencias de la mentira. Les demuestro mi apoyo en cualquier situación (buena o mala) para fomentar en ellos la confianza y la seguridad de que nadie en éste mundo estará a su lado siempre, pase lo que pase.
Decía mi abuela que tiene más filo la lengua viperina de una mala persona, que el sable de un samurai. Hay personas que van por la vida destruyendo la de los demás, y lo peor es que, ni siquiera se dan cuenta!.
See you later aligator!.
4 comentarios:
Hijole Kerubina.
A veces cuando pensamos en nuestros padres de repente creemos que a veces fueron un poquito crueles, pero en mi opinión la disciplina que nos impusieron nos ayudaron a hoy ser personas de bien, aunque nada justifica los golpes.
Lo bueno es que hoy tenemos mas herramientas y psicología para ayudarle a nuestros hijos a crecer... y por lo que he leido y visto, se que estas habiendo un buen trabajo.
Saludos!
Ay Keru :(
Pásame el correo de tu mamí para decirle que lea esto.... ¡ntc!
Lamentablemente en esta ocasión no experimentaste en cabeza ajena para aprender una enseñanza.
Tu vecina ¡que vieja metiche! y encima levanta falsos y mira que hay cada caso... ¬¬, como dice mi má, nomás mueven la lengua porque no tiene hueso.
Saluditos.
Ups Kerubina, yo minimo le hubiera ido a quebrar los vidrios de la ventana a esa vieja lengua larga... Pero en fin pos son cosas que pasa, y los padres siempre actuamos pensando en que es lo mejor para nuestros hijos aunque muchas veces no es la forma...
Feliz Dia Keru
Camila
@ Luis: Es cierto, los padres de ahora tratamos de no cometer los errores de los nuestros, aunque en el intento también metamos la pata de vez en cuando. Gracias por tenerme en ese concepto, lo cierto es que solo lucho día a día por su bienestar.
@ Ruth: Ja ja ja. Fíjate que la pobre de mi vecina ya pasó a mejor vida, me supongo que alguna razón de peso hubo de tener para haber sido así. Como decía mi abuela hablo de su vida y no de su muerte.
@ Camila: Sabes? la señora tuvo muchos problemas antes de morir, no quiero juzgarla pero creo que todos somos víctimas de nuestros propios errores. Hay que andarse con pies de plomo en ésta vida, no?
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