Festejando a la princesa

Ayer mi pequeña princesita llegó a los cinco años, esperaba con ansias locas su cumple porque lo que más le emocionaba era la fiesta en su kinder. En vano le pregunté hasta el cansancio si quería una fiesta en casa con sus amigos y vecinos, pero ni siquiera la idea de la piñata tuvo el efecto de años anteriores ... ella terca como una mula con su fiesta en el kinder. Y es que la maestra no permite que llevemos nada de decoración, ni siquiera el pastel, es más los niños no llevan regalos; todo el gusto de ese festejo es jugar y convivir con el(la) festejado(a) y celebrar sin más que "gute laune" (buen humor). Lo único que se puede llevar son las bolsitas, y eso que no tengan muchos dulces, por aquello de las caries y la falta de apetito a la hora de la comida.

Desde unos días antes, me había comentado su deseo de vestir un traje de "vaquera" que una de mis amigas mexicanas le había regalado hace más de dos años, pero no lo había podido usar porque siempre le quedó grande. En aquella ocasión se lo probó, con todo y sombrero, quedando más que fascinada. Las botas fueron el prietito del arroz, acá es más que imposible conseguir botas vaqueras infantiles, por lo que tuvo que usar unas que se acercaran lo más posible para sus fines. Por la mañana salimos de la casa muy temprano, quería ser la primera en llegar porque ese sería "su día" y se lo cumplí. Ella misma recibió a todos los peques en la puerta del salón. Lo que ahí transcurrió se los dejo a continuación:



De sobra está decir lo mucho que gozó y disfrutó su fiesta, aunque fué en su escuelita, las clases brillaron por su ausencia y la maestra que también la quiere mucho, dedicó todo la mañana a mi preciosa cumpleañera (cosa que le agradezco desde el fondo de mi corazón). Que bonito es lo bonito, que no?

Zara, si un día lees ésto, que sepas lo orgullosa que estoy de ti y lo muchísimo que te amo.