Desarraigando los malos hábitos

Hace casi dos semanas dejé de tomar refresco con gas, Coca-Cola Zero para ser más específica. Con los años me he vuelto un mucho hipocondriaca y el haber leído tantos artículos sobre lo dañino que son las sodas negras por los efectos de sus componentes artificiales para endulzarlos, me hizo tomar la decisión. Además me di cuenta lo dependiente que era de este líquido y la poca agua que tomaba, aún así, lo cambié por té helado. No he tenido el síndrome de abstinencia, tampoco deseos ansiosos por volver a la Coca Zero, pero lo que si he notado es que tengo muchísima sed que no se calma si no es con un vaso (o una jarra diría yo) de agua del grifo bien helada.

Tal vez sea mi imaginación, pero el dolor de huesos en los tobillos al levantarme por la mañana, ha desaparecido y hasta puedo decir que también el hambre se me ha quitado un poco. Sugestión o no, es un hecho. Lo que todavía no he aprendido muy bien es a acompañar mis comidas con agua, para eso consumo el té helado, sé que va a ser una costumbre muy difícil de arrancar pero estoy segura que no es imposible. Por lo pronto la soda ya quedó en el pasado, ahora sigue dejar de fumar.

Aunque mi meta no es dejarlo por completo, si quisiera reducirlo lo más que se pueda, por lo menos hasta unos dos o tres cigarros diarios. Mi marido utilizó hace poco un medicamento (Champix), con ayuda de su doctor familiar, que produce efectos aversivos (náuseas, dolor de cabeza y hasta taquicardia) muy al estilo del pavloviano condicionamiento operante. Pero esa será una decisión que llevará un tiempo para decidir, por lo pronto ya comencé por lo más fácil. Es que después de los cuarenta, ya uno no se cuece al primer hervor, ohhh si!.

Saluditos.