septiembre 26, 2006

Juntos

Sólo a partir de mi adolescencia empecé a tener amistades en el sentido estricto de la palabra, precisamente desde que estudié la preparatoria. Egresada de un colegio muy católico, en el que su población total era femenina tanto el alumnado como su personal docente, cursé la primaria y la secundria. Así que desde los cursos de inducción y durante todo el bachillerato, viví una continua tormenta de experiencias y sensaciones totalmente desconocidas, empezando por el sexo masculino con el que hasta entonces no había tenido contacto alguno -salvo mis hermanos, primos y demás familiares.

Ahí formé mi primer círculo de amigos, de entre los cuales hoy por hoy tres de ellos (todos hombres) siguen siendo para mí y mi familia como otros miembros más de la misma. Para ellos y sus familias yo soy considerada de la misma forma.



Juntos hemos vivido toda clase de experiencias durante los más de 25 años que hemos compartido nuestras vidas. Experiencias individales y de grupo: nuestra primera borrachera, crisis existenciales, nuestra primera sanción policial, nuestras decepciones amorosas, nuestros pleitos, fiestas, infinidad de películas en el cine, interminables jarras de café en Vips, la muerte de algunos de nuestros seres queridos, mi boda, el ingreso al seminario de uno de ellos, salidas del closet, el nacimiento de mis hijos, navidades, años nuevos.

Muchas personas más he conocido en mi vida que se han dicho mis amigos, pero al paso del tiempo y las circunstancias, sus valores han cambiado tanto que se olvidan con facilidad de la amistad por la que decían dar la vida. Pero ellos, mis amigos, siempre han estado ahí. De la misma forma muchas situaciones hemos vivido los cuatro con las que alguno no hemos o no han estado de acuerdo, hasta nos hemos dejado de hablar, pero al final el sentimiento siempre ha ganado sobre la necedad. Y seguimos juntos.

Y cuando digo juntos no me refiero a la presencia, distancias enormes nos han separado, físicas y emocionales. El primero se fué hace 15 años al terreno profesional deslumbrado en un principio por el éxito y el dinero, se llenó de vanidad y egolatría; pero la vida lo haría volver a nuestros caminos. El segundo se fué hace poco más de 9 años a Chicago a encontrarse a sí mismo, lo logró y de paso encontró la libertad y el amor que aquí nunca tendría. La tercera fuí yo, emigrando al viejo continente para empezar mi familia y el último ingresó al seminario un año después de mi partida. Pero, saben que? seguimos juntos. Por increíble que parezca, en los últimos 8 años sólo dos veces hemos estado los cuatro reunidos. En otras ocasiones nos vemos por separado según las circunstancias en tiempo y coincidencia, pero seguimos juntos en el amor y el cariño que con el paso del tiempo tal vez no sea más grande, pero sí mucho, muchísimo más fuerte.

Sé que ninguno de ellos me lee, que tal vez nunca lean en este espacio el amor tan grande que les tengo y les tendré por siempre, pero no hace falta porque en otra dimensión, los cuatro vibramos en un sólo sentimiento como siempre: JUNTOS!



2 comentarios:

yomero dijo...

Es una lástima que ellos se pierdan tus palabras,me emociono la forma en que describes la relacion y tenlo por seguro que sin leer el blog saben desde hace mucho lo que apenas nos platicas a nosotros.

eres buena persona al reconcer lo que has escrito hoy

Felicidades

Anónimo dijo...

Gracias Mask, pero sólo aclararte que no me leen porque la única loca de las computadoras. Y el internet ellos lo usan sólo para fines prácticos, seguramente eso de chats y blogs no saben con qué se comen!

Saludos y gracias por la visita!