septiembre 18, 2007

Irena Sendler

Mientras la figura de Oscar Schindler era aclamada por medio mundo gracias a Steven Spielberg que se inspiró en él para hacer la película que conseguiría siete Oscar en 1993 narrando la vida de este industrial alemán que evitó la muerte de 1.000 judios en los campos de concentración, Irena Sendler seguía siendo una heroína desconocida fuera de Polonia y apenas reconocida en su país por algunos historiadores, ya que los años de oscurantismo comunista habían borrado su hazaña de los libros de historia oficiales. Además ella nunca contó a nadie nada de su vida durante aquellos años.

Sin embargo, en 1999 su historia empezó a conocerse y fue, curiosamente gracias a un grupo de alumnos de un instituto de Kansas y a su trabajo de final de curso sobre los héroes del Holocausto. En su investigación dieron con muy pocas referencias sobre Irena, sólo había un dato sorprendente: había salvado la vida de 2.500 niños. Cómo es posible que apenas hubiese información sobre una persona así?

Pero la gran sorpresa llegó cuando tras buscar el lugar de la tumba de Irena, descubrieron que no existía porque ella aún vivía, y de hecho todavía vive. Hoy es una anciana de 97 años que reside en un asilo del centro de Varsovia en una habitación donde nunca faltan ramos de flores y tarjetas de agradecimiento procedentes del mundo entero.

Cuando Alemania invadió el país en 1939, Irena era enfermera en el Departamento de Bienestar Social de Varsovia el cual manejaba los comedores comunitarios de la ciudad. En 1942 los nazis crearon un ghetto en Varsovia e Irena horrorizada por las condiciones en que se vivía allí se unió al Consejo para la Ayuda de Judíos. Consiguió identificaciones de la oficina sanitaria, una de cuyas tareas era la lucha contra las enfermedades contagiosas. Como los alemanes invasores tenían miedo de que se desatara una epidemia de tifus, toleraban que los polacos controlaran el recinto.


Pronto se puso en contacto con familias a las que les ofreció llevar a sus hijos fuera del Gueto. Pero no les podía dar garantías de éxito. Era un momento horroroso, debía convencer a los padres de que le entregaran sus hijos y ellos le preguntaban: "¿Puedes prometerme que mi niño vivirá?" ¿Qué se podía prometer cuándo ni siquiera se sabía si lograrían salir del gueto?. Lo único cierto era que los niños morirían si permanecían en él. Las madres y las abuelas no querían desprenderse de sus hijos y nietos. Irena las entendía perfectamente, en aquel entonces, ella era madre, y de todo el proceso que ella llevaba a cabo con los niños, el más duro era el momento de la separación. Algunas veces, cuando Irena o sus chicas volvían a visitar a las familias para intentar hacerlas cambiar de opinión, se encontraban con que todos habían sido llevados al tren que los conduciría a los campos de la muerte. Cada vez que le ocurría algo así, luchaba con más fuerza por salvar a más niños.

Comenzó a sacarlos en ambulancias como víctimas de tifus, pero pronto se valió de todo lo que estaba a su alcance para esconderlos y sacarlos de allí: cestos de basura, cajas de herramientas, cargamentos de mercaderías, sacos de patatas, ataúdes ... en sus manos cualquier elemento se transformaba en una vía de escape. Logró reclutar al menos una persona de cada uno de los diez centros del Departamento de Bienestar Social. Con su ayuda, elaboró cientos de documentos falsos con firmas falsificadas dándole identidades temporarias a los niños judíos. Irena vivía los tiempos de la guerra pensando en los tiempos de la paz. Por eso no le alcanzaba con mantener con vida a esos niños.Quería que un día pudieran recuperar sus verdaderos nombres, su identidad, sus historias personales, sus familias. Entonces ideó un archivo en el que registraba los nombres de los niños y sus nuevas identidades. Apuntaba los datos en pedazos pequeños de papel y los enterraba dontro de botes de conserva bajo un manzano en el jardín de su vecino. Allí aguardó sin que nadie lo sospechase el pasado de 2.500 niños… hasta que los nazis se marcharon.

Pero un día, los nazis supieron de sus actividades. El 20 de octubre de 1943, Irena Sendler fue detenida por la Gestapo y llevada a la prisión de Pawiak donde fue brutalmente torturada. En un colchón de paja de su celda, encontró una estampa ajada de Jesucristo. La conservó como el resultado de un azar milagroso en aquellos duros momentos de su vida, hasta el año 1979, en que se deshizo de élla y se la obsequió a Juan Pablo II. Irena era la única que sabía los nombres y las direcciones de las familias que albergaban a los niños judíos; soportó la tortura y se rehusó a traicionar a sus colaboradores o a cualquiera de los niños ocultos. Le rompieron los pies y las piernas además de innumerables torturas. Pero nadie pudo romper su voluntad. Así que fue sentenciada a muerte.

