Mis suegros viven cerca del lugar donde se encuentra la oficina de mi maridis, en Zürich, y se reúnen una o dos veces al mes para comer con él. La última vez sucedió el pasado viernes y el motivo de ésta ocasión fué la explicación de su recién hecho testamento. Una de las mejores costumbres suizas que conozco es la preveención y organización que tienen éstos chocolateros en todos los sentidos, desde llevar una agenda para hacer compromisos ó planear enteramente cada hora del día, hasta hacer con mucha antelación, para cuendo ellos falten, la distribución de sus bienes a sus vástagos. Ellos no podrían ser la excepción y cómo sólo tienen dos hijos la cosa fué fácil, aunque lo que se va a repartir no es gran cosa que digamos, pero repito asi son ellos de organizados.
Esto me recordó algunos casos que viví de cerca, en los que las cosas no fueron color de rosa. En el primero, un matrimonio con familia numerosa quiso hacer su testamento heredando en partes iguales a sus hijos, con la excepción de la casa familiar que se quedaría en manos del miembro más pequeño de la familia quién éra el único que no había formado su propia familia ni adquirido una vivienda. Cuando se le comunicó ésto a otro de los hermanos (y el primero en saberlo), éste no estuvo de acuerdo, la pareja para evitar problemas desistió de su intento. Unos años más tarde, con el matrimonio del pequeño en cuestión y la compra de su casa, se hizo el testamento ahora sí dividiendo los bienes en partes iguales. Tiempo después el hermano inconforme muere antes que sus progenitores, sin disfrutar aquello por lo que peleó.
El segundo de los casos, un poco más dramático, le sucedió a un viudo que lo único que poseía era una casa de interés social. A su muerte, cuando se leyó el testamento, el buen señor había nombrado como albacea a su hija más pequeña (lo único que ella tenía que hacer era vender la casa y repartir el dinero entre sus hermanos). El hermano mayor se sintió ofendido por la última voluntad de su padre e impugnó el testamento. Al final el juez le dió la razón, otorgándole el derecho de albacea a él, he hizo exactamento lo mismo que hubiera hecho su hermana: vendió la casa y repartió el dinero. Dos meses después murió de un infarto, sólo contaba con 45 años.
Por último, mi amigo T con el que desde hace tiempo no tenía contacto, me ponía al corriente de las novedades de los últimos años. Me sorprendió saber que había roto toda relación con uno de sus hermanos (C), y que consideraba como un segundo padre por la diferencia de edades, por una razón similar a la del primer caso. Mi amigo también es el menor de 6 hermanos y el único que no contaba con una casa propia, sus padres son ya muy mayores y con la finalidad de "presionarlo" a hacerse de una vivienda, le ofrecieron venderle la casa familiar en la que todos habían crecido. El padre le propuso un plan con muchas facilidades para que le fuera pagando la casa según sus posibilidades, mi amigo aceptó pensando en hacer la voluntad de su padre, para darle gusto vaya, y sólo puso como condición que les comunicara su decisión a sus hermanos. Cuando el padre se lo dice a C, éste indignado se opone terminantemente en favorecer a T y lo amenaza con alejarse de ellos si lo hacen. Los padres no cedieron ante su chantaje por considerarlo injusto, recurrieron a un notario y ahora la casa está a nombre de T, el sigue pagando mes tras mes. El resultado: C no volvió a la casa paterna, prohibe a su esposa e hijos a acercarse a cualquier miembro de la familia y los padres sufren su ausencia día con día.
Dicen que el dinero no dá la felicidad, pero que si ayuda, yo la verdad no lo creo. Nunca he esperado que me caiga nada del cielo, afortunadamente todavía tengo a mi madre que es la dueña y señora de todo lo que hicieron juntos ella y mi padre, me parece justo que sea ella quien lo disfrute ahora que él ya no está porque se lo merece ya que ella contribuyó en mucho. Aún y que ella también es muy mayor, desearía tenerla conmigo para siempre y si eso no llegara a suceder, estoy plenamente segura que aceptaría su voluntad cualquiera que fuere. Precisamente le comentaba a mi amigo T que el dinero nunca me ha importado, porque nunca lo he tenido y que por eso no entiendo a éstas personas que se olvidan de los lazos de sangre para pelear por tres pesos, cuando la falta de un ser querido no se paga con nada.
La herencia más valiosa que mis padres me legaron hace ya muchos años fué el inmenso amor a la familia, enseñarme a ser una persona responsable, el estudio que me dieron y sobre todo el amor al trabajo. Los adoro!
Para restarle seriedad al asunto, y no nos quede un sabor amargo, a ver si se acuerdan de ésto:
Los lunes ni las gallinas, pa'elante!
Esto me recordó algunos casos que viví de cerca, en los que las cosas no fueron color de rosa. En el primero, un matrimonio con familia numerosa quiso hacer su testamento heredando en partes iguales a sus hijos, con la excepción de la casa familiar que se quedaría en manos del miembro más pequeño de la familia quién éra el único que no había formado su propia familia ni adquirido una vivienda. Cuando se le comunicó ésto a otro de los hermanos (y el primero en saberlo), éste no estuvo de acuerdo, la pareja para evitar problemas desistió de su intento. Unos años más tarde, con el matrimonio del pequeño en cuestión y la compra de su casa, se hizo el testamento ahora sí dividiendo los bienes en partes iguales. Tiempo después el hermano inconforme muere antes que sus progenitores, sin disfrutar aquello por lo que peleó.
El segundo de los casos, un poco más dramático, le sucedió a un viudo que lo único que poseía era una casa de interés social. A su muerte, cuando se leyó el testamento, el buen señor había nombrado como albacea a su hija más pequeña (lo único que ella tenía que hacer era vender la casa y repartir el dinero entre sus hermanos). El hermano mayor se sintió ofendido por la última voluntad de su padre e impugnó el testamento. Al final el juez le dió la razón, otorgándole el derecho de albacea a él, he hizo exactamento lo mismo que hubiera hecho su hermana: vendió la casa y repartió el dinero. Dos meses después murió de un infarto, sólo contaba con 45 años.
Por último, mi amigo T con el que desde hace tiempo no tenía contacto, me ponía al corriente de las novedades de los últimos años. Me sorprendió saber que había roto toda relación con uno de sus hermanos (C), y que consideraba como un segundo padre por la diferencia de edades, por una razón similar a la del primer caso. Mi amigo también es el menor de 6 hermanos y el único que no contaba con una casa propia, sus padres son ya muy mayores y con la finalidad de "presionarlo" a hacerse de una vivienda, le ofrecieron venderle la casa familiar en la que todos habían crecido. El padre le propuso un plan con muchas facilidades para que le fuera pagando la casa según sus posibilidades, mi amigo aceptó pensando en hacer la voluntad de su padre, para darle gusto vaya, y sólo puso como condición que les comunicara su decisión a sus hermanos. Cuando el padre se lo dice a C, éste indignado se opone terminantemente en favorecer a T y lo amenaza con alejarse de ellos si lo hacen. Los padres no cedieron ante su chantaje por considerarlo injusto, recurrieron a un notario y ahora la casa está a nombre de T, el sigue pagando mes tras mes. El resultado: C no volvió a la casa paterna, prohibe a su esposa e hijos a acercarse a cualquier miembro de la familia y los padres sufren su ausencia día con día.
Dicen que el dinero no dá la felicidad, pero que si ayuda, yo la verdad no lo creo. Nunca he esperado que me caiga nada del cielo, afortunadamente todavía tengo a mi madre que es la dueña y señora de todo lo que hicieron juntos ella y mi padre, me parece justo que sea ella quien lo disfrute ahora que él ya no está porque se lo merece ya que ella contribuyó en mucho. Aún y que ella también es muy mayor, desearía tenerla conmigo para siempre y si eso no llegara a suceder, estoy plenamente segura que aceptaría su voluntad cualquiera que fuere. Precisamente le comentaba a mi amigo T que el dinero nunca me ha importado, porque nunca lo he tenido y que por eso no entiendo a éstas personas que se olvidan de los lazos de sangre para pelear por tres pesos, cuando la falta de un ser querido no se paga con nada.
La herencia más valiosa que mis padres me legaron hace ya muchos años fué el inmenso amor a la familia, enseñarme a ser una persona responsable, el estudio que me dieron y sobre todo el amor al trabajo. Los adoro!
Para restarle seriedad al asunto, y no nos quede un sabor amargo, a ver si se acuerdan de ésto:
Los lunes ni las gallinas, pa'elante!
Hola Keru...eso de los testamentos, es un relajo... Así, que papelito habla...aunque coincido contigo que lo mejor que nos pueden y debemos heredar..es la posibilidad del estudio, el resto depente de cada quien....
ResponderBorrarSaludos, buena noche, que descanses!
Siempre he pensado que el dinero va y viene, es necesario para muchas cosas, pero no compra ni educacion ni felicidad y tal como dices tampco llena el hueco de los seres queridos
ResponderBorrarsaluditos keru ;)
Ojalá y mis papás se gasten todo y lo disfruten!!! a mi y a mis hermanos ya nos dieron lo suficiente, amor y educación. Saludos!!
ResponderBorrarEn mi familia hay un caso muy triste, tres hermanos , un intestado y aparte del intestado si uno le mueve para arreglar papeles los otros dos no firman y así se separan cada vez mas lo que un día fue una familia unida, si los padres de estas personas vieran en lo que acabaron sus hijos, se volverían a morir de la pena, en fin. Yo creo que lo único que podré dejarle a mis hijos serán: amor, valores y educación, creo que para que ellos valoren lo que lleguen a poseer, tienen que luchar para conseguirlo. Saludos Kerubin@ !!
ResponderBorrarQue tal Keru, que buen post para reflexionar y servirnos de experiencias ajenas, haré todo de mi parte para no vivir una situación similar a las que presentas.
ResponderBorrarPor algo dicen que el dinero es la fuerza que mueve al mundo, ó por lo menos a una gran parte de él.
ResponderBorrarSaludos chicos, gracias por sus comentarios!