Amor perverso

Hoy, como cada jueves, Christof y yo llevamos a Zara a su clase de ballet. Nunca presenciamos la clase porque la nena se chifla y por estarnos viendo no hace bien sus ejercicios, así que casi siempre vamos a una librería cerca de ahí en la que nos entretenemos un buen rato hojeando todos los que podemos en la salita que tienen especialmente para eso. Hoy hicimos precisamente eso pero antes, cuando caminábamos el trayecto del estacionamiento al estudio de danza, nos topamos con un hermoso perro Pastor Alemán que estaba enorme, acompañaba a un chica ... que digo chica, superchica muy guapa, muy bien arregladita y blanco de todas las miradas de los transeúntes por su belleza y por el ejemplar canino que llevaba con su respectiva correa. A mi, que me encantan los perros, se me escapó un piropo (para el can, por supuesto) "Qué hermoso perro el suyo!". Ella con una inmensa sonrisa llena de orgullo me dió las gracias acariciándolo muy efusivamente. Y es que el dichoso perro era grandísimo, sentado en sus patas traseras le llegaba a su dueña poco más arriba de la cintura y miren que ella no era muy bajita que digamos y además llevaba puestas unas botas "tacón aguja" de por lo menos unos quince centímetros (lo bueno es que casi no la viboreé, ja ja ja).

Después de recoger a Zara al terminar la clase una hora después, los llevé a un Starbucks muy cercano a merendar. Una vez surtidos de sus respectivos Premiun Hot Chocolate y donas, los dejé sentaditos en una mesa y me dirigí al baño, estaba parada en la puerta del único que hay esperando a que se desocupara cuando comencé a escuchar unos ruidos extraños que venían de dentro. Afiné bien mis antenas porque lo que escuchaba era muy parecido a unos gemidos y a alguien hiperventilando. Como soy muy mal pensada, me imaginé que sería alguna pareja de jovencitos haciendo de las suyas en plena tarde ya que cerca de ahí está una preparatoria y el dichoso establecimiento es muy céntrico. Cuando la puerta se abrió me quedé paralizada al ver salir a la superchica con su superperro ... WTF!, totalmente shockeada entre al servicio sin verla a los ojos, me daba pena y al mismo tiempo me sentí culpable por haber pensado tan mal. Hasta las ganas se me quitaron y de solo de imaginarme lo que pudo haber pasado ahí dentro, solo alcancé a lavarme las manos y esperarme a llegar a casa.

Volví a la mesa con mis hijos, la superchica estaba en la barra haciendo su orden y a su lado su fiel superperro estaba ... cómo decirlo sin que suene tan fuerte? ... lamiéndose su miembro!. Creo que no me equivoqué en mi primera impresión afuera del baño, aunque no puedo asegurarlo porque no los vi, simplemente los esuché.

El tema de la Zoofilia (una forma de parafilia) no es desconocido por éstos rumbos, ya en dos ocasiones diferentes personas me han contado acá de cierta gente que conocen con esta patología y que no se cortan ni un pelo a la hora de demostrarlo en público. Según la bibliografía, ha existido desde siempre, yo por mi parte nunca había escuchado nada de ésto en la vida real, me refiero a que tal vez en alguna ocasión habré oído sobre películas pornográficas, chistes de granjeros y esas monadas, pero nada que mis ojos hayan visto en vivo y a todo color. Leyendo algo de información sobre el tema, solo una pregunta me viene a la cabeza ¿cómo es que llegan éstas personas a ese estado de perversión? como siempre ... "pregunta para el infinito".