septiembre 14, 2006

Amor fraternal

Cuando nació mi hija pequeña en el 2003, su hermano contaba ya tres años, y yo cometí el error de no atiborrarlo de ideas sobre el bebé que venía en camino como hacen las mamás modernas. A lo más que llegué, fué explicarle que no es que hubiera comido mucho, sino que dentro de mi tremenda panza había un bebé que pronto tendríamos en casa.

Su reacción después del nacimiento de su hermanita no fué muy notoria, pero empezó con episodios de diarrea intermitente durante los primeros tres meses. Se le hicieron muchos estudios clínicos pero éstos no daban ningun resultado anormal. Además de que a éste hecho se sumó el que empezara a ir al kinder, los doctores dieron por sentado que ésa era su reacción ante stress del nuevo miembro de la familia y el comienzo de la escuela.

Durante el primer año ignoró, sin temor a exagerar, olímpicamente a la hermana. No volteaba a verla aún cuando la pobre beba lloraba, ó le extendía sus manitas para tocarlo tal vez con la intención de llamar su atención. Al siguiente año, empezó a tomarla en cuenta de forma gradual hasta llegar a hacerse inseparables y entrañables hermanos. De ella ni qué decir, adoró a su hermano desde el primer momento, aún antes de hablar y caminar, todo lo que su hermano hacía era digno de sonrisas y balbuceos que denotaban su alegría al verlo. Hoy es su ídolo, lo imita en casi todo y con su carácter alegre hasta lo involucra en sus juegos de niña.

Hoy nos dieron a mi marido y a mi la mayor prueba de amor fraternal que hayamos visto hasta este día. Ibamos a hacer nuestras compras semanales, mientras esperábamos el elevador la niña dejó su manita en la puerta que comunica el estacionamiento subterráneo con el área de los elevadores. Mi esposo fué el último en entrar y no se dió cuenta del detalle de la mano, al cerrarse le prensó sus dedos y ella soltó un grito inmediatamente. Le revisamos cuidadosamente sus dedos y aparentemente no tenía nada, solo un intenso dolor. Tratamos de calmarla un poco, sin mucho éxito, hasta que su hermano le tomó la mano accidentada y le dió un beso diciéndole: "no llores, te duele poquito, pero mira ahorita vamos al mandado y mami te va a comprar un juguete para que ya no te duela". Creo que se le ocurrió esa idea porque a él lo han operado dos veces y en esas ocasiones le compramos algún regalo por ser "valiente".

Ya en la tienda, ella logicamente escogió unos vestidos para su Barbie, y él también quería un juego de golfito. Le explicamos que fué su idea de comprarle algo a la beba y que ella fué la accidentada, pero igual hizo berrinche y empezó a llorar. Nosotros para ser consecuentes, no hicimos caso del berrinche y nos fuimos a hacer nuestras compras ignorándolo ante la mirada de todo el supermercado por dejarlo llorar.

Al final, cuando empezamos a dejar las cosas en la banda de la caja para pagar, la niña desapareció de nuestra vista sin darnos cuenta, y cuando casi terminamos llega la pobre cargando a duras penas el paquete de los palos de golf y nos dice "mejor quiero éste, así jugamos los dos juntos y Christof ya no va llorar".

Viva la familia!!!

1 comentario:

alba-dj dijo...

QUE TIERNOS,,,:D...Y QUE BONITOS ;)...SOLIDARIDAD PURA

FELIZ VIERNES KERU