mayo 02, 2011

Cachivachenado


El otro día me dió algo de pena el comentario de alguien en Twitter sobre si había cambiado mi blog por la página del pajarito azul. La verdad es que en casa hemos estado muy ocupados tratando de limpiar a fondo la casa, deshaciéndonos un poco del viejo hábito de acumular cosas a través de los años.

Este 2011 cumplimos 10 años de vivir en nuestra casa y, casi sin notarlo, habíamos estado acumulando cosas, cositas y cosotas en todos los rincones de mi jacalito. La verdad es que no había orden a la hora de guardarlas, había cosas regadas de todo tipo en todo lugar, amén de aquellas que en muchos años ni siquiera habíamos usado ni extrañado y que, por lo tanto, deberían de pasar a mejor vida.

Cuando hicimos un recuento de lo que teniamos que tirar, notamos tristemente que solo unas muchas bolsas de basura no serían suficientes. Nos encontramos con muebles, equipo deportivo, ropa, accesorios del hogar y el jardín, un sinfin de maletas inservibles y muchos, muchísmos juguetes que solo ocupaban un espacio sin uso alguno.

Y es que la casa tiene muchos rinconcitos ideales para ir amontonando cachivaches, como el hueco debajo de las escalera o el cuartito en el sótano que originalmente debería ser un baño, lo que se convirtió en un paraíso para algo parecido al Síndrome de Diógenes.

Por eso, y porque mi cabecita nunca está quieta, se me ocurrió la idea de aprovechar las vacaciones de Pascua para vaciar esos rincones infernales, atestados de mugres sin valor práctico.

Primero habíamos pensado en llevar -sin pedir dinero a cambio- algunos de los muebles y enseres en buen estado a algún local de venta de artículos de segunda mano, pero los muy listilos nos querían cobrar por ello, como si no fueran a ganar dinero con nuestras cosas! Lo descartamos por completo.

En segundo lugar pensamos en llevar las cosas en nuestro propio coche a las plantas de basura especializadas en reciclaje y descomposición ecológica. Ahí cobran por peso, pero nos quedaba algo lejos; eso sin contar la mil vueltas que tendríamos que dar y el riesgo de que algunas no cupieran en el auto.

No nos quedó otro remedio que rentar un contenedor (que al final fueron dos), método mucho más práctico pues lo traen y se lo llevan, aunque el costo si fué algo elevado. Pero no había otra opción.

Estos contenedores también tienen su chiste pues no se puede tirar de todo, por ejemplo las cosas de cerámica y la basura orgánica no están permitidas. Como están a la intemperie, se deben cubrir en caso de lluvia so pena de pagar una multa por entregar el contenedor húmedo. Lo mismo aplica si se encuentran los materiales prohibidos, así que hay que tener mucho cuidado.

Nos costó mucho deshacernos de algunas cosas con cierto valor simbólico como los juguetes o la ropita de cuando los niños eran bebés o la colección de revistas tipo Muy Interesante que el marido había guardado celosamente desde su adolescencia. Pero hicimos de tripas corazón y, aunque nos quedamos con una que otra cosita, con la pena del mundo... al tambo fueron a dar.

El primer día, en menos de cuatro horas, llenamos el contenedor. Nos dió el soponcio porque todavía faltaban más de la mitad de cosas por tirar del ático, asi que el maridis habló a la empresa y le dijeron que el contrato especificaba que lo que se cobra es el peso de la basura, que el número de contenedores y fletes de los mismos no causaba costo alguno. A las pocas horas llegó el segundo tambo.

Me sorprendió mucho ver que solo una persona es la que realiza ese trabajo, pues el camión en el que se transportan los contenedores está completamente automatizado. Lo que me sorprendió aún más, fué que ésta persona era una mujer.



Por fin la semana pasada terminamos, también aprovechamos para hacer orden y darle lugares específicos a las cosas y que no haya de todo por todas partes. Eso ayuda mucho puesto que la memoria ya nos falla un poco y luego andamos buscando como locos por todos los rincones.

Hoy por hoy, mi casa está como siempre soñé: limpia y ordenada. La sensación de saber que cada cosa esta en su lugar y que no si tiene más de lo que se necesita, es inmensamente gratificante. Espermos que en los próximos no tengamos que hacerlo de nuevo, porque la edad ya no nos dará para mucho, ja!

Feliz inicio de semana!