Una sentencia que nunca se cumplió porque camino del lugar de la ejecución, el soldado que la llevaba la dejó escapar. La resistencia le había sobornado porque no querían que Irena muriese con el secreto de la ubicación de los niños. Oficialmente figuraba en las listas de los ejecutados, así que a partir de entonces, Irena continuó trabajando pero con una identidad falsa. Al finalizar la guerra, élla misma desenterró los frascos y utilizó las notas para encontrar a los 2.500 niños que colocó con familias adoptivas. Los reunió con sus parientes diseminados por todo Europa, pero la mayoría había perdido a sus familiares en los campos de concentración nazis. Los niños sólo la conocían por su nombre clave: Jolanta.



Pero años más tarde cuando su historia salió en un periódico acompañada de fotos suyas de la época, varias personas empezaron a llamarla para decirle: “Recuerdo tu cara….soy uno de esos niños, te debo mi vida, mi futuro y quisiera verte…”. Su padre un médico, que falleció de tifus cuando ella era todavía pequeña, le inculcó lo siguiente: “Ayuda siempre al que se está ahogando, sin tomar en cuenta su religión o nacionalidad. Ayudar cada día a alguien tiene que ser una necesidad que salga del corazón”.



Irena Sendler lleva años encadenada a una silla de ruedas, debido a las lesiones que arrastra tras las torturas sufridas por la Gestapo. No se considera una heroína. Nunca se adjudicó crédito alguno por sus acciones. "Podría haber hecho más," dice siempre que se la pregunta sobre el tema. "Este lamento me seguirá hasta el día que muera."



“No se plantan semillas de comida.
Se plantan semillas de bondades.
Traten de hacer un círculo de bondades, éstas las rodearán
y las harán crecer más y más”.
Irena Sendler

10 comentarios:

  1. Gracias por esta historia tan bella... Solo pienso en esos niños como madre y ay Dios!, yo la pondria como una Santa..

    flor

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  2. Anónimo6:24 p.m.

    Dear Keru

    Muchas Gracias por la historia. Que mas te puedo decir? No cabe duda que hay quienes sin alas, son los mejores Angeles de Dios

    Abrazos desde el Cerro de la Silla

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  3. Anónimo7:37 p.m.

    Todo una heroina.

    Tantos años y casi nadie sabia de ella, como un heroe anonimo.

    Deberias escribir sobre Gilberto Bosques. Tambien medio olvidado.

    Saludos!

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  4. Keru, que historia tan impactante! y aún dice que no es una heroína? como madre una sabe que ese acto no tiene precio, se lo agredecería con mi vida y de mil maneras si pudiera, que triste que no haya sido reconocida y que hasta ahora se sepa algo de ella.

    Lo bueno es que quien todo lo ve sabe y ella se ha ganado el cielo ya con sus acciones, aparte del cariño de tantos y tantos niños y la admiración de muchisimos más.

    Besos Keru un abrazo.

    Nancy

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  5. Que delicia. Lo guardaré, porque de eso estoy investigando de tiempo atrás. Gracias!

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  6. vaya! q historia! ..... la verdad es q no la conocía!

    es impresionante lo q hizo esta mujer! admirable!

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  7. @ Flor: Lo mismito me pasó a mí, ay corazón de pollo que tenemos, no? Al parecer tienes un blog Flor y me gustaría leerlo, pero no me deja accesar a tu perfil, me das la dirección? Bienvenida!

    @ Regio: De nada, tienes razón, lo más maravilloso del caso es que la labor enorme de ésta señora era desconocida para muchos de nosotros y ella nunca la hizo pública. Buena enseñanza la de su padre, no?

    @ FelixRegio: Efectivamente "que la mano izquierda no se entere de lo que hizo la derecha". No conozco la persona que mencionas, le voy a dar una checadita. Gracias.

    @ Nancy: El mejor reconocimiento que puede tener, es ver con vida todos esos hombres y mujeres de hoy, aunque la trascendencia pública para muchos es lo más importante. Eso se llama amor, en el sentido más puro de la palabra. Inge, yo tambien te quiero un chorro!

    @ Alain: Gracias por tus palabras, te deseo de todo corazón mucho éxito en tu viaje a Canadá. Bienvenido al blog.

    @ JSZ: Qué agradeces hombre, éste artículo me cayó del cielo, el intelectual eres tu buddy! Gracias por el enlace en tu página y saludos a C.

    @ Fairy*: De las cosas que uno lee y le dejan una sonrisa el resto del día, por eso me atreví a compartirlo con ustedes.

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  8. Qué historia más linda......siempre que conozco una historia así me siento súper chiquita e insignificante.....me pregunto qué estoy haciendo por los demás?, y si yo en su lugar hubiera actuado igual........gracias a Dios existen personas valerosas que marcan cientos de vidas.

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  9. Anónimo10:08 p.m.

    no lo lei me dio flojera tanta letra y ademas ver fotos viejisisisisisisismas....saludos!!

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  10. Anónimo2:41 a.m.

    irena es y sera una santa,me conmovio mucho su historia

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