Cultura de denuncia

Ayer platicaba con mi maridis, en una de esas sesiones en las que la salvación del mundo depende de nuestra inteligencia, sobre lo mucho que lo conmocionó la noticia de los 22 ejecutados a manos del narco en México la semana anterior. Esto lo leyó en los periódicos suizos, quienes no aclaraban que el número de muertos había sido a lo largo y ancho del país, pero si describían con lujo de detalles las decapitaciones y otras formas en que habían encontrado los cuerpos ejecutados. En general, publicidad negativa para exhortar a los chocolateros a no vacacionar en nuestro país debido a la violencia extrema con la que se vive (bueno, eso es muy cierto).

La verdad es que se ha hablado mucho en el extranjero sobre las medidas del gobierno de Calderón en su lucha contra el narco y de los progresos en relación de sus antecesores, pero a mi modo de ver nada relevante. Las matanzas tanto de los bandos contrarios de criminales como de víctimas inocentes crece ante los ojos del mundo sin mucho qué hacer. Mi maridis, que de noticias internacionales cree saber mucho, me decía que no se le ocurría ninguna forma de erradicar éste mal que tanto afecta a los países en los que la droga es una de sus mayores lacras. Yo por mi parte, pienso que no exite fórmula alguna para terminar con el narcotráfico de ningún país, los que llevaron a cabo la legalización de su uso se olvidaron de legalizar también su producción por lo que el tráfico y las mafias monopolizadoras de éste mercado siguen presentes en el mundo entero. Tal vez en otros niveles, pero presente al fin.

En México, como en muchos países en vías de desarollo que sufren por el problema del narcotráfico, la pobreza generalizada ha ido de la mano con el crecimiento de productores y distribuidores de droga llegando a crear verdaderos emporios que más bien parecen un mundo aparte al margen de la ley. Emporios que han convertido a países enteros en "tierra de nadie" o más bien de unos cuantos, dejando como resultado la anarquía total donde los ejecutores de la justicia son rebasados por las amenazas y el temor de perder vida y/o familia, que los hace de una forma o de otra caer en el juego de éstos criminales más que nada de forma involuntaria. Los sueldos miserables de cualquier oficio, aunado a la falta de fuentes de empleo y el poco apoyo por parte del gobierno en el área de la economía nacional, hacen a los ciudadanos presa fácil del reclutamiento de peones al servicio de los zares de la droga. Viéndolo así, tal vez suene fuerte pero cierto, el hecho de que ésta industria crea atractivas oportunidades de empleo a gente no tiene otros recursos para llevar sustento a su famlia. Y que a la larga, el temor a volver a perder lo ya ganado, los insesibiliza hasta el grado de ignorar el peligro que se corre y que muchas veces termina con sus propias vidas o las de su familia.

Si bien es cierto que muchos inocentes han caído bajo las balas de los intereses encontrados de éstas mafias, también es verdad que la mayoría de los ajustes de cuentas pertenecen a ellos mismos, una limpia que le ahora cierto trabajillo al poder judicial (ta' bien, pa' evitar la fatiga, dijo el otro). Una vez le comentaba a uno de mis sobrinos mi temor de ir sola con mis hijos a Monterrey por tanta violencia en las calles, él muy tranquilo me decía "Tía, tu no tengas miedo, los narcos se matan entre ellos ¿por qué habría que pasarte algo a tí?". ¿Será que éste problema es tan común que la gente ya se está acostumbrando a verlo como parte de la vida misma?

Como si no fuera suficiente, otro problema derivado de toda la publicidad que los medios le dan a los cárteles y sus "gracias", es el de los extorsionadores. Vivales que, haciéndose pasar por miembros de los Zetas en su mayoría, operan asustando a gente inocente con la consigna de pagarles una cantidad significativa de dinero si no quieren ser secuestrados. Desde que se descubrió el fraude del Boletazo y otros fakes por el estilo, ahora las cosas van todavía más allá, haciendo de la vida éstos inocentes todo un infierno de paranoia constante y algunos hasta han cedido quedándose sin el poco patrimonio que su trabajo honrado les ha redituado. Porque se dirigen con gente clasemediera, no se van con los "grandes" porque esos ahora casi todos tienen escolta o por lo menos un sistema de seguridad a prueba de "asustapendejos" como decía mi abuelita.

En estos casos también hay sus excepciones y el hambre de dinero fácil no solo queda en amenazas, como sucedió recientemente con uno de los dueños de Empacadoras Ramos quien ante la negativa de la extorsión prefirió morir en el lugar. Hace unas semanas, también fué encontrado el cuerpo desmembrado de uno de los cabecillas de una banda de robacoches que se hacía pasar por Zeta, cosa que le costó la vida. En un mensaje dejado por sus ejecutores, los mismos Zetas en un acto de "civilidad", también exhortaban a los empresarios amenazados por éstos pseudo-sicarios a denunciarles; seña de que sus víctimas son únicamente aquellas con algún nexo entre ellos y de que no les hace ninguna gracia que se les adjudiquen "milagritos" ajenos ... aunque hay algunos que se lo toman de broma. Jacobo Zabludovsky, escribió hoy en su columna de El Universal, un artículo muy interesante y ad hoc a éste tema, con un sello muy personal que vale la pena leerlo.

La cultura de la denuncia está en pañales en México y con justa razón, mucho debido a la corrupción y mucho a la desesperanza en que nos han sumido los gobiernos ególatras que nos han tocado. Pero nunca es tarde y cada quien podemos contribuír con nuestro granito de arena, si ya sé que no es fácil pero si seguimos solo quejándonos sin actuar seguiremos así por siempre. Mensaje personal: DENUNCIA!!!