C'est la vie

Hace unas semanas me preguntaba alguien que lee éste blog, vía e-mail, si mi vida era todo lo rosa que yo pintaba en mis posts. En mi respuesta le contestaba, que por supuesto no es así, quién en éste mundo no ha conocido el lado desagradable de la vida? Me pareció rara su cuestión, dado que en más de una ocasión he escrito sobre mis malos ratos, mis temores y sobre todo, mis problemas de adaptación en éste país. Tal vez sus dudas se referían a problemas más personales y familiares, en ese renglón sí existe algo que se podría llamar "mi cruz" desde que llegué a vivir aquí: mis suegros.

Mis suegros son personas muy mayores, educados y corteses como marcan los cánones del buen comportamiento que rige a los suizos. Desde que llegué a su familia me han tratado muy amablemente, han sido muy serviciales y me han dado la mano cuando las circunstancias lo han ameritado. Por otra parte, también he sido víctima del escarnio de su parte por no haber nacido en éste país, desde llamarme con el nombre de la ex de mi maridis hasta preguntarme si en México se conocen los pasteles de chocolate, pasando por más de tres o cuatro golpes bajos que me costaron tremendos zafarranchos con mi media naranja.

A través de casi ocho años de lidiar con mis sentimientos encontrados, entre el agradecimiento por su servilismo y las tripas hechas nudo por sus agresiones, aprendí a perdonar e ignorar esas desagradables situaciones en aras de la unión y la estabilidad familiar con la que fuí educada. Desde hace unos meses en que marcharon a un asilo (costumbre también arraigada en los mencionados cánones del suizo modelo), sus detalles punzantes se fueron haciendo más frecuentes ante mi obligada pasividad y opté por poner distancia de por medio. Estar presente lo menos posible en la reuniones familiares fué el mejor remedio, tanto, que llegué a sentir indiferencia y jocosidad ante sus muy elaboradas formas de quererme hacer la vida de cuadritos. La indiferencia suele ser muy efectiva y todo bonito.

Ayer, en su paso hacia el sur para pasar unas cortas vacaciones, llegaron a felicitar a Zara por su cumpleaños y darle su regalo (mismo que como cada año y cada navidad, compramos nosotros en su nombre, ellos se limitan a pagar la factura y a entregarlo en la fecha correspondiente; muy cómoda su forma de demostrar su cariño no?). Antes de irse me entregaron un regalo adelantado por mi cumpleaños, pues como siempre, no estarían para esa fecha debido a sus imprescindibles vacaciones en ésta época del año. Después de haberse ido, saqué el regalo de la bolsa y me contré con ésto:


Debajo del paquete envuelto para regalo, se puede ver perfectamente bien colocado, el ticket de compra. No me sorprendió mucho cuando lo ví, me causó un poco de gracia, pero al mismo tiempo una inmensa tristeza al ver la cara de decepción y coraje de marido junto a unas lágrimas que asomaron en sus ojos. Se enojó muchísimo, trató de llamarlos al celular para reclamarles, pero gracias a Dios no le contestaron. Hablamos un poco y traté de explicarle que no ganaría nada, sino una ruptura definitiva con ellos, que a la larga lo haría sentir culpable a él y de pasada a mi también. Durante todo el día festejamos según lo planeado el cumple de nuestra princesa, pero ni siquiera verle su carita de felicidad con sus regalos, la presencia de sus padrinos y su "tío" Luismi (mi amigo el cura), le hicieron levantar el ánimo.

Ya de noche, una vez solos después de haber dejado en orden la casa, me pidió platicar de nuevo. El tema fué el mismo, no podía sacar de su pensamiento lo ocurrido, y no porque fuera muy relevante el dichoso regalo, sino porque eso le trajo a la memoria todas las veces que discutimos por culpa de ellos. Reconoció amargamente como todas esas veces fingió no darse cuenta de lo malintencionado de sus actitudes, en un intento por no aceptar su rechazo hacia mi y mis hijos. Me duele mucho verlo así, a él que es todo bondad y prudencia, verle derrumbado me parte el alma. Cómo ayudarlo? qué hacer? no se me ocurre nada, su mirada sigue triste y yo no quiero ni tocarle el tema para no hacerle sangrar más la herida. Hoy me dijo que decidió hablar con ellos a su regreso de las vacaciones y no aceptó mi sugrencia de dejarlo de nuevo al olvido, me temo que de eso no saldrá nada bueno.

Para no dejar un sabor amargo, veamos como pasó la princesa su cumple:

Saludos